Terminó de ducharse y, una vez que hube comprobado que todo seguía en orden, bajamos al salón, donde nos esperaban Diana y James.
— Vale, este ha sido cortesía de James. — anunció Diana, poniendo sobre la mesa un plato con cinco guindillas en él.
— Sé que odias a muerte las guindillas, así que pensé que sería buena idea. — se excusó mi hermano, encogiéndose de hombros.
— ¿Qué tiene eso de bueno? — Chris empezó a alterarse, y mi hermano rió.
— Bueno, sea quien sea quien lo haya sugerido, tienes que comértelas. — le recordé, reprimiendo una risa.
Le acerqué una guindilla y la aceptó aún dudando. Suspiró y, tras hacer una mueca de asco, se la metió a la boca.
No tardó mucho en reaccionar, corriendo en círculos en busca de agua.
— Ni lo intentes, Parker, hemos escondido todo el agua. — rió Diana, haciendo que me echara a reír junto con mi hermano.
Fue increíble la cara de Chris al darse cuenta de que no bebería nada hasta que se hubiera acabado las guindillas.
Alcanzó el plato, se las comió todas de golpe y, casi inmediatamente, Diana sacó una botella de agua, la cual éste agarró rápidamente y bebió de ella.
— Básicamente, ser tu amigo es como morir, ¿verdad? — jadeó Chris, y asentí sonriendo.
Subió con mi hermano a su cuarto, para vestirse para el último reto.
— Es divertido ver a Chris humillándose por ti. — dijo Diana. — Aunque ahora no os llevéis muy bien, algo me dice que acabaréis siendo muy buenos amigos.
— Diana, ¿qué han hecho contigo? Esta no eres tú, ¡devolvedme a mi mejor amiga! — grité, a la vez que la sacudía y ésta empezaba a reír.
— Va en serio, Annie. — insistió, apartándome para que dejara de sacudirla. — Te cae bien y, en el fondo, sabes que tengo razón.
Rodé los ojos y sonreí.
— Sigue siendo un idiota. — respondí, y fui a por una lata de refresco.
Al poco rato, bajó Chris disfrazado de dragón, y salimos a la calle.
Fuimos en coche hasta el centro comercial, y al llegar, James aparcó y salimos.
No tenéis ni idea de lo mucho que me reí en ese momento.
Unos cuantos niños lo confundieron con algún personaje animado, y le pedían hacerse fotos con él.
Luego, el guardia nos dijo que no podía entrar vestido así, y, después de pensar unos minutos, me acerqué al guardia para hacerle cualquier pregunta estúpida para distraerle y que ellos pudieran pasar.
Una vez dentro, nos acercamos a una tienda a la que no habíamos ido nunca ninguno de nosotros, sólo por si acaso nos restringían la entrada.
Paramos en frente de la tienda, y Diana se acercó a Chris.
— Vale, vamos a entrar ahí dentro, y tienes que preguntar si tienen condones, para luego pedir otra cosa, y salir corriendo como un niño pequeño.
Chris asintió y entramos. Debía de estar muy acostumbrado a hacer el ridículo como para acceder a hacer eso, pensé.
Nos acercamos al mostrador, haciendo que varias personas nos miraran de manera extraña.
— Eh, hola... ¿qué desean? — murmuró la cajera, algo confundida.
— Hola- ehm, ¿tienen condones? — preguntó Chris, y ésta abrió los ojos.
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No soy tu princesa.©
Teen Fiction"― Yo de ti no jugaría a fútbol. ― dijo, acercándose más a mí, de modo que tuve que levantar un poco la cabeza ya que era unos siete centímetros más alto que yo. ― Se te podría romper una uña. Fruncí el ceño y me mantuve firme, mirándole a los ojos...