25. Operación mortadela.

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— ¿Estás aquí, Annie? — le oí decir a una voz que me resultaba familiar.

— Sí, estoy en el armario. — respondí desde el armario, y oí un sonido parecido a una llave girando en una cerradura.

La puerta del armario se abrió y me caí al suelo de cara.

— Ha sido Madison, ¿verdad? — preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

— No, me he encerrado yo misma, es muy divertido estar aquí. Además, huele a flores. — señalé sarcásticamente, me levanté y me dirigí a la puerta de la habitación.

Salí de la habitación con mi hermano detrás de mí y bajé al salón, donde seguían todos, viendo una película.

— Chicos, levantad el trasero. Es hora de la venganza. — anuncié, cruzándome de brazos.

Luke apagó la televisión y nos volvimos a sentar todos para empezar a planearlo todo.

— Vale, aportad ideas, que si no pensáis de vez en cuando se os marchitará el cerebro. — indicó Diana, poniéndose en la misma posición que yo.

— Podríamos tirarla a la piscina. — sugirió Skylar.

— Ni en broma, ya está lo suficiente contaminada con James bañándose en ella. — exclamé, causando que éste me golpeara con un cojín en la cara. — Además, ya lo hicimos en la fiesta de Adam.

— Creo que tengo una idea. — intervino Chris, sonriendo de lado. — Como ex de Madison, sé que va cada viernes a las cinco al centro comercial. Es un buen lugar para iniciar una venganza.

Nos miramos entre todos y sonreímos con complicidad.

— Vamos, operación mortadela en acción. — anuncié, chocando los cinco con Chris.

MADISON'S POV.

Tras salir de la casa de Annie, me dirigí a la casa de Aaron, mirando de vez en cuando la dirección que me escribió en un papel para no equivocarme de sitio.

Me monté en un taxi que me llevó hasta su calle, pagué y, como no me bastaba el dinero, acordé con que ya se lo pagaría de otra manera.

Bajé y me paré frente a su portal, asegurándome de que esa era la dirección correcta por última vez. Toqué a la puerta, y a los cinco segundos me abrió un Aaron, a juzgar por su cara y su pelo, recién levantado.

— Hola, Maddie. ¿Pasa algo? — preguntó, sin ni siquiera preocuparse de que iba sin camiseta.

— Sí, ¿puedo pasar? — pregunté de vuelta, mordiendo mi labio inferior levemente.

— Claro, pasa. — abrió más la puerta, entré y cerró la puerta detrás de él.

Me senté en el sofá, crucé mis piernas y sonreí pícaramente.

— Bien, he venido porque quiero ofrecerte un trato.

— ¿Un trato? — repitió, sentándose en el sillón de en frente, se metió un cigarrillo en la boca y lo encendió.

— Sí. Mira, tú quieres recuperar a Annie. — asintió. — Y yo quiero recuperar a Chris. Así que pensé que querrías colaborar en mi plan de separarlos.

— Está bien. — aceptó, sacándose el cigarrillo de la boca, y observé cómo exhalaba el humo. — Trato hecho.

Me ofreció una mano y se la dí enseguida, me levanté y me bajé la falda que llevaba lo máximo que pude.

Caminé en su dirección y me acerqué a él, de modo que mis labios rozaban su oreja.

— Nos vemos a las cinco, Aaron. — susurré, y le dí un beso en la mejilla, a lo que él sonrió de lado.

No soy tu princesa.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora