34. Nick Carter.

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— ¡Buenos días, mundo! — grité, nada más despertarme.

Dí un salto al bajar de la cama y me caí de cara al suelo, pero me dio igual, estaba feliz.

Estaréis pensando, ¿qué te has tomado, Annie?

Y no, la verdad, es que no me había tomado nada, por increíble que parezca.

Esto es un hecho increíble que pasa una vez cada 150 años, así que disfrutad mientras dure.

Mi hermano entró en mi cuarto, con la misma cara de muerto de siempre, y bostezó.

— ¿Se puede saber qué demonios haces despierta a estas horas? — se quejó. — Hoy es sábado.

— Pues, es verdad. — coincidí, levantándome del suelo, y me rasqué la cabeza.

Me dirigí hacia mi armario, lo abrí y sonreí pícaramente.

— ¿Está bien si invito a todos a casa? — pregunté.

— ¿Esto es porque quieres ver a tu querido Chris o porque no tienes nada mejor que hacer con tu vida?

— James, eres muy simpático por las mañanas, ¿lo sabías? — le sonreí con sarcasmo.

— Vale, vale. Claro que pueden venir, al fin y al cabo, son nuestros amigos, ¿no? — se encogió de hombros, antes de salir de mi cuarto.

Envié un mensaje a todos para avisarles de que vinieran a las doce y apagué mi móvil.

Me puse una camisa cualquiera y unos pantalones cortos, para después ponerme mis zapatos de conejos y bajar a la cocina.

Corté un trozo de manzana, llené una taza de leche y luego eché unos cuántos cereales en ella, dispuesta a desayunar algo nutritivo por una vez.

Al terminar, entré en el baño y me puse en frente del espejo, pensativa.

Observé mi cabello recogido en un moño y me rendí enseguida.

— Vale, no sé qué hacer con mi pelo. — suspiré.

— Pues yo creo que así estás preciosa. — oí decir a una voz a mi espalda, y al girarme vi a Chris apoyado en el marco de la puerta, sonriendo de lado.

— ¿Cuándo has venido? — pregunté, y sentí mis mejillas arder.

— Acabo de llegar. — respondió, y me colocó un mechón de pelo detrás de mi oreja. — Y, de nuevo, tu pelo está perfecto así.

Rodé los ojos y le empujé fuera del baño, riéndome.

— No digas tonterías, Parker. — negué, antes de cerrarle la puerta en la cara.

Después de haberme peinado, salí del baño y me dirigí al jardín, donde ya estaban todos, sentados sobre la hierba o paseando tranquilamente.

— Soy la última en llegar y vivo aquí, ¿en serio? — protesté, y rieron.

James y Chris se fueron a jugar a fútbol por el jardín, dejando a Luke hablando por teléfono con alguien, por lo que me senté al lado Diana y Skylar.

— ¿Puedo decir una cosa sin que me mates, Annie? — preguntó Skylar.

— Dispara, aunque no te garantizo nada. — sonreí.

— ¿Soy yo o a Chris cada día le gustas más? — volvió a preguntar, y Diana asintió.

— No creo que sea eso. Quizás sólo está confundido. — fruncí el ceño.

— O, simplemente, está esperando a que le des una señal para decirte lo que siente. — añadió Diana.

Miré hacia donde estaba Chris, tratando de quitarle la pelota de fútbol a mi hermano.

No soy tu princesa.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora