42. Colores, miradas y una llama.

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El timbre de mi casa sonó repetidas veces, y estuve a punto de pedirle a mi hermano que fuera a abrir él, hasta que recordé que estaría en casa de unos amigos, así que gruñí antes de arrastrarme literalmente fuera de mi cama.

Miré el reloj. Ese día no tendríamos clase ya que el día siguiente sería el baile, así que no tenía pensado despertarme a la una de la tarde. No, en absoluto.

Después de unos segundos tratando de asimilar qué estaba pasando, me levanté sin ganas, bajé las escaleras y caminé hasta que me encontré en frente de la puerta. La entreabrí para ver a Diana sonriendo animadamente y abrí para dejarla pasar.

― ¿Pasa algo? ― pregunté, porque me acababa de despertar y mis sentidos no estaban despiertos todavía.

― ¿Como que si pasa algo? ¡El baile, obviamente! Es mañana, y como supongo que no tendrás nada para ponerte vamos a ir de compras. ― sonrió más si era posible y me arrastré a la cocina para coger un trozo del bizcocho que había dejado mi madre antes de irse a trabajar.

Sabía perfectamente que yo odiaba ir de compras, pero de todas formas me iba a arrastrar ahí atada a un todo terreno si hacía falta. Suspiré.

Al parecer ese día tenía complejo de serpiente, porque me arrastraba a todas partes y mis pies no tenían ninguna intención de levantarse del suelo.

Subí con Diana a mi cuarto una vez que logré levantarme y saqué de mi armario unos vaqueros rotos y una camisa roja a cuadros, entré en el baño para vestirme y luego subí las mangas de la camisa hasta mis codos.

Después de cepillarme los dientes y el pelo rápidamente, me lavé la cara y salí del baño para ponerme mis botines, y Diana me estiró del brazo para sacarme de mi cuarto.

Ella llevaba un vestido rojo y unos zapatos con plataforma, y negué con la cabeza. Cualquiera diría que éramos mejores amigas.

Salimos de mi casa y luego vi un coche justo en frente de ésta, y las ventanas estaban bajadas, por lo que pude ver a... ¿Nick?

Diana le saludó antes de sentarse en el asiento de atrás y me senté a su lado.

― Podrías haberme dicho antes que tenías una cita con Nick y que me ibas a arrastrar con vosotros. ― bromeé, y les miré a ambos.

― No es una cita, es sólo que no puedo conducir, y él se ha ofrecido a llevarnos al centro comercial. No te hagas ideas equivocadas. ― noté que Diana estaba empezando a sonrojarse, algo raro en ella, y tanto yo como Nick empezamos a reírnos.

Al llegar al centro comercial, los tres bajamos del coche y me preparé para lo que iban a ser más de cuatro horas de ir de tienda en tienda.

Primero, entramos en una tienda de ropa y Diana me hizo probarme cuatro vestidos de cuatro colores casi iguales, pero que, según ella, 'hay mucha diferencia entre el rojo platino y el rojo pasión'.

― Oh, vamos, ¿qué importa? Es rojo, al fin y al cabo. ― protesté, y Nick no pudo evitar reírse cuando Diana me lanzó una mirada asesina.

― A veces creo que hasta Nick es más chica que tú, Annie. ― soltó, a lo que éste se atragantó con su propia risa y empezó a toser.

― ¿Qué tengo yo que ver en vuestras peleas de pareja? ― preguntó, frunciendo el ceño.

― Lo que pasa es que Nick te adora, se pondría chanclas con calcetines si fueras tú la que se lo pidiera. ― rodé los ojos, y Diana negó con la cabeza mientras miraba otros vestidos, esta vez, de color azul.

Después, salimos de esa tienda y fuimos a una de zapatos, donde compramos unos zapatos con plataforma negros parecidos a los de Diana —obviamente elegidos por ella misma—, y después de esa a una de maquillaje, donde compramos labiales, rímeles, y otros productos de los que ni siquiera me sabía el nombre.

Después de esa tienda, fuimos a otra, y a otra, y a cuatro más después de esa. Por un momento, quise preguntarle a Diana si no quería ser atleta en vez de estudiar comunicación porque, ¿cómo demonios podía caminar tan rápido subida en eso?

Cuando acabamos la sesión de compras, con unas cinco bolsas en las manos de Nick, nos dirigimos a una cafetería y nos sentamos en una de las mesas.

― No puedo más, de verdad; no me siento los pies. ― me volví a quejar, y ambos se rieron esta vez.

― Deberíamos salir a comprar más a men... ― antes de de pudiera terminar, la lancé una mirada de hielo, retándola a terminar la frase, y cerró la boca enseguida.

El camarero se acercó a nuestra mesa, y después de pedir tres batidos, volvió a irse y seguimos hablando.

― ¿Sabes qué ha sido de Luke? ― preguntó Nick, y me encogí de hombros.

― Dijo que estaría ocupado con un amigo suyo, o algo. ― respondí, y no pude evitar sonreír. ― Siento que nos está ocultando algo.

― A lo mejor está teniendo el mejor romance de telenovela ahora mismo con el amor de su vida y nos lo estamos perdiendo. ― rió Diana, y asentí.

― ¿Y qué hay de James y Sky? ― volvió a preguntar, y hice una mueca, pensativa.

El camarero volvió con tres batidos y, después de sonreírnos, volvió a irse tan rápido como vino.

― Creo que cuando James se gradúe se irán a vivir juntos. ― respondió Diana antes de que pudiera siquiera abrir la boca, y asentí, mientras probaba mi batido.

― Me pregunto cuánto tiempo aguantará Skylar viviendo con James. Su vida es básicamente comer helado, jugar a fútbol, ser un idiota todo el tiempo y dormir. No sé cómo es que sigue enamorada de él. ― señalé, y reímos.

― ¿Crees que tendremos que aguantar a Madison el próximo curso? ― Diana sonrió de lado y hice una mueca de asco.

― Ni en broma. Aunque podrás volverla a ver en algún rincón en una discoteca, y a pesar de que voy a otro instituto, estoy seguro de ello. ― respondió Nick esta vez.

― Tampoco tendremos que volver a aguantar al idiota de Aaron, entonces. ¿No crees, Annie? ― volvió a reír Diana, y asentí.

― ¿Y qué ha sido de Chris? ― preguntó Nick, y agaché la cabeza. No quería hablar de él, no en ese momento.

Diana le miró y le golpeó en el hombro, dándole a entender que no era el momento de preguntar eso.

― Oh, lo siento, Annie. Bien, ¿qué tal si nos vamos? ― sugirió Nick, levantándose, y tanto Diana como yo hicimos lo mismo.

Los tres dejamos parte de nuestro dinero sobre la mesa y salimos de la cafetería, dirigiéndonos a la salida.

Por el camino, encontramos un puesto donde, si acertabas en el centro de la diana, ganabas un peluche, y ambos se quedaron tratando de conseguir un peluche de una llama mientras yo me quedé mirando el escaparate de una tienda de skates que había al lado.

Oí una voz familiar detrás de mí y me giré para ver una tienda de golosinas, donde se encontraba mi hermano. Y Chris.

¿Por qué demonios me lo tengo que encontrar en todas partes?

Me quedé observándoles unos segundos, sintiendo que el mundo se me caía encima. Por un momento, se giró y, cuando nuestros ojos se encontraron, sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Enseguida, volvió a mirar a James y se fueron en sentido contrario, casi como si huyeran de alguien.

Me acerqué hasta donde estaba Diana con un peluche en la mano, y le agarré del brazo para luego sacarla del centro comercial.

Si estaba un segundo más ahí dentro, estaba segura de que iba a explotar.

Entramos en el coche de Nick de nuevo, y me dejaron en frente de mi casa antes de volver a irse.

Entré en mi casa y enseguida tiré todas las bolsas en el suelo del salón. Mi padre no había vuelto a pisar aquella casa desde que nos dijo que se separaría de nuestra madre, y mi madre seguía en el trabajo y quizás ni siquiera volvería hasta el día siguiente.

Subí las escaleras perezosamente, y después de ducharme rápidamente y ponerme una camisa y unos pantalones de pijama, me tiré sobre la cama, tratando de dormirme.

Suspiré y cerré los ojos. El baile no sería para nada algo fácil. Es más, no sería para nada fácil.

No soy tu princesa.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora