Escuché un sonido parecido al de una sartén chocando contra una cuchara, y supe enseguida a quién le pertenecía aquella manera de despertarme.
Me levanté de la cama y me puse mis zapatillas, para después correr escaleras abajo y encontrarme con mi padre.
Abrió los brazos y le recibí con un gran abrazo. Mi padre había estado de viaje por cosas del trabajo, y era la primera vez que le veía en un tiempo.
― Te he echado de menos. ― murmuré, y sonreí.
― Y yo a ti, pequeña. ― se separó un poco de mí y me miró a los ojos. ― ¿Qué tal te ha ido todo, me he perdido muchas cosas?
― Quizás un par, nada importante.
― Ya me contarás, ahora, vete a vestirte que llegarás tarde al instituto. ― abrí mucho los ojos al acordarme y subí corriendo las escaleras de nuevo.
Abrí mi armario, me puse una camiseta simple blanca con una camisa de franela encima, unos vaqueros negros y unas deportivas del mismo color, y entré en el baño.
Al quitarme el moño, se me quedó el pelo ondulado, y ya que no podía alisármelo porque no me daba tiempo, sólo me lo peiné y bajé al salón.
Entré en la cocina, saludé a mi hermano y agarré un bocadillo que me había dejado mi madre preparado, posiblemente presintiendo que llegaría tarde. Me dirigí a mi hermano, éste se levantó de la silla y nos despedimos de nuestro padre para dirigirnos al coche.
***
― Demonios, he vuelto a perder. ― exclamé, a la vez que me echaba hacia atrás.
Todos rieron y volví a mi sitio original.
― Hermana de James tenías que ser. ― rió Diana, y mi hermano le golpeó en el hombro.
Estuvimos todo el recreo jugando al tres en raya, ya que a estas alturas nuestra vida era demasiado aburrida y no teníamos nada mejor que hacer.
― Te reto, Chris. Necesito ganar alguna partida, o perderé mi apuesta con Annie. ― anunció Diana, y Chris rodó los ojos.
Empezaron a jugar de nuevo y, a lo lejos, vi cómo Madison y Rebecca nos observaban con desprecio.
Consciente de que sus miradas estaban ahora sobre mí, me giré en su dirección y les dediqué mi mejor sonrisa, haciendo que ambas fingieran arcadas y volvieran a lo suyo.
***
Cuando terminaron las clases, las cuales acabaron antes, pensé en dirigirme al coche de mi hermano cuando sentí una mano en la espalda, haciendo que me girara.
― Hey, Annie. ¿Te apetece ir a dar una vuelta por el bosque? ― preguntó Chris, la persona en cuestión, y sonrió de lado.
― Creo que sí, está bien. ¿A qué hora?
― Si esperas que vaya a buscar mi skate, podemos ir ahora, o si estás ocupada, no sé, ¿prefieres ir más tarde? A mí me da igual, yo...
― Claro, vamos ahora. ― interrumpí a Chris y sonreí. Este chico pasaba de imbécil a tímido de una manera tan rápida que impresionaba.
Me acompañó hasta el coche de mi hermano para ir a por mi skate, y cuando lo cogí nos dirigimos a su casa.
Al llegar, noté que todo estaba como la última vez que fui. La portera nos saludó y no nos quitó la vista de encima hasta que entramos en el ascensor.
Al llegar al sexto piso, salimos y sacó sus llaves para abrir la puerta de su casa. Entramos, y me extrañó no ver a su hermana por ninguna parte, cosa que hizo que fuera a mirar en su habitación.
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No soy tu princesa.©
Ficção Adolescente"― Yo de ti no jugaría a fútbol. ― dijo, acercándose más a mí, de modo que tuve que levantar un poco la cabeza ya que era unos siete centímetros más alto que yo. ― Se te podría romper una uña. Fruncí el ceño y me mantuve firme, mirándole a los ojos...