17. Preguntas.

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Escuché un sonido parecido al de una sartén chocando contra una cuchara, y supe enseguida a quién le pertenecía aquella manera de despertarme.

Me levanté de la cama y me puse mis zapatillas, para después correr escaleras abajo y encontrarme con mi padre.

Abrió los brazos y le recibí con un gran abrazo. Mi padre había estado de viaje por cosas del trabajo, y era la primera vez que le veía en un tiempo.

― Te he echado de menos. ― murmuré, y sonreí.

― Y yo a ti, pequeña. ― se separó un poco de mí y me miró a los ojos. ― ¿Qué tal te ha ido todo, me he perdido muchas cosas?

― Quizás un par, nada importante.

― Ya me contarás, ahora, vete a vestirte que llegarás tarde al instituto. ― abrí mucho los ojos al acordarme y subí corriendo las escaleras de nuevo.

Abrí mi armario, me puse una camiseta simple blanca con una camisa de franela encima, unos vaqueros negros y unas deportivas del mismo color, y entré en el baño.

Al quitarme el moño, se me quedó el pelo ondulado, y ya que no podía alisármelo porque no me daba tiempo, sólo me lo peiné y bajé al salón.

Entré en la cocina, saludé a mi hermano y agarré un bocadillo que me había dejado mi madre preparado, posiblemente presintiendo que llegaría tarde. Me dirigí a mi hermano, éste se levantó de la silla y nos despedimos de nuestro padre para dirigirnos al coche.

***

― Demonios, he vuelto a perder. ― exclamé, a la vez que me echaba hacia atrás.

Todos rieron y volví a mi sitio original.

― Hermana de James tenías que ser. ― rió Diana, y mi hermano le golpeó en el hombro.

Estuvimos todo el recreo jugando al tres en raya, ya que a estas alturas nuestra vida era demasiado aburrida y no teníamos nada mejor que hacer.

― Te reto, Chris. Necesito ganar alguna partida, o perderé mi apuesta con Annie. ― anunció Diana, y Chris rodó los ojos.

Empezaron a jugar de nuevo y, a lo lejos, vi cómo Madison y Rebecca nos observaban con desprecio.

Consciente de que sus miradas estaban ahora sobre mí, me giré en su dirección y les dediqué mi mejor sonrisa, haciendo que ambas fingieran arcadas y volvieran a lo suyo.

***

Cuando terminaron las clases, las cuales acabaron antes, pensé en dirigirme al coche de mi hermano cuando sentí una mano en la espalda, haciendo que me girara.

― Hey, Annie. ¿Te apetece ir a dar una vuelta por el bosque? ― preguntó Chris, la persona en cuestión, y sonrió de lado.

― Creo que sí, está bien. ¿A qué hora?

― Si esperas que vaya a buscar mi skate, podemos ir ahora, o si estás ocupada, no sé, ¿prefieres ir más tarde? A mí me da igual, yo...

― Claro, vamos ahora. ― interrumpí a Chris y sonreí. Este chico pasaba de imbécil a tímido de una manera tan rápida que impresionaba.

Me acompañó hasta el coche de mi hermano para ir a por mi skate, y cuando lo cogí nos dirigimos a su casa.

Al llegar, noté que todo estaba como la última vez que fui. La portera nos saludó y no nos quitó la vista de encima hasta que entramos en el ascensor.

Al llegar al sexto piso, salimos y sacó sus llaves para abrir la puerta de su casa. Entramos, y me extrañó no ver a su hermana por ninguna parte, cosa que hizo que fuera a mirar en su habitación.

No soy tu princesa.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora