26. Chicos, soy gay.

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Alguien me quitó las sábanas de encima y abrí los ojos, pero los volví a cerrar cuando noté que alguien abría las ventanas y el sol me daba en toda la cara.

— Vamos, Annie, son las dos. — gruñó alguien que, a juzgar por su voz, era Diana.

Gruñí y volví a taparme con las sábanas, pero Luke se me echó encima como hacía siempre que no quería levantarme.

— Me estáis haciendo perder un tiempo muy preciado de sueño. — me quejé, sentándome. — ¿Qué queréis?

— Adoro tu buen humor por las mañanas, Annie. — indicó Luke, divertido, levantándose. — Vamos a comer a fuera todos, así que date prisa.

Al oír una palabra del verbo comer me levanté rápidamente y corrí descalza hacia mi armario.

Agarré mi camisa favorita, con el nombre de una banda escrita en ella, y unos vaqueros rotos, y entré en el baño.

A pesar de que la camiseta era dos tallas más grande, me la puse, terminé de vestirme y me puse mis deportivas.

Salí del baño, Diana estaba tumbada sobre mi cama y Luke leyendo una revista —sí, de esas revistas para chicas adolescentes hormonadas— que a saber de dónde la había sacado.

— Oye, Chris te está esperando abajo. — informó Diana, levantando las cejas, y le lancé una almohada para que se callara, a lo que ella rió.

***

Cuando llegamos al restaurante, nos sentamos en una mesa y pedimos una pizza para todos.

— ¿Tienes idea de por qué nos ha llevado a comer? — le pregunté a Diana.

— Igual es su cumpleaños y esto es una amenaza por habernos olvidado. — susurró, mirando a Luke.

— ¿Pensé que su cumpleaños era en noviembre? — murmuré para mí misma, pero negué con la cabeza y seguí comiendo mi trozo de pizza.

Miré a James y a Skylar, que no paraban de echarse miradas, lo cual me hizo darme cuenta de que mi hermano parecía sentir algo por Sky.

Tengo el presentimiento de que esto va a acabar bien.

— ¿Sabes que tu hermano pretende añadir a Skylar a su lista, no? — susurró Chris.

— Más le vale que no lo haga. — respondí, y les miré. — Aunque tengo la impresión de que esta vez será diferente.

Terminamos de comer, y fuimos en taxi hasta el parque de atracciones.

— ¿A dónde subimos primero? — preguntó Chris, mirando a su alrededor.

— La montaña rusa. — gritó Diana, y James se quedó pálido.

Compramos las entradas y nos sentamos en los asientos de delante.

Mi hermano se agarró a las barras como si su vida dependiera de ello, a pesar de que la atracción no había empezado, y Skylar no paraba de reírse de él.

— ¿Te dan miedo las montañas rusas? — preguntó, sin parar de reírse.

— N-no, no me dan miedo, no te rías. Necesito ir al baño. — tartamudeó.

— Confirmado: te dan miedo. Eres adorable. — sonrió, le agarró la mano y noté que mi hermano empezaba a relajarse.

Cuando la montaña rusa empezó, iba muy despacio, pero unos segundos más tarde, íbamos tan rápido que no me sentía la cara.

Lo gracioso, a parte de mi hermano gritando a un nivel de voz al que nunca pensé que podría alcanzar, era cómo Diana se agarraba de la barra con una mano y con la otra sujetaba el móvil.

No soy tu princesa.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora