Tormenta

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Sus labios se movían lentamente al compás del reloj, sabía lo que hacía y eso me asustaba, yo jamás había hecho algo igual y podía saborear mi falta de experiencia en cada nueva mordida.

Solo pensaba en lo adictiva que podía ser esta sensación para una primera vez en mi vida.

Su cuerpo me mantenía atrapada sobre las suaves mantas, sus jadeos parecían contener sus movimientos y sus caricias aunque fuertes se mantenían controladas.

-Yoon Hee, no deberías estar aquí-susurro, sobre mis labios mientras me estremecía bajo su cuerpo húmedo por la lluvia, su perfume estaba en todos lados y el fuego flotaba alrededor. Deslizo suavemente las yemas de sus dedos por mi abdomen, dibujando la línea de mi pelvis y elevando lentamente el doblez de la franela sobre mi torso, mientras sus labios jugaban sutiles sobre mi cuello, sus dedos recorrían mi vientre desnudo tal cristal fino, como si en cualquier momento fuera a quebrantarme bajo su cuerpo.

La sensación pulsante en mi interior se aceleró. Encorve mi espalda rápidamente atrapando su cintura entre mis vaqueros mojado, atrayendo sus caderas, y un gemido grave de sus labios me advirtió no jugar tan aprisa, estábamos disfrutando, pero él lo hacía delicadamente, o eso intentaba.

Sus labios elevaron su intensidad, me devoraban fuerte y rápido, parecía estar perdiendo el control y yo la cordura.

Soltó las mantas a mí alrededor enroscando una mano entre mis cabellos y la otra sobre mi muslo, y yo saboreaba la sensación.

-Jimin- un gemido se escapó de mis labios y una legión de mariposas se sacudió en mi interior.

La presión aumentaba con cada nuevo segundo.

-Yoon Hee...- su voz ahora parecía entrecortada y débil, mientras yo continuaba absorbiendo sus dulces labios. -¡Es... esto no puede ser!-.

Se elevó sobre mí, de pie a unos pasos de la cama, la frustración en sus ojos se dirigía en mi dirección, revolvió violento sus oscuros cabellos cortos a la luz de la luna y bruño su rostro entre sus manos, mientras yo me sentía cada vez más pequeña con cada nueva acción.

Me establecí sobre las blancas mantas, aun aturdida y con el pecho queriendo explotar. Mis ojos se llenaron de lágrimas y vergüenza, baje nerviosamente la camiseta pegada a mis costillas y ahora, el frío de la lluvia parecía carcomer lentamente mi piel.

¡Qué había pasado!

El chico que tiempo atrás estaba sobre mí, se sentó en el extremo de la cama, aun con el pecho agitado, buscando la calma, encorvo su espalda pareciendo inseguro y suspiro con melancolía.

-Quiero que sepas... que nada de esto fue tu culpa-.

Suficiente.

Las lágrimas en mis ojos cayeron directo en picada, mi pecho se hundió dolorosamente y mis labios apretados intentaban impedir cualquier tipo de sonido, me estaba quemando, con cada nuevo gesto, él parecía más arrepentido.

Mis voz no era utilizable y mi mente mucho menos.

Trague mi orgullo, o lo que quedaba de él y deje la cama torpemente. Cerré la habitación tras de mí y camine a paso rápido por el pasillo.

Esto era un problema, quería alejarme de todo el bullicio y volver a casa pero solo Min Ji manejaba las llaves de su cedan y en este momento no se encontraba en condiciones de hacerlo.

Una habitación abierta me daba la bienvenida, y trote a ella, una vez adentro apreté el cerrojo. Mi pecho silbaba y mi garganta seca raspaba el aire, trataba de mantener el control sobre mi respiración pero mi cuerpo no ayudaba, la chaqueta no estaba conmigo y la Tarbutalina tampoco, rasgue las paredes frente a mí y contuve el aliento, milagrosamente parecía surtir efecto cuando mis pulsaciones amenizaron su marcha.

La humillante situación aún palpitaba tan viva y fresca como el presente.

No me extrañaría que esa mojigata sea toda una zorra

Resonó en mis oídos aquel mal recuerdo.

Había dejado que su maldita frase tomara vida, y peor aún, entre sus brazos.

Escondí el rostro entre mis manos, como si aquello borrara lo ocurrido, no era lo suficientemente buena para Jimin, todo el tiempo lo supe, y aun con ello encima me atreví a cruzar las aguas.

Había llegado a un nuevo punto cero con él y estaba segura que esta vez no me recuperaría.


**************************+

A la mañana siguiente Min Ji me llevo a casa, no hizo preguntas ni comentarios innecesarios, mi rostro demacrado era toda la panorámica que necesitaba.

La semana avanzo lento y tortuoso, Jimin no volvió a hablar de aquello y yo tampoco, Jimin no volvió a mirarme a los ojos, yo tampoco.

Otro sábado, y afuera los rayos de sol se sumergían entre los vidrios, atravesando los velos color cerulean de las cortinas.

Había sido otra noche más de pesadillas y un despertar violento, tres malos sueños a la semana avisaban desde mi cabeza que algo andaba mal.

-Esta vez la entrevista será más corta, promete no dormir una vez en ella- dijo mamá y yo sonreí sin alma, últimamente se había transformado en un feo habito y es que sus palabras resonaban sin sentido en mi cabeza.

-He conocido al heredero- moví el arroz sobre mi bol, no me apetecía.

-Oh, el señor Hwang me ha hablado de ello- miraba con preocupación mi plato lleno.

-¿Que ha dicho?-

-Me ha sorprendido esa parte tan humana de él, me ha contado que encontró al pequeño solo y sin hogar-.

-¿Lo ha encontrado? ¿Cómo? He pensado que venía de alguna casa de menores-.

-Mmm... Ha dicho que el pequeño había perdido la capacidad de hablar, cuando lo encontró perdido, y que al verlo, aplico todos los procedimientos legales para mantenerse a su lado-.

-Sonaba a un chico muy normal- defendí su sano comportamiento.

-Por ello, el señor Hwang es una gran persona- movía su palillos con cada nueva palabra. -De no ser por él, el futuro de aquel pequeño seguiría siendo incierto- no estaba de acuerdo con tal afirmación, un chico cuyo rostro te es imposible divisar aun siendo cercanos, no sería nunca un chico feliz.

**************

-Adelante- decía el micrófono parlante, con un sonido muy parecido a una rocola antigua, aun entrando mil veces a este lugar me sentiría igual de incomoda, no había forma en que esta tétrica mansión se convirtiera en algo familiar, pero con el miedo y suspenso rondando en el aire, prefería mil veces este sentimiento.

La experiencia era tan envolvente que no permitía a otros pensamientos llegar a mí.

-Yoon Ki- el gran hombre de rostro ovalado mostró sus delgados dientes en una reluciente fila blanca, una tétrica expresión desde mi ángulo de visión, muy serio y sin alma. -Adelante- intento ser amable. -Tomen asiento- el hombre expelía una forzosa cordialidad que comenzaba a incomodar.

-Muchas gracias por su tiempo Sr. Hwang- mamá estaba encandilada con los nuevos atisbos de amabilidad escueta en su comportamiento.

-¿Su pequeña?- yo frotaba mis manos sobre mis brazos congelados, este lugar siempre causaba aquella sensación escalofriante.

-Yoon Hee- dijo mamá golpeando levemente mi hombro.

-Ohh... Buenas tardes mi nombre es Cha Yoon Hee, encantada- mi espalda se encorvo noventa grados y la expresión de mamá parecía de completo orgullo.

-Con que tú eres la pequeña Yoon Hee, Mi Kyung te ha estado esperando- me sorprendió aquella afirmación, Mi Kyung parecía haber hablado sobre mí. -Está arriba- supuso que ya sabía el camino.

Me despedí con una pequeña reverencia y seguí ansiosa los peldaños chirriantes camino arriba, aun con las sombras de la oscuridad, amenazando las fuertes vedas de la madera.

Tras la puerta de la gran biblioteca, se encontraba a contra luz, el chico misterioso, sentado sobre el mismo sillón de cuero que yo algún día había utilizado.

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Dark Forest (BTS: Jimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora