Aquilón

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-¡¡Jimin ya no se ve muy a menudo eh!!- un grupo de chicas discutían en el casino.

-¡Han escuchado lo que le ha hecho a su padre!- trague a prisa el pan de melón.

-¿Te sientes bien Yoon Hee?- pregunto Jin, quien desde hace varios días se sentaba junto a nosotras.

-Sí, sí, solo come, Min Ji vendrá pronto- solo quería escuchar la conversación tres bancas más adelante.

-¡¡Dicen que lo ha dejado en coma!!- todas las chicas chillaron al rededor.

-Mamá estuvo en la fiesta ese día, y dijo que el chico parecía tan fuera de sí- un nuevo grito de la multitud se apodero del lugar.

-De gente como esa hay que cuidarse- todas asintieron. -No me extrañaría que el asesino de Ganwong fuera alguien tan enfermo como él-. 

¿Que acababa de insinuar?

Demonios, el panorama era peor de los que imaginaba.

Apreté el envoltorio plástico entre los dedos, pero no era la única en ello, por el rabillo del ojo, vi como el chico de cabellos castaño blanqueaba sus nudillos alrededor del tenedor de metal.

-¿Que sientes al respecto?- interrumpí sus pensamientos.

-Impotencia- sonrió con tristeza. -Jimin siempre ha luchado contra sus temores, y su padre es el mayor de todos- era un buena amigo, lo podía notar en su voz.

-¿Pero nunca le había tocado un pelo o sí?-.

-Jimin nunca había luchado contra nadie, hasta hace un tiempo que la situación se estaba escapando de sus manos- revolvió la comida en su plato. -Él no era así definitivamente, siempre le importo lo que los demás pensaban sobre él y buscaba... sentirse bueno-.

Sentirse bueno.

-¿Sabes algo sobre su hermano gemelo?- quizás estaba pidiendo más de lo que podía realmente saber.

-No mucho realmente, solo que desapareció hace mucho tiempo, a Jimin no le gustaba tocar el tema, ni sobre su familia ni sobre sus trastornos... él solo... se alejaba cuando era necesario y volvía luego sin avisar-.

Mi tarea en el instituto siempre fue ignorar lo que pasaba a mi alrededor. 

Hasta el momento, pensé que lo conocía, a él y a su extraña faceta cínica, pero aquello era tan superficial como la incomodidad que había generado ante él.

Lo cierto era que cada día que pasaba la empatía hacia su persona crecía, pero no podía adivinar que ocurría en su mente, que cada vez se volvía mas hermética.


****************


Toque tres veces el brillante botón marrón a un costado de la puerta y la pequeña Hee Ri abrió para mí.

-¡¡Oh, mamá Yoon Hee está aquí!!- su chillona voz retumbo en los pasillos.

-Hola pequeña ¿cómo te ha tratado la vida?- me incline sobre mis rodillas y ella sonrió con sus escasos dientes de leche meciendo sus coletas al viento.

-Bien... ¡mamá ha dicho que muy pronto nos iremos a Seúl!- la situación en casa de Jimin era insostenible.

Los padres se estaban separando y el señor Park comenzaba a reclamar todo lo que era suyo, en algún momento incluso tomaría la casa, era normal que Hyo Shi pensara que mudarse a Seúl seria lo mas conveniente para las dos.

-Que bien, muchas suerte entonces- dije levantándome del suelo, cuando vi a la mujer de prendas formales y tacones ruidosos acercarse a nosotras.

-Has venido a verlo, está arriba en su cuarto- apunto al segundo piso. -No quiere salir y no ha hablado en días, solo come y duerme en su habitación oscura- susurro aquello sin que la niña pudiera oír.

Trague duro el nudo en mi garganta.

Hyo Shi me había pedido acudir en su ayuda, por alguna razón que no quiso explicar, me necesitaba junto a Jimin.

Apreté mis tensos músculos y empuñes mis manos temblorosas, para subir las escaleras, más nerviosa aun que la primera vez que había entrado en un salón de clases repleto de desconocidos.

Recorrí un blanco pasillo de madera y flores de lavanda, y una vez al final de este, tras el extenso ventanal podía divisar claramente mi habitación.

Las cortinas de un intenso cerulean con motivos de cohetes y aviones deportivos que papá había adornado para mí cuando era pequeña y las pegatinas sobre extrañas especies de árboles perenes en las paredes de mi cuarto.

Este era el otro lado del espejo, era así como Jimin podía verme, desde esta alta y blanca casa, mas pulcra y conservadora de lo que nuestra morada podía ser.

Sacudí mi cabeza con nerviosismo y golpee la puerta tres veces.

Nada.

Tres veces más y el chico parecía ignorar por completo el sonido tras la pared.

-Jimin... soy yo- dije mientras mordía mis cortas uñas.

Escuche una silla moverse y los pasos sobre la madera.

-Lo sé- contesto cansado, era su voz melodía para mis oídos -pude sentirte desde que entraste-.

¿Sentirme?

-Quieres abrir, necesito ver para regañarte- moví mi pie infinitas veces antes de ver la puerta ceder tímidamente.

-Podría hacerte daño- su voz rota estaba afectándome mas de lo que imaginaba.

-Nunca me harías daño- abrí bruscamente la puerta y el chico se alejo veloz, como un conejo asustado.

Su cuarto se mantenía oscuro con las luces apagadas y las cortinas azules cubriendo totalmente sus ventanas. 

-Jimin- dije al ver la sala destruida. -¿Que ocurrió aquí?-.

-Soy malo Yoon Hee- se envolvió entre sus propios brazos y se sentó indefenso sobre su cama desgarbada. -Todo este tiempo me he estado engañando, soy un cobarde y un maldito animal- este no era el chico que conocía, y definitivamente no era quien estaba describiendo.

-No eres malvado-.

No lo era.

-¡No mientas!- arrugo la nariz y escondió su rostro entre sus rodillas.

-Tu madre ha estado preocupada- tomo su rostro entre sus manos.

-Mamá... mamá tendrá que dejar su casa Yoon Hee... tendrá que irse de su hogar y todo por mi culpa- su voz se quebró y por primera vez en mi vida vi a Jimin llorar frente a mis ojos, era como ver el mundo desmoronarse de un solo golpe, como ver a papá derramar lagrimas.

No podía no afectarme, me sentía asustada y desprotegida, él era fuerte y yo débil, así debía ser el mundo, no al revés.

-Nada es tu culpa Jimin- me acerque tímidamente, el chico me atrapo sin previo aviso y envolvió sus brazos sobre mis caderas. Me olvide de como respirar mientras múltiples electrochoques subían y bajaban por mi cuerpo.

-Repítelo- dijo con sus labios sobre mis costillas, mis rodillas estaban flaqueando y su cuerpo se mantenía afiebrado y pegado a mí.

-Tu... tu culpa... nada es tu culpa- pude musitar torpemente.

-Las mentiras suenan tan reales saliendo de tus labios- sonrió con mas tristeza y aflicción que nunca.




Dark Forest (BTS: Jimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora