Retorcí mi cuerpo en suelo recordando antiguo sueños.
Esto parecía el largo prefacio sobre una muerte anunciada.
Sentí caer las gotas frías de sudor por mi frente, mientras el desconocido caminaba lentamente por cada tramo de la ahusada escalera.
-¡¿Quién es?!- grite tan fuerte como mis pulmones me lo permitieron.
-Quien más puede ser- Mi Kyung río con su agudo tono, mientras no paraba de avanzar en mi dirección.
-Que haces- retrocedí con prisa, hasta que el cemento a mis espaldas me lo impidió.
-No me gustan los intrusos Yoon Hee- su voz fría me recordó la noche en que estaba siendo invadida por un ataque de asma, aquella vez me sentía tan confundida que pensé que su expresión inmutable había sido una ilusión provocada por el dolor del momento. -...Y tú eres por sobre todos, la más intrusa del lugar-.
Dejo la escalera atrás y con ello el eco del metal, avanzo lentamente sobre el cemento hasta observar de cerca mi postura herida.
-¿Que no te han dicho nunca que no debes pasear sola en el oscuro bosque?-.
Su sonrisa se extendió por todo su rostro y sus blancos dientes fueron visibles.
Trague saliva asustada de su cercanía, mi corazón bombeo sangre nerviosa a todo mi cuerpo y el temor invadió mi semblante.
-Mi Kyung, que estas asiendo- quería llorar y como nunca en mi vida quería correr, pero ninguna de esas dos acciones eran posibles en este momento.
Él chico se levantó y busco en los bolsillos de su pantalón deportivo.
-No me gusta titubear sobre el asunto- una pequeña y corta daga se mecía rápido entre sus dedos -Pero francamente la espera es tan o mucho mejor... ¡Que colgar sus malditos ojos sobre mi lindo escaparate!-.
-¡¡¡Ahhhh¡¡¡- había hundido violentamente el arma sobre mi mano derecha perforando a su vez el duro piso de cemento.
La punzada de dolor se extendió por todo mi cuerpo, sentí afiebrarse mi piel, y el espeso liquido caer sobre el suelo.
Estaba asustada.
No.
Estaba muerta de miedo, frente a este revelador Mi Kyung tan violento y siniestro.
Entre las punzadas de dolor solo pude recordar a Jimin, con sus ojos abiertos sobre mí, suplicando no ver más a su hermano.
¿Que pudo haber hecho el chico frente a mí para provocarle tanto miedo?
-Mi... Mi Kyung- dije con la voz en la garganta. Con una mano clavada al piso, una pierna rota y el brazo dislocado, mis posibles movimientos eran limitados, casi nulos. -... que estas asiendo...-.
Camino rápidamente en dirección al otro extremo de la sala y arrastro hasta su centro lo que parecía una mesa metálica de pabellón.
Con la respiración entre cortada volvió junto a mí, saco la daga de mi mano y la tiro sobre el metal chirriante.
Enredo sus dedos sobre mi nuca y me arrastro hasta la otra esquina de la habitación.
-Nadie es libre en esta vida...- decía mientras me arrastraba lentamente, estirando fuertemente la piel sobre mi casco, obligándome a gatear sobre la áspera sala -... y por supuesto nada es gratis- detuvo su marcha bajo un claro de sol que las llanuras de la pequeña ventana permitía.
Era su expresión estoica la que me carcomía por dentro.
¿Qué estaba pasando por su mente?
Era un misterio.
¿Que haría conmigo?
Lo más probable, matarme.
Contuve el aliento y mordí mi lengua evitando que el llanto cayera por mis mejillas.
-Solo míralos a ellos, han pagado por sus culpas en carne viva.
Apunto bajo las escaleras y oscuras depresiones bajo la luz se diferenciaban de la linealidad producida por el cemento.
-¡Ahhhh!- el grito fue inevitable, al enfocar mis ojos y acostumbrarlos a las penumbras.
Dos hombres colgaban de sus muñecas con una pose de rendición.
Mantenían sus cabezas en alto debido a las múltiples, largas y finas dagas que perforaban sus cuellos.
Las manchas de sangre sobre sus ropas se extendían como cascadas por todo su cuerpo y lograban formar un amplio charco de líquido oscuro sobre el suelo.
-A-yu-da-me- fueron las últimas palabras que el señor Park pudo pronunciar casi como un susurro, antes de que su cuerpo se rindiera ante la gravedad y su cabeza callera hacia atrás, entregando una tétrica panorámica de su garganta empalada por brillantes cuchillos.
-Eh cortados sus tendones para que no saliera huyendo- susurro sobre mi oreja, con una sonrisa imperturbable mientras cada palabras salía de su boca.
Quise reusar la mirada, pero fue inevitable saber de quien se trataba el cuerpo a su lado.
Un hombre de contextura delgada sostenía las manos en alto debido a las cadenas atadas a la escalera.
Mi corazón dio un vuelco al reconocer las arrugas y blancos dientes del viejo Hwang. Aparte de aquellos rasgos, no había ya más nada humano en él.
Sus glóbulos oculares habían sido arrancados de sus ojos y parecía mirar hacia el infinito con lágrimas de sangre cayendo por sus mejillas.
El señor Hwang nunca se había ido.
Llevaba muerto ya varios días, el fuerte hedor que expelía su cuerpo y las moscas furiosas que zumbaban a su alrededor lo delataban.
Recordé a Mi Kyung y yo hablando en el sofá de su sala de estar, solo días atrás, sin la remota idea, de lo que ocurría en este lugar.
-Es la primera vez que mato para hacer justicia, solía ser solo un pasatiempo- tomo más fuerte aun el agarre de mi cabeza y grite llevando mis manos sobre estas.
El chico me levanto del suelo, tirándome sobre lo que ahora parecía una camilla de metal, sentí crujir una costilla y ahogue el dolor entre mis labios.
-Háblame de ti Yoon Hee, no tienes preguntas para mí- dijo mientras ataba sobre mi regazo gruesos trapos de tela.- Siempre tan callada, sin una pregunta mordaz o incomoda en los labios. Eso me ha gustado de ti, tu indiferencia total hacia los demás, casi tan parecida a mí-.
Acerco su rostro al mío y me observo desde lo alto.
-Sa... sabe Jimin de esto- llore no soportando los pensamientos sobre lo que se avecinaba.
El chico dudo por un minuto, y giro su cuerpo como un pequeño niño al que se le es regañado por robar un chocolate.
-¡Le he mostrado lo que mi justicia ha podido hacer! ¡¡Aquello que la ley ignoro!!- grito con furia. -Y me ha tratado como un monstruo ¡¿puedes creerlo?! ¡Se ha convertido en un maldito cobarde! y pensar que alguna vez lo adore ¡¡Pero ya no más!!- tomo nuevamente la daga entre su dedos, y jugo con ella ahora cubierta por mi propia sangre, levanto el dobladillo de mi blusa. -¡Ahora será el quien se convierta en la sombra!- perforo mi estómago con un movimiento limpio. El dolor volvió a resurgir ahora sobre mi pelvis, sentí la sangre caer a borbotones mientras pegaba la tela húmeda a mi piel.
-¡¡¡¡AAAHHH!!!!- mi grito de dolor lleno el silencio de la sala por un momento.
-Grita para mí, solo eso quiero oír antes de verte morir-.
Ante penúltimo capitulo
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Dark Forest (BTS: Jimin)
Fiksi PenggemarEl gran camión de mudanzas había llegado y mamá corría con la vajilla fina entre los brazos. El llevaba zapatillas de deporte y una gorra de beisball sobre la cabeza, caminaba con seguridad a pesar de solo tener ocho años, sus ojos curiosos buscaban...