Vaho

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Cuando papá murió apenas tenía trece años, busque en mi armario el vestido más hermoso y blanco que tenía, un lindo regalo de mi padre.

Mamá se sorprendió por un instante al verme, luego me acuno entre sus nerviosos brazos y lloro, lloro como lo había hecho las ultimas cuarenta y ocho horas, ella sabía lo especial que aquel vestido era para papá, pero la gente al rededor no, y las miradas de reproche y enojo no tardaron en aparecer en la multitud.

Como se atreve a vestir de blanco

Ya no es una niña para no saber lo que hace

No hay respeto por la memoria del Sr. Cha

Eran personas lejanas que en su vida habían conocido bien a papá pero que fácilmente podían criticar a su hija en pleno funeral. Entonces mamá pidió que cambiara mis ropas, y las lágrimas sobre mis ojos no tardaron en salir.

De algo estaba clara en ese momento, respetaria su memoria, pero no lo haría cuando a la gente le pareciera.

Salí de casa de la abuela respirando aire puro, y fue ahí cuando lo divise, la espesura del follaje, la vigorosidad de sus troncos, y la divergencia de sus raíces a flor del suelo.

Esa fue la primera vez que entendí que era lo que papá había visto en este oscuro lugar olvidado por Dios. 

La naturaleza y lo indómito eran uno solo, y quería sumergirme en ello, más de lo que mi cuerpo me lo permitía, entonces corrí, corrí como si no hubiera mañana, como si aquello fuera mi estado natural, como si mi vida dependiera de ello y al final de la tarde, la laguna del In Cheong estaba frente a mis ojos. 

Había recorrido más de cinco kilómetros y los antiguamente charoles blancos estaban teñidos de un marrón oscuro, mientras la delicada falda blanca de algodón estaba cubierta de hojas y ramas rotas, pero el sentimiento de tranquilidad era abrazador.


Correr, desde entonces lo único que puedo hacer es correr, no puedo detenerme y ayudar a nadie, porque solo puedo correr.


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Rápida entre el follaje, siento la brizna de la hierba clavarse en mis tobillos. El sol se había puesto hace una hora pero el vapor todavía permanecía en el aire y mi espalda repentinamente se enfrió con la ligera capa de sudor cayendo por mi espina dorsal.

Una extraña sensación invadió mi cuerpo, estaba siendo observada, desde alguna parte del bosque, alguien seguía mis pasos, no me encontraba sola, y por primera vez en mucho tiempo sentí miedo. 

Fue estúpido pensar que sin mamá en casa no corría ningún peligro, busque a mi alrededor, pero la bruma espesa solo permitía a las sombras rondar.

Entonces escuche el rápido crepitar de ramas sobre el suelo, haciéndose cada vez mas débil.

Corrí por entre la ramas, que golpeaban fuertemente mi rostro, la niebla era un problema y el frió otro, las heridas sobre mi rostro ardían con el roce del viento congelado, pero al menos la carretera estaba cerca, al llegar a las orillas del camino, las sombras de un auto se perdieron en la espesura del agua condensada en el aire. Una crisis mental afecto mi marcha.

Alguien había estado en el bosque, y realmente estaba siendo observada desde algún lugar, pero ¿Desde qué momento? ¿Quién podía ser? ¿Estaba verdaderamente a salvo? 

Cada pregunta sin respuesta me exasperaba más y me sentí tan frágil e indefensa como un pequeño niño perdido.

El derrape de un auto me llevo devuelta a la realidad, un elegante Mercedes Benz negro freno estrepitosamente ante mí, y yo aun sin poder reaccionar. 

La puerta del piloto se abrió de estruendo y un alarmado señor Hwang, corrió a mi encuentro.

-¿Yoon Hee, es así? ¿Ese es su nombre cierto?- asentí entre sollozos, sus manos nerviosas volaban a mi alrededor no seguras de poder tocarme. -¿Dónde está tu madre?- busco entre los árboles y la bruma, pero no había nada humano allí. -Vamos te llevare a casa- trato de conducirme a el auto pero mi cuerpo lo renegó, tenía miedo y temor, y una casa vacía no era el lugar apropiado para ir en este momento.

-No quier... no quiero ir a casa- llanto y suplicio en una sola frase, nervioso froto su nuca y pareció encontrar una respuesta a sus interrogantes.

-No iras a casa entonces, te llevare con Mi Kyung- cualquier lugar era mejor que la soledad y el silencio sepulcral de mi hogar.


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Las puertas chirriantes se abrieron antes de nuestra llegada y el gran mercedes se sacudió sobre la tierra blanda.

Su puerta se abrió y espero a que la mía también, baje aun con el corazón en la mano, pero con un poco más de paz.

-¡Estoy en casa!- su voz retumbo por la gran sala vacía y oscura, los escalofríos de lo conocido era una mejor sensación. -¿Te gustaría descansar?- no sabía qué hacer con mi presencia, se podía notar sobre sus incómodos movimientos.

-Solo quiero ver a Mi Kyung- solo necesitaba oír su tranquilizadora voz y todo se calmaría en mi interior.

-Entonces le avisare- subió firmemente las escaleras y la soledad se apodero del lugar, unos minutos después el señor Hwang me indico la biblioteca contigua junto a el primer piso. 

Un salón cuatro veces más pequeño que el de la planta alta, pero más cómodo y libre. Apenas abrí las puertas del lugar la oscuridad total invadió mis ojos, las luces se habían apagado violentamente y los mosquitos ópticos se arremolinaban sobre mis corneas.

Un chillido salió de mis adentros, me sentía nerviosa y asustada, no era momento para movimientos rápidos. 

-¡Mi Kyung!- solloce en la habitación y los pasos rápidos se escucharon sobre la alfombra.

-Lo siento Yoon Hee- su voz sobre mi nuca indicaban que no me encontraba sola. Sus manos buscaron las mías y por primera vez podía sentir su cercanía. Almizcle, era la fragancia que su cuerpo desprendía. -Me sorprendiste- sonrió, y una brisa suave soplo las heridas y sacudió los cabellos de mi frente.

-Estoy algo exaltada, lo siento si te asuste- susurre. Sus brazos me acunaron en un cálido abrazo, y solo eso fue suficiente para sentirme a salvo.








Dark Forest (BTS: Jimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora