Ciudad

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Los ojos de Corea se posicionaron sobre Ganwong.

El pequeño pueblo se hizo famoso entre los habitantes de todo un país, una fría tarde de invierno sin nieve. Desde el famoso caso del asesino serial Yoo Young Chul en 2003, que no ocurría algo semejante. Fue por eso que los rumores sobre sus crímenes se esparcieron como un virus en los foros de internet, y generaron grandes especulaciones al respecto. La prensa bautizo a Mi Kyung como "El asesino del bosque oscuro" llenando páginas y páginas con sus terroríficos métodos de tortura y asesinato. Por su parte, la Policía sentencio la falta evidencias y testigos para encontrar al asesino, alimentando con esto el temor de la población.

Los torturados cuerpos de Hwang Kim Sam y Park Oh Wong fueron encontrados sin vida dentro de las inmediaciones del recinto, junto a una tétrica colección de glóbulos oculares meticulosamente conservados, las que ayudaron a facilitar la identificación de muchas víctimas.

La policía común y el SWAT acudieron tantas veces a mí, en busca de pistas y respuestas, como les fue legalmente posible.

La teorías sobre su nacimiento como asesino fueron infinitas, pero todas infundadas, solo los Park quedaban vivos, como testigos de su misteriosa infancia. Por ello, fueron altamente protegidos, siempre a esperas del peor escenario, a manos de Mi Kyung o algún alguna victima vengativa.

En cuanto a mí, me sumergí en la empeñosa idea de superar todo y dejarlo atrás. Pero muchas veces cuando las luces de mi habitación se apagaban, podía escuchar el reconocible toc, toc, toc de sus zapatos, ver su estoica sonrisa y sentir la daga perforando y retorciendo mis entrañas.

Todo en Ganwong estaba muerto, si Mi Kyung quiso alguna vez una gran tragedia, lo había conseguido con creces. En donde sea que estuviera, saborearía cada vida marchita por sus horribles y macabros crímenes.

-¡¡Tienes todo!!- mamá grito desde su cuarto.

Observe sobre las paredes desnudas los recuerdos de toda una vida desmoronarse. Trague el nudo en mi garganta y toque sobre mi cintura la gruesa carnosidad que se extendía sobre mi piel. Admire por la ventana, la gruesa hiedra empinada sobre la red ocultando el oscuro cuarto al otro extremo de la pequeña cerca.

Vacio, todo estaba vacío y sin vida.

-Yoon Hee ¿está todo bien?- mamá apareció tras el marco de mi habitación.

-Todo está bien- sonreí por un minuto y continúe empacando mi equipaje sobre la gran maleta, enfocada en no dejar ningún recuerdo de papá al aire.

-¿Terminaste de empacar?- apoyo su espalda contra el umbral de la puerta que daba al pasillo.

-Todo está en su sitio- suspire pesadamente y golpee levemente la última caja de cartón sobre la cama.

-¿No llevaras esto?- atrajo desde la alta repisa sobre el interruptor un pequeño frasco de cristal. -Oh... solo es madera-.

Sentí mi garganta seca y corrí en busca del pequeño frasco de cristal entre sus manos.

La lagrimas comenzaron a caer por mis ojos, sin poderse detener.

Luego de que Jimin se había ido de Ganwong llore a mares mientras mamá me contenía y observaba sufrir.

Pero el dolor era igual o más para ella, por eso había decidido no derramar ni una sola lágrima más, aunque continuara muriéndome por dentro. Pero en estos momentos no había nada que pudiera detener el horrible dolor que sentía apoderarse de mi pecho.

-¡¿Que es hija?!- estaba más que alarmada ante mi repentino cambio de humor.

-¡Es un Serval!- mire a mamá entre lagrimas y ella aun no podía comprender mi tristeza -¡Es corteza de Serval!- solo me acuno entre sus brazos mientras aplicaba pequeños golpecitos sobre mi espalda nerviosa.

-Shhh- parecía saber que se trataba de Jimin, pero omitió cualquier comentario.

No quería hablar al respecto, mamá había cortado cualquier lazo con los Park desde el momento en que Jimin me había dejado sola en el bosque.

Nunca se lo perdono, y al parecer él tampoco lo hizo.

Esa tarde en la mansión, Jimin contacto a mi madre, la ambulancia y la policía, fue atendido por rasguños menores, pero tras unas cuantas horas en el recinto hospitalario desapareció con todas sus pertenencia.

Los Park dejaron Ganwong atrás, sin arrepentimientos, de un día para otro, llevándose con ellos una parte importante de mi vida.

A mamá no le gustaba sacar el tema a colación y mucho menos verme destrozado en llanto como en este momento lo hacía, por lo que ella decía era un vil muchacho que no valía la pena.

-Saldremos adelante- su voz era un murmullo mientras intentaba contener las lagrimas.



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Las maletas ocupaban la gran extensión del asiento trasero mientras las cajas parecían querer reventar en el maletero.

Era todo, toda una vida envuelta en cajas.

Mamá había conseguido un trabajo hace mucho tiempo atrás en un renombrado periódico de Seúl, pero no había aceptado apelando siempre a mi bienestar.

Ahora mi bienestar estaba fuera de este lugar, tanto como mis recuerdos me lo permitieran.

Enrolle mis brazos alrededor de mi cuerpo y acomode el suave chaleco color marfil sobre mi regazo.

-¡Debemos irnos!- mamá apretó el claxon repetidas veces.

-¡Ya va!- corrí por el patio de casa y me adentre en el pequeño cedan gris una vez más.



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Los grandes bosques de Ganwong pasaron ante mis ojos como borrosas panorámicas infinitas, mientras los campos de arroz se mantenían inmutables y pulcros en sus grandes extensiones de hectáreas.

Las planicies fueron cada vez mas lisas y los frondosos árboles fueron reemplazados por grandes armazones de sementó que se elevaban majestuosamente buscando tocar el cielo.

Mi mundo estaba cambiando y yo solo podía apretar con fuerza el pequeño receptáculo de cristal entre mis manos, con la esperanza de volverlo a ver.

Sabía muy bien que irían a Seúl, su pequeña prima lo comento alguna vez en el pasado, solo podía confiar en que una vez en la ciudad, lo sentiría como él a mí y sería capaz de encontrarle.

Quería tenerlo frente a mis ojos, golpear fuertemente su hígado y una vez liberada mi ira, decirle lo irremediablemente enamorada que estaba de él.


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Dark Forest (BTS: Jimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora