Galerna

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La galerna afuera había descendido desde anoche y a las seis de la mañana solo el silbido menor del aire contra los arboles del patio trasero podía ser oído.

El descenso de un automóvil me despertó de un sueño poco llevadero. Los pasos sobre el porche de los vecinos elevo mi atención, la puerta fue abierta con un fuerte golpe y los pasos rápidos sobre la escalera, advertían que alguien había bajado a encontrarse con el desconocido.

Solo la ronca voz de un hombre retumbo sobre las paredes y el ahora, salvaje viento afuera.

El señor Park estaba en casa, era su forma de marcar territorio, una voz grave, y un cuerpo vigoroso advertían a cualquier desconocido que el aun poseía el poder sobre su olvidada familia.

Al menos una vez cada tres meses volvía a su morada.

No parecían quererle en casa, la señora Park, era una mujer melancólica y silenciosa, nunca se repuso de la muerte de su pequeño hijo, en cuanto a Jimin si bien disfrutaba de las ventajas que ser su hijo conllevaba, nunca lo había visto orgulloso de ser de la misma sangre.

Él tenía a sus dos padres con vida, pero definitivamente era una relación rota sin retorno.

Según mi experiencia tras diez años de observación, el señor Park era un hombre violento, él no golpeaba, tenía las manos limpias, pero lo dudaba de su conciencia. Actos deshonestos de su parte volaban como chismes en el aire.

No le importaba ser la comidilla del pueblo si conseguía lo que quería, dinero, y más dinero.

De manera rutinaria, rompió la serenidad de su morada con un fuerte golpe bajo el umbral, se oyó un cristal roto sobre el suelo y a la señora Park corriendo por las escaleras, algo nuevo había esta vez, los murmullos de la señora Park, ella nunca había respondido a sus gritos, pero en este momento lo hacía.

-¡¡No me interesa que este durmiendo!!- el señor Park grito tan fuerte que las palabras fueron claramente audibles desde mi lecho.

Subió las escaleras torpe y descontrolado.

-¡¡Tu, tú has cambiado las cerraduras de mi casa!!- y mi estómago dio un vuelco, una mezcla entre miedo y expectación, sabia a quien se refería, su voz era clara y firme en el único lugar de la casa más cercano a mi cuarto, el cuarto de Jimin.

-¡¡Quién demonios te crees para entrar en esta casa así!!-grito, como si nunca hubiera estado durmiendo, el desprecio e ira se retorcía en cada frase que expelía. -¡¡Tú ya no eres parte de nuestra familia!!-

-¡Jimin!- grito la señora Park, Hyo Ri si mal no recordaba.

-Déjalo- el señor Park parecía haber retomado sus estribos -Este pequeño desgraciado siempre habla sobre esto. ¡El problema es que aun vives bajo mi techo y sigues comiendo de mi comida!- sus pasos sobre la madera indicaban que se acercaban uno al otro y yo no podía pestañar aun, acurrucada bajo mis mantas escuchando la intensa escena al otro lado del lugar. -Dime hijo, ya te has tomado las pastillas, no vaya a ser cosa que pierdas tus últimos dejes de cordura ¡Maldito desquiciado!-.

-¡¡Oh Won!!- grito la madre de Jimin tan tomada en cuenta como mi presencia.

-¡¡Vete a la mierda Park, tú y tu maldito dinero!!- grito Jimin lleno de odio. Un golpe piel a piel fue lo último que escuche antes de que su puerta fuera golpeada contra el marco de la habitación.

Los pasos del señor Park se perdieron bajo el primer piso y con un fuerte rugido de su motor dejo el lugar hecho un lio. Las cosas sobre su habitación comenzaron a romperse contra las paredes. Los jadeos descontrolados de Jimin advertían que estaba fuera de sí, la puerta volvió a abrirse, esta vez la voz de Hyo Shi, retumbo sobre las paredes.

-¡¡Para!!- pero Jimin no escuchaba escusas, estaba hecho un desastre de nervios. -Tienes que calmarte- su tono bajo, seguramente sus manos habían capturado su nervioso rostro, y de pronto me sentí jodidamente celosa de su tía. -Trata de respirar- lloraba junto a Jimin quien descontrolado soltó un largo sollozo.

-¡No lo soporto, me iré de aquí apenas pueda!- solo deseaba que aquellas palabras fueran causadas por su descontrolada personalidad en este momento.

-¡No, no lo harás!- afirmo ella. -Sabes que si te vas perderás lo único que te mantiene en tus cabales-.

-¡O... no... ahora eso es imposible! ¡¡ La he cagado Hyo Shi!!- el viento afuera se había detenido y sus voces eran tan claras como si se encontraran junto a mí. -La he cagado, no me pude resistir y la he cagado, ahora nada será igual- sus palabras llenas de melancolía doblegaban mi ser.

¿Qué acto podía haber cometido Jimin para no merecer perdón alguno por ello?

-¡Oh por Dios Jimin, que le has hecho!- no sonaba condescendiente en este momento de hecho su tono había cambiado. Comenzaba a dudar de los estribos de Jimin, quizás había golpeado o herido a alguien en estos días.

-¡¡Ya no sé qué hacer!!- Jimin grito más fuerte, la ansiedad había vuelto.

-Shhhh- se escuchaba sobre la habitación, Hyo Shi lo consolaba cual pequeño. -Ya sabrás como solucionarlo- su voz de consuelo era un murmullo. -Solo tienes que calmarte-.


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Después de esa madrugada, las cosas comenzaron a oscurecer, las muertes en Ganwong se extendieron a toda la provincia, no solo Chuncheon en el oeste había sido víctima de secuestros sin pistas, también habían casos al este y el sur y más allá de la cordillera cerca de la Línea de Demarcación Milita, y fuera de los marcos legales de la Corea capitalista, los o el asesino, había comenzado a invadir tierras del norte.

Nadie estaba a salvo y se notaba en el aire electrificado.

Las personas se volvieron más herméticas, la seguridad redoblo sus recursos, los policías de Seúl venían en nuestra ayuda, y el pequeño pueblo de Ganwong se había transformado rápidamente en una jaula humana.

En el instituto, nadie mostraba temor, pero cuando las luces se apagaban de improvisto, la gente se alarmaba sin razón, todos estábamos aterrados, y nadie podía mofarse de su estatus. Las personas mantenían la guardia alta y el silencio en los pasillos era más notable día tras día.

Pero aun había chicos que no lo entendían, los rudos, los arriesgados, siempre había uno que otro en estos lugares, aquellos que en las películas de terror, se transformaban rápidamente en la primera víctima.

Últimamente Jimin había pasado a formar parte de ellos, de niño bueno, popular y mujeriego a imperturbable manojo de nervios, volátil y siniestro pero aun mujeriego. Las estúpidas chicas gustaban de esta nueva faceta que mostraba, ignorando por completo que muy dentro de él algo se estaba pudriendo.

Si alguna vez rozo lo legalmente correcto, esta vez, no podía importarle menos la buena sociedad.

Dark Forest (BTS: Jimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora