Jimin tenía aquel rostro de rasgos angelicales que las chicas apreciaban, por el contrario su cuerpo de adolescente desarrollado causaba más que murmuraciones entre las estudiantes, él sabía perfectamente sus puntos fuertes y disimulaba sus falencias, mantenía una sonrisa extrañamente amable pero parecía mantener su distancia de la gente a su alrededor como si nadie fuera lo suficientemente bueno para él. Las chicas y él solían congeniar muy bien, pero no parecía durar lo suficiente con alguien para tildarlo de relación.
Jimin era un muchacho correcto que rosaba lo ilegal, un misterio que mientras mas vislumbraba mas comenzaba a mutar.
Él junto a Tae Hyung eran los fieles representantes de la popularidad dentro de nuestro salón, los demás se repartían entre cursos mayores y uno que otro neófito con suerte, quienes poseían la atención y miradas de todo el alumnado.
El instituto era un centro social donde las divisiones eran marcabas por las amistades, y el mundo giraba en redentor de estos chicos, que queriendo o no, se habían transformado en una especie de ley única y absoluta.
-¡¡Jimin por amor de Dios bájame en este momento!!- mi única vista era su erguida espalda, pero por la sensación del viento sabía que mis pantaletas se encontraban al descubierto.
-Te lo advertí- abriendo la puerta del copiloto soltó mi cuerpo sobre la asiento relleno, había sido devaluada a un bulto de carga sin derechos ni voz.
El fuerte golpe contra la silla me hizo reaccionar con furia, pensaba armar un escándalo y con suerte golpear su codiciado rostro, pero fue mucho más rápido y en un santiamén me encontraba escupiendo injurias en un espacio reducido con seguros a prueba de niños que impedían escape alguno.
Su sonrisa, su maldita sonrisa de victoria se burlaba de mi patética actuación. Definitivamente estábamos ofreciendo una suculenta historia para desmenuzar en los cotilleos diarios del instituto y él estaba tan consiente como yo, pero aun con mil ojos sobre nosotros su atención se encontraba completamente sobre mí y esta colérica situación.
-Si te calmas te llevare a casa- modulo entre sus labios mientras parecía disfrutar de mi desgracia.
-No quiero- sabía que aquello no traería buenos resultados y así fue, Jimin dio media vuelta sobre sí mismo y camino a paso lento hacia sus amigos quienes observaban tan perplejos como los parias a nuestro alrededor, era muy capaz de dejarme encerrada en aquel pequeño espacio sin ventilación, por lo que no dude en golpear las ventanas para llamar nuevamente su atención. -Está bien- vocalice cuando sus ojos se encontraron con los míos, se hizo paso entre la multitud, que para aquel momento redoblaba la cantidad inicial.
-Iremos a casa- dijo abriendo la puerta lateral y acomodándose sobre el asiento, la maquina no tardo en ponerse en movimiento, con la seguidilla de espectadores sobre nosotros.
Parecía la salida de un matrimonio desde la iglesia, más que dos estudiantes montando un berrinche. Una vez en la carretera, el silencio se hizo incomodo entre los dos, Jimin había llevado muy lejos los juegos esta vez, y mi imagen sobre él nuevamente había caído a un punto muerto.
Podía comportarse como un buen chico que cuidaba de mi, y de pronto estaba empujándome al borde sin importarle si caía en el intento.
Encorve mi cuerpo sobre el asiento y dirigí toda mi atención a la vegetación circundante, apegue las rodillas a mi pecho y deje que las lágrimas llenaran mis ojos.
-Esta vez te has excedido- dije mientras sorbía los mocos que las lágrimas producían.
-¿Estas llorando otra vez?- su voz sonaba culpable. -Te he advertido de las consecuencias, Yoon Hee-.
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Dark Forest (BTS: Jimin)
FanfictionEl gran camión de mudanzas había llegado y mamá corría con la vajilla fina entre los brazos. El llevaba zapatillas de deporte y una gorra de beisball sobre la cabeza, caminaba con seguridad a pesar de solo tener ocho años, sus ojos curiosos buscaban...