Dark Forest (BTS: Jimin)

Brisa

Volví a casa con un nudo en la garganta y la impotencia a flor de piel.

Al ver al chico envuelto entre sus propios brazos lleno de miedo e inhibiciones que le impedían volver a su antigua vida o al menos llevar una normal.

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Jimin caminaba a mi lado de manera cómoda con un sentido de pertenencia en su pose altiva.

-Debes hablar con Mi Kyung- acomode los libros sobre el estante y continué caminando a su lado.

-Lo sé- sus cejas bajaron levemente y una mueca de preocupación invadió su rostro. -Es solo que no me quiere ver- mordió su labio inferior y suspiro profundamente.

-Solo espera un poco, yo solucionare eso- sus ojos me siguieron en todo momento, mientras caminábamos por los transitados pasillos del instituto.

Los ojos ajenos se habían acostumbrado a nuestra rutina juntos, y yo podía comenzar a caminar tranquilamente sin la expectación sobre cada paso que daba.

-La reina de hielo a roto su coraza- sonrió con sus ojos.

-La reina de hielo tiene sentimientos, sabes- golpee levemente su hombro, antes de despedirnos en el pasillo que daba al gimnasio central.

-Lo se... y eso me gusta más- sus labios buscaron los míos, y por un instantes su carne suave rozo la mía.

-Jimin- susurre cuando la distancia entre nosotros fue más de cinco centímetros -sabes que en el instituto no puedes...-

-Ni en casa, ni fuera de clases... esto comienza a cansarme Yoon Hee- froto sus brillantes cabellos cortos y sonrió sobre mis labios.

-Cuando quieras podemos terminarlo-.

-Ni en un millón de años- me levanto del suelo, sin ningún esfuerzo, mi cabeza sobrepaso su altura y mis brazos fueron acorralados sobre su pecho.- De pronto ciento la urgencia de saltarme las clases del día- trague nerviosa y me retorcí inútilmente entre sus brazos.

El chico rió en voz alta, solo podía propinarle cosquillas con mis movimientos erráticos.

-Estas colgando de un hilo Jimin, no pienses cosas estúpidas- dije una vez me deposito sobre el suelo, alise mi falda plisada y peine mis largos cabellos. Suspire hondamente sacando todo nerviosismo de mi postura y hable. -Ten- tendí mi puño al aire y el chico cubrió su rostro instintivamente.

Entreabrió sigiloso solo un ojo bajo sus brazos y extendí mi palma en su dirección.

-¿Qué es?- pregunto aun sin poder fiarse completamente de mi.

-Corteza de ciprés- extendí el pequeño collar sobre mis dedos. Había pasado un largo día investigando al respecto.

El solo elevo una ceja mientras depositaba toscamente el diminuto frasco de cristal entre sus dedos.

-Tú me estás dando esto a mi- la sonrisa sobre sus labios se extendió de lado a lado.

-Mi cumpleaños es el veintitrés de enero y mi árbol es el Ciprés- escucho atentamente mi explicación, mientras yo moría de vergüenza con cada nueva frase. -Por lo que el tuyo es el Serbal, así que espero mi colgante-.

-¿Quieres... que yo te de un pedazo de árbol?- sonrió sorprendido. -¿Así quieres sellar nuestro amor eterno?-.

Maldito bastardo engreído, y yo aquí intentando ser... condescendiente.