Capítulo 7.

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Capítulo 7.


                  

GISELLE POV.

Tenía pensado plantarle cara. Desarmarla.

Tenía pensado decirle mil cosas.

Tenía pensado darle una bofetada por irse de ese modo.

Tenía pensado gritarle y reclamarle mis derechos.

Tenía pensado preguntarle el por qué.

Salí con Leo el suficiente tiempo como para aburrirme de él y acabar en la habitación de Aina tumbada en la cama. Esperando a que ella llegase.

Se fue por la mañana y desde ahí nadie ha sabido nada de ella.

Al fin y al cabo es una persona independiente y sé que no debería preocuparme... pero en el fondo, aunque quiera tumbarle los dientes de un puñetazo tengo miedo de qué la habría podido pasar.

A todo el mundo en esta casa le resulta normal, no le es atípico que ella se vaya por horas y horas. No les preocupa.

Sé que es como un felino... que sólo cuando quiere te busca y se permite mimar diez minutos al día, sé que en esa mirada lleva escrita tantas cosas... es como un grito de: "Sé mil cosas de la vida que tú no deberías saber" o "No te acerques a mí porque te traicionaré".

Sí, exactamente, Aina es un leopardo.

Un leopardo hermoso que pagarías por poder acariciar pero que si le da el pronto te arranca el brazo de un mordisco.

Uno de esos solitarios que ves corriendo y dices "joder, qué bonito es, ¿cómo la naturaleza ha creado a un animal tan perfecto?" pero luego le sigues con la mirada y ves que ha matado a una pobre gacela y la tiene colgada de un árbol sangrando.

Eso es Aina. Exactamente. Lo más hermoso y con apariencia inofensiva en el mundo pero un depredador de cojones que te hace correr por tu vida sabiendo que la tiene en sus manos.

Es obvio, un leopardo sabe en el momento en el que tiene una presa en bandeja y juega con ellas para divertirse un rato y luego las muerde el cuello para arrastrarlas hasta su árbol y comérselas con risas de por medio.

Y con patatas.

A mí me tiene en una bandeja bien expuesta, con salsa por encima y una gran guarnición al lado.

Aina me tiene loca.

Desistí. No porque quisiese si no porque me venció el sueño.

No fue hasta las cuatro de la mañana que desperté de un fuerte golpe.

Me froté los ojos y me asomé a la ventana, ella estaba tirada en el suelo riéndose con la escalera por encima, al parecer alguien se había caído.

Ella se puso en pie, volvió a colocar la escalera y se cayó de culo entre risas otra vez. Estaba feliz.

Abrí la ventana mirándola desafiante mientras ella no paraba de soltar esa risa incómoda rodando por el césped del jardín.

-Aina- llamé y ella abrió los ojos para verme y saludarme coqueta.

-Hola guapa- volvió a reírse y yo rodé los ojos.

-¿Qué te pasa?

-Nada, voy a entrar en casa- se tambaleó y consiguió ponerse en pie para ir hacia el cobertizo en el que su tío guardaba todas las herramientas.

-Aina, esa no es la puerta de casa.

Ella me miró, soltó un hipo y abrió la puerta- ¿Cómo qué no? - entró y encendió la luz - Mira, una tostadora- la alzó - Estoy en la cocina.

La novia de mi primo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora