Capítulo 30.

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Capítulo 30.


GISELLE POV.


-¿Algo que quieras contarme?  - tragué saliva, ¿era esto una pregunta trampa?

Noté las manos cálidas de Dakota en lo bajo de mi espalda al meter la fina blusa nada escotada azul cielo por dentro de la falda.

Miré mis brazos desnudos y ella me miró a través del espejo que me quedaba en frente , en el que podía contemplar todo mi cuerpo.

-Por favor, si quiere saber algo sólo preguntemelo - no quise sonar grosera pero sus movimientos pararon.

Miré a mi falda, blanca, lisa, algo por encima de mis tobillos y con ciertos dibujos estampados en azul, parecía de nuevo, ropa de otra época.

Ella esperó mi mirada y decidí alzarla.

Sonrió débilmente - Chica directa, me gusta - movió el cuello levemente.

Me quedé callada cuando ella abrió una cajita de madera y sacó un largo collar de perlas.

Lo llevó hasta mi cuello y lo abrochó despacio - ¿Hablaste con Aina?

-Sí - susurré.

-¿De qué?

-Hablamos del pueblo.

-¿Segura?

Si algo me había dejado claro Aina era que Dakota se enteraba de todo, y lo peor, que odiaba las mentiras.

-Dijo que me amaba - solté con un hilo de voz y escuché como se cerraba la caja de golpe.

Dakota negó una vez y volvió con unos pendientes que colocó en su lugar - ¿Y tú lo haces?

-Sí - murmuré.

-¿Por qué no estáis juntas?

Me giré despacio notando como la madera crujía bajo mis pies y miré su bonito vestido.

-Es complicado señora - negué y ella alzó una de sus finas cejas - Estoy saliendo con su primo, Leo.

-¡Ogr! , ¡Ese indeseable crío! - negó y chasqueó la lengua - ¡Ya me gustaría a mí que se muriese de sed y fuese a beber al pantano! - me quedé sin entenderlo - Giselle Howard, si bebes del pantano lo más probable es que bebas huevos de mosquito y mosca y acabes con gusanos bajo tu piel y con lombrices en tu estómago - noté una arcada.

-¿Cómo se quitan esos gusanos...?

-Ven por aquí - movió dos dedos y giró para sacarme al patio y acariciar a uno de esos pobres perros que sí se morían de sed.

Retiró su pelaje y pude ver las marcas blancas del cuerpo de esos parásitos.

-Aprietas sobre ellos, como un grano- hizo un leve movimiento y salió un gusano. - Nos sirve para pescar - dijo seria cuando vio como el perro se lo comía.

-Eso fue asqueroso... pero, necesita ayuda, ¿no?

-Aina está a ello, estoy segura de que querrás hacerlo con ella - sonó un cristal roto y ella y yo nos giramos - Hablando del rey de Roma...

Entramos y vi a Aina con la cara roja de vergüenza.

Había roto el vaso donde descansaba la dentadura de tía Pacific.

-¡Aina Coleman vas a limpiar todo este desastre con la lengua! -abrió bien los ojos y yo miré su cuerpo.

Su vestido era precioso, antiguo como todo, pero a ella le quedaba genial.

La novia de mi primo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora