Capítulo VII

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Ethan.

Desde que había tenido a esa bella mujer entre mis brazos la noche anterior, se me hacía imposible no pensar en ella, aunque si era completamente honesto desde que la vi bajar de su camioneta con Azul en brazos se incrusto en mis pensamientos y no podía sacarla de allí. Haberla tenido tan cerca, sentir su aroma y su piel sobre mi, intensificaban mis pensamientos por ella.

Todo de su persona me resultaba exquisito y fascinante, desde su perfume embriagador que hacía que mi mente girara en torno a pensamientos algo indecentes, hasta su largo y lacio cabello, en donde quería perderme y que haberme aferrado a ellos para besarla no fue de las mejores opciones, porque ya se había vuelto una necesidad. Y esos ojos tan penetrantes, pero a la vez tan dulces cuando hablaba de Azul, me volvían loco.

Era domingo y estaba solo en casa, dado que Bianca y Noah habían salido. Por suerte el pequeño estaba mejor y la fiebre había desaparecido. Me había dado pena separarme de Liz ayer, cuando lo estábamos pasando tan bien, pero me alegró que ella entendiera que mi sobrino resultaba una prioridad para mí,  al igual que Azul lo era para ella.

Nos habíamos mandado un par de mensajes desde que ella despertó, pero cometí el estúpido error de llevarme por mis impulsos y lo arruine.

De lo que conocía de su relación anterior, sabía perfectamente que ella consideraba que fue un error irse a vivir juntos muy pronto, lo dejó muy claro ayer en nuestra conversación y aquí "el señor inteligente" no tiene mejor idea que zamparle en un mensaje que vivieran juntos.

No sé ni porqué lo hice, después de todo ayer fue la primera salida que tuvimos, pero fue algo que no pude evitar, sólo salió, así sin más.
Parece que todo lo que respecta a ella sale sin filtro alguno, ni siquiera pienso y tan sólo digo todo lo que me provoca. Punto muy negativo, soy un hombre y debería saber controlarme, no andar como un adolescente con las hormonas alborotadas.

Luego de ese mensaje no había vuelto a contestarme y por más que me había dicho que debía buscar apartamento para mí y para ella, sabía o intuía que no era esa la razón de que no hubiera una respuesta.

Los mensajes que habíamos intercambiado me fascinaron, bromeamos y nos provocamos el uno al otro, sin llegar a ser groseros, y ahora parecía un chiquillo esperando por su primera cita de lo ansioso que estaba porque me contestara. Tratando de resistir la necesidad de volver a escribirle y explicarle que no lo decía enserio.

Me ponía furioso sentirme así por una mujer, no es que tuviéramos una relación o algo así, al menos no de mucho tiempo, pero parecía que desde el instante en que la vi en el jardín se hubiera metido en mí ser y de ahí no saldría, lo podía sentir.

Me traía como embobado y si no hubiera sido el caso de que ella peleara con su novio, creo que hubiera aceptado incluso ser su amante con tal de tenerla. Claro que esto no hablaba bien de mí, porque jamás en mis 28 años perseguí a una mujer, siempre fue al revés, y sin embargo aquí estaba como un perrito detrás de esta preciosidad que dios, el destino o como quieran llamarle, puso en mi camino.

Estaba confundido, porque no era amor lo que sentía, lógicamente era imposible si apenas nos conocíamos, pero sentía una atracción tan fuerte por ella que ni yo mismo me reconocía.

Siempre había salido con muchas mujeres, aunque mis relaciones nunca eran formales, no tenía un interés en tener pareja, familia y todo lo que sigue a eso. Sin embargo en cuanto me fije en ella todos mis pensamientos se fueron al diablo y prácticamente ya no sabía ni mi nombre de tan distinto que me sentía, nunca pensé en que una mujer viviera conmigo y sin embargo le envié un mensaje con esa misma posibilidad y por más que no lo dije totalmente enserio, sé que si ella dijera que sí o incluso si me lo pidiera, aceptaría sin dudarlo.

Mi Dulce Venganza #PGP2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora