Epílogo.

1.2K 76 65
                                    

A veces es necesario pegar una mirada hacia atrás, para entender y valorar cuanto hemos logrado, cuanto crecimos y cambiamos.


Sólo han pasado tres años desde que todo comenzó. Y si bien al principio creí no poder lograrlo, todo aquello doloroso y difícil ha quedado atrás.


Hemos formado una familia hermosa, con dos niñas: María Fernanda y Elizabeth Aurora. La alegría de cada uno de nuestros días y también las culpables de toda mi locura.


Hace tan solo dos años, el 10 de Abril, sí justamente el día que seguía a mi cumpleaños, estas dos princesitas decidieron nacer. Recuerdo todo claramente como si fuese sido ayer. Desperté algo molesta de la panza, una sensación rara e inexplicable, no era dolor, no eran náuseas pero me encontraba molesta. Horas después fue que entendí que todo estaba por ocurrir, perdí el tapón mucoso, llegaron las contracciones y el jaleo.


Ethan se había ido temprano en la mañana pero al recibir mi llamado, emprendió de inmediato su regreso. Santi estaba en su casa y fue quien me llevó al hospital, donde uno de los mejores sucesos de mi vida tendría lugar.


Afortunadamente, aunque estaba nerviosa y mucho, al haberme informado y leído acerca de todo lo que implicaba el parto, pude sobrellevarlo con tranquilidad. Luego de unas horas en preparto mis bebes nacieron de forma natural, sin inconvenientes y con sus papás observándolas maravillados. Todo el dolor y molestia se esfumó en cuanto las vi por primera vez, oír su llanto fuerte y poderoso para un ser tan pequeñito. Lloré, claro está que lloré, pero esta vez fue pura y exclusivamente de felicidad. Ethan lloraba también, me besaba y apretaba mis manos, podía percibir su emoción.


En cuanto las trajeron, dos angelitos de ojitos grises como su papi, envueltas en sus mantitas, creí que mi corazón desbordaría de tanto amor. Tocar sus pequeñas y delicadas manitas, sentirlas contra mi piel, verlas en brazos de su papá, todo absolutamente todo me provocaba felicidad, alegría y una sensación de que al fin estaba en mi hogar me invadía. Es que mi hogar, sin importar a donde fuera serían ellos, mis niñas y su apuesto papi. Eran todo cuanto necesitaba para ser feliz, para sonreír y para tener fuerzas para vivir, eran mi motor.



Mirándome al espejo, con mis amigas y madrinas de novia acomodando hasta el último y pequeño detalle, pensaba en todas esas cosas. Vestida de blanco, con un vestido largo y de escote corazón, con pequeñas piedritas que lo hacían brillar. Estaba a punto de casarme y tenía tantos sentimientos en mi, que no cabía de la emoción.


No era una gran boda, sino más bien algo sencillo, con quienes en estos años, día a día afianzamos nuestra amistad, con quienes nos acompañaron en cada paso de nuestra nueva vida.


Seria una boda en la playa, en un enorme y hermoso parador que habíamos mandado a hacer para la ocasión, lleno de tules blancos y dalias violetas.


Mis niñas vestían sus preciosos vestiditos rosa, color que parecía sería su favorito, con zapatitos negros y mediecitas blancas con pequeños dibujitos. Se veían adorables y moría por comérmelas a besos. Hoy mismo, a la noche partiríamos hacia nuestra luna de miel, pero pensar en dejarlas me estrujaba el corazón. Estarían bien cuidadas por mi hermano y su esposa, y ellas adoraban la idea de quedarse unos días con su prima a jugar, pero yo las extrañaría, se habían vuelto el centro en el cual mi mundo giraba.



Todo estaba listo y era la hora de emprender camino hacia donde mi futuro, apuesto, sexy y romántico esposo me esperaría. Sentía un hormigueo recorrer todo mi cuerpo producto de los nervios y la ansiedad, las palmas de las manos me sudaban y las lágrimas de emoción, al oír a las chicas hablar, ya querían saltar.


-Amiga estas realmente hermosa. No sabes lo feliz que me hace ver que darás éste paso -Eli me abrazó y creí por un momento no controlar mi emoción -¡Te amo! Espero que lo sepas y estoy orgullosa de todo cuanto has logrado.

Mi Dulce Venganza #PGP2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora