Capítulo XLIII.

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Una vez que le hice caso, respirando bajo sus indicaciones, la calma volvió a mi. Verlo, tan crecido, convertido completamente en un hombre, con su sonrisa sincera, ésa que por años me dedicó y no supe apreciar, me impactaron y sobre todo me dejaron sin palabras.


-Santiago -susurré sin querer. No se me ocurría que decir y mucho menos cómo podría ser él mi medico para el embarazo.


-Así es Liz, el mismo que viste y calza. Me alegra saber que aún te acuerdas de mi -y al decir esto, nuevamente surgió esa sonrisa tan sincera. Ahora lucía distinto, con una poblada barba cubriendo su rostro, el cabello con un corte moderno, haciendo gala de su belleza.


-Yo...no tengo justificativo para lo que pasó. De verás lo siento, me equivoqué y tu pagaste las consecuencias. Debes detestarme y lo comprendo, así como el hecho de tener que ser mi ginecólogo no debe ser nada grato y entenderé perfectamente que deba buscar un nuevo médico.


Podía notar como me miraba con asombro y curiosidad, algo así como si me hubiesen salido dos cabezas.


-Liz, ¿no crees que ya soy un adulto para actuar así? Eres mi paciente, viniste a control y a eso me limitaré, a chequearte y orientarte respecto al embarazo. Si luego deseas hablar, tomar un café o algo por el estilo, estaré encantado. Pero deja de poner esa cara de perrito mojado, que no tengo nada que reprocharte.


Me sentí doblemente avergonzada, por no actuar como una adulta como decía él.


Asentí levemente, tomé algunas respiraciones profundas y me dispuse a dejar toda la bobería de lado.


-Cuéntame, ¿Qué tan avanzado está el embarazo? ¿Has tenido algún síntoma?


-Según la ecografía que se me realizó ya estaría de unas seis o siete semanas -le tendí la ecografía para que lo corroborara él mismo - y jamás tuve ningún síntoma, incluso mi período se ha presentado normal.


Tomó algunas anotaciones, en lo que suponía sería mi historia clínica desde ahora. Por varios minutos reinó el silencio, los nervios me carcomían y por primera vez en años, rezaba a dios que todo estuviera bien.


-Bueno Liz, debemos aclarar varias cosas de suma importancia, la ausencia de síntomas o la permanencia de tu período es totalmente normal. Como entenderás, ni todos los embarazos, ni todos los organismos son iguales, por eso cada embarazo tiene sus particularidades.


Escuché atenta cada una de sus palabras, no quería perder detalle de nada y así poder llevar un buen embarazo.


-En segundo lugar debo aclararte que al decirte las semanas de gestación cometieron un error, no tenías tres semanas, sino siete, por lo tanto, ahora mismo deberías haber entrado en las diez semanas. Estás en lo que se llama primer trimestre, es la etapa dónde más cuidados debemos tomar, pues son los tres primeros meses los más riesgosos y más aún en un embarazo múltiple.


Sin notarlo, comencé a acariciar mi vientre suavemente, deseaba hacer todo bien para ellos.


-Estas algo baja de peso, considerando que tienes dos vidas creciendo en ti, ellos están más pequeños de lo que deberían, supongo que por eso sucedió el error con la fecha de gestación. Te recetare unas vitaminas especiales para el embarazo, debes tomarlas a diario y te enviaré al nutricionista para que comas acorde a las necesidades que tendrán los tres.


Las lágrimas asomaron de inmediato a mis ojos, saber que no tienen el peso adecuado me preocupaba, no soportaría que les pasara algo, ya que, si bien hacía muy poco que sabía de su existencia, ya eran parte de mi, de mis planes futuros y haría todo cuanto estuviera a mi alcance para darles bienestar y una vida digna.

Mi Dulce Venganza #PGP2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora