Ethan.
Los días comenzaron a pasar con lentitud, extrema lentitud para mi gusto, tenía demasiado tiempo para pensar y hundirme en mi dolor.
Bianca seguía insistiendo en saber que había pasado, pero cuanto menos conocimiento tuviera ella de toda la situación sería mejor. Sabiendo cómo era intentaría evitar que llevara a cabo mi venganza y no solo eso, siendo amiga como era desde hace un tiempo de Liz, le contaría todo y no era lo que yo planeaba.
Hasta ahora solo la había visto dos veces, excusándome en que me encontraba cargado de trabajo. No devorarla a besos al verla, no poseerla y reclamarla mía una y otra vez se me hacía muy difícil, moría por tener que rechazarla y ver su cara de desconcierto y temor. Sin embargo, no pensaba dejar que con sus bonitas expresiones me hiciera creer cosas que no son.
Si había sido capaz de mantener esta mentira sin que yo siquiera me percatara, podía ser capaz de cualquier cosa.
Nuevamente estaba trabajando en mi oficina, había mucho por hacer y al menos estas horas que permanecía aquí podía tener mi mente ocupada en otras cosas.
Tan solo faltaban unos minutos para el mediodía y en cualquier momento vendría Naiara con el almuerzo, como ya era rutina hace días. Realmente me encontraba sorprendido por su cambio de actitud, me hacía acordar a cuando recién comenzó a trabajar conmigo.
Hoy era el día previo a mi cumpleaños y me encontraba más deprimido que los últimos días, no solo detestaba cada día desde que me entere de todo, sino que además era fecha de la muerte de mis papás. Hoy no sería un día fácil, incluso Bianca se había ausentado a trabajar, para nosotros era una fecha muy triste y sumado a mi estado de ánimo de la última semana peor.
Sabía que me arrepentiría luego, pero pensaba pasar la noche en la casa de la playa que había alquilado para ella y para mí, hoy necesitaba olvidarme de todo el sufrimiento, de lo mentirosa y manipuladora que era y estar en ese lugar sagrado donde le declare mi amor. Quizás allí, así como tuve la valentía para dejar salir mis sentimientos, encontraba la manera de desterrarlos de mí.
─ ¡Hola, hola! Traje el almuerzo, espero que te guste ─Naiara entró cargando varias bolsas que contenían nuestro almuerzo y un par de refrescos. Se la veía tan sonriente, todo lo opuesto a como yo estaba ─ ¿Por qué traes esa carita?
Trate de dar una sonrisa fingida, pero hasta eso creo que me salió mal.
─No es nada. ¿Almorzamos entonces? ─Pregunté para cambiar de tema, no deseaba hablar de esto con nadie. Incluso estuve tentado de llamar a Darío, pero es novio de la mejor amiga de Liz, así que preferí mantener el silencio y hacer las cosas por mi cuenta.
─Mira Ethan, no quiero meterme en lo que no me incumbe, pero hace varios días que estas así, decaído y triste. No hay que ser adivino para darse cuenta que es por esa chica ─dijo con cara de desagrado, mientras dejaba la comida sobre el escritorio para acercarse a mi ─ y aunque quizás no te guste lo que diré, si ella no sabe valorarte no vale la pena. No tengo dudas de que eres un gran hombre y mereces que te aprecien, que te cuiden.
Comenzó a acariciar mi rostro y vi cómo me miraba con demasiada adoración o algo parecido, no quería tener que aclarar las cosas de nuevo, quería creer que su cambio era real, pero no queriendo dejar que avanzara a un punto sin retorno tome su mano y la aleje.
─Naiara, ya hablamos de esto ─no me dejo terminar pues uno de sus dedos termino posado sobre mis labios.
─Ethan yo solo quiero verte bien, no tengo malas intenciones lo juro. Mira te propongo algo, salgamos esta noche, en plan amigos claro. Te distraerás y quizás hasta te olvides de eso que te tiene tan mal.
─No creo que sea lo mejor, de verdad te agradezco, pero será mejor que no ─vi como hacia pequeños pucheritos con su boca intentando convencerme.
─ ¡Oh vamos! ¿qué puede pasar? Mira vamos un rato, salimos, tomamos algo y si no te gusta te vas, prometo que no te retendré.
Aunque me parecía algo incómodo lo que planteaba, incluso extraño, seguro era mejor que quedarme en la casa llorando como niño, como todas estas noches.
─Está bien ─pronuncie, provocando que en su rostro surgiera una enorme sonrisa ─. Pero solo un rato ¿De acuerdo?
─Si, por supuesto. Prometo que no te arrepentirás.
Se acercó y me dio un beso, un poco largo, en la comisura de mis labios. Esperaba no haber tomado la decisión equivocada y tener que arrepentirme luego.
El día paso como siempre, lento y tortuoso, pero esperaba fervientemente que la salida de ésta noche fuera algo bueno, que me sirviera para distraerme.
Había quedado en recoger a Naiara en su casa y un mensaje de su parte me invitaba a cenar allí con ella.
Ya ni siquiera tenía ánimos, pero me parecía descortés plantarla a última hora. Llegué a casa directo a tomar un baño, incluso jugué un rato con Noah. Hacía días que no le dedicaba toda mi atención a este pequeño y él siempre me llenaba el alma.
Me puse un jean y un buzo sencillo blanco, nada muy formal. Ya eran cerca de las nueve, así que como había quedado, me dirigiría a casa de Naiara.
Al bajar me topé con mi hermana, con cara seria que distaba de un rostro amigable.
─Noah ya estaba en su cama Nana, buenas noches.
─ ¿Se puede saber a dónde vas? ─preguntó sumamente seria, hasta enojada diría yo.
─Voy a salir ─conteste con una mirada desafiante. Lo único que me faltaba es que me viniera a controlar.
─ ¿Con quién? ¿No piensas llamar a Liz o ir a verla?
Bufe molesto por su intromisión, era un tema que no quería tocar y menos aguantar toda esta pavada.
─Bianca estoy grande como para que me controles o digas que tengo que hacer. Creo que es tema mío a donde voy, con quien o si llamo a tu amiga Liz. Ahora sí, buenas noches.
Agarré las llaves del auto y me fui molesto, parecía que tenía casi 29 años al santo botón.
En pocos minutos me encontraba frente a los apartamentos donde vivía Naiara, toque timbre y cuando abrió no pude evitar recorrerla por completo con mi mirada.
Llevaba un vestido negro, muy corto y ajustado, con la parte superior en encaje y un escote lo suficientemente profundo como para ver casi todos sus senos.
Inmediatamente pensé en Liz y lo opuestas que eran, si bien ella sabía ser sumamente sensual y atrevida no era tan exhibicionista, pero no quería tenerla en mis pensamientos así que me deleité con las vistas sin importarme nada. Detestaba que a cada rato se metiera en mis pensamientos, necesitaba sacarla de mi sistema.
─Estas precioso, pasa adelante ¿quieres tomar algo? Tengo unos tragos preparados por si te apetece comenzar desde ya.
Con lo molesto que estaba un trago no me vendría mal para bajar la tensión y relajarme.
─Claro, ¿con qué me invitaras? ─La vi esbozar una sonrisa un tanto perversa que hablaba por sí sola, mientras se adentraba a lo que pensaba sería su cocina.
─Ponete cómodo que ya vuelvo ─la oí decirme. Tomé asiento en un sillón que se veía bastante confortable y esperé por su regreso.
Cuando volvió, venía con dos copas de Séptimo Regimiento, un trago que se prepara con Vodka, Whisky, Licor de Café y granadina, no lo había tomado muchas veces en mi vida, pero si sabía lo que contenía y que era algo fuerte.
─Espero que te guste ─susurro mientras me entregaba mi copa. Tomo asiento a mi lado, con sus piernas cruzadas, y comenzó a hablar mientras acariciaba mi cabello ─. Cuando quieras podemos cenar, prepare una ensalada y carne al horno, no sé si es de tu agrado.
─Suena excelente ─ronroneé a causa de las caricias a mi cabello. Prácticamente en minutos acabe con mi trago, mientras ella apenas si había tocado el suyo ─ ¿Estos los hiciste tú? ─pegunté señalando los tragos.
Asintió con una sonrisa de suficiencia en su rostro y dio un sorbo de lo más provocador a su trago. Sus intenciones estaban siendo sumamente claras y no sabía si estaría dispuesto a dar ese paso, era mi empleada y no era justo que por despecho ella lo pagará.
Seguimos hablando y comencé a sentirme un tanto extraño luego de dos tragos, como si una vitalidad extrema recorriera mi cuerpo. Una especie de energía me desbordaba, me sentía ansioso aun sin saber por qué.
Cuando quise acordar era ya cerca de media noche, por lo visto iríamos a una discoteca o eso era lo que los planes de Naiara me hacían pensar.
A pesar de que habíamos tomado unos cuantos tragos maneje hasta el lugar donde Naiara me indico. Era una discoteca que no conocía, pero tenía buen aspecto, sonaba buena música y el ambiente invitaba a estar de fiesta, como a veces se dice por aquí.
Poco a poco nos dejamos envolver por la música, Naiara cada vez se pegaba y frotaba más a mí para bailar, y no sé si sería por los varios tragos que llevaba encima o por la bronca y el dolor por todo lo relacionado a Liz, pero esa mujercita me estaba tentando.
Sus caderas se movían en un vaivén que invitaba a hacer puras maldades, paseaba sus manos por mi cuello y cada vez que podía tenía sus manos sobre mí. Las horas pasaron al igual que los tragos, ya hasta comenzaba a sentirme mareado de tanto alcohol que había ingerido, no podía entender como ella se encontraba tan bien.
En vista de que sus intentos de provocarme estaban dando resultado preferí advertirle, no quería cometer un error ni desubicarme, pues para mí solo sería con quien descargar mi frustración.
─Naiara, tienes que detenerte ahora. No estoy para cosas serias y no quiero que seas mi punto de descarga, no creo que merezcas eso. Estoy dolido, enojado a nivel amoroso y solo serías como un juguete, nada más.
─ ¿Recuerdas lo que te dije hoy a la tarde? Solo quiero sacarte una sonrisa, verte bien y no me importa cómo. Puedes descargar tu furia conmigo, estoy aquí para ti, no me enojare. Sería algo beneficioso para ambos. Pasaríamos un buen rato, lo gozaríamos y te haría olvidar de tus problemas por un momento, además de poder tener el privilegio de tenerte entre mis brazos ─sus labios estaban sobre los míos prácticamente, a una distancia de pocos milímetros y al hablarme se producía un roce de lo más provocativo ─ ¿Vas a decirme que no te apetece?
Sus manos se deslizaron por mi pecho y brazos, su mirada demostraba un deseo inmenso de que la hiciera mía. Las ganas de desbocarme, de volver a ser el de antes, cuando solo salía con alguna chica sin compromiso, sin exponer mi corazón, resurgieron. Ella se me estaba ofreciendo en bandeja y que más daba pasar un buen rato y quitar mi frustración si total era un cornudo de primera.
Una de mis manos se posó en su cuello y la otra en su cintura, atrayéndola más a mi cuerpo, sentía su corazón palpitar embravecido bajo mi mano, su respiración agitada y sus labios entre abiertos.
─No existirá amor ni seré delicado o atento, no esperes más que esto que sucederá entre ambos porque jamás ocurrirá algo más ─dije mientras presionaba mi erección contra su cuerpo. No sé cómo había logrado ponerme así, pero vamos, si estaba con tan poca ropa hace horas fregándose contra mí, tampoco es como que fuera de piedra.
Sin pensar en las consecuencias, jalé su mano y me la llevé del boliche para irnos a otro lugar. Pienso y a mi propia casa no puedo llevarla, mi hermana y sobrino están allí, la única idea que se me ocurre es ir a la casa de la playa, después de todo ese lugar ya no tiene que significar nada para mi.
El trayecto es algo largo pero valdrá la pena. Y es así como llegamos cerca de las cuatro am a este dichoso lugar.
Veo como su mirada es perversa al ver la casa y una sonrisa pecaminosa se extiende sobre sus labios.
Pienso descargar toda mi frustración en este momento, solo espero no arrepentirme luego.
Entramos y no alcanzo a cerrar la puerta cuando se abalanza sobre mi, pegándose a mi cuerpo y dándome un beso salvaje sobre los labios.
Mis manos se posan en sus caderas y de forma brusca la hago quedar contra la puerta, devolviéndole el beso con la misma intensidad, mordiéndola.
No puedo evitar pensar en Liz, y frustrado me vuelvo aún más bruto, casi un salvaje.
Sus manos comienzan a pasearse por mi cuerpo, me quita mi buzo dejándome solo en pantalones y una risita extasiada escapa de sus labios.
Me besa y recorre mi piel con sus labios mientras sus manos se introducen dentro de mi pantalón, tocando mi erección.
Comienzo a recorrer su cuerpo y un gemido escapa de sus labios, la pego a la puerta y le quito su vestido, dejándola en ropa interior, para mi maldición de encaje como solía usarla Liz.
En un arranque de furia tomo su tanga por ambos costados y se lo arranco de un tirón, un pequeño grito mesclado con un gemido escapa de sus labios, haciéndome delirar.
De forma no tan brusca le quito su soutien, dejándola desnuda y totalmente expuesta ante mi mirada. Apresa su labio inferior con sus dientes y una mirada perversa, cargada de deseo es lo que recibo en respuesta.
La tomo entre mis brazos con rapidez, haciendo que sus piernas se enrosquen entorno a mi cintura y la dejo apoyada sobre la mesa. Como un poseso comienzo a darme un banquete con sus senos, los chupo y muerdo sin descanso haciéndola gemir sin parar.Hundo mis dedos en su interior y al ver que está más que preparada me alejo solo un poco para ponerme un preservativo y me entierro en ella sin ningún miramiento.
Me aferro a sus cabellos con fuerza, sus uñas se clavan en mi espalda y por momentos muerde mis labios y hombros como desesperada.
-¡Dios Ethan! -dice en un gemido muy elevado -me falta poco apúrate por favor.
Si bien me encanta tener sexo no me siento ni cerca de acabar, y no es hasta que la maldita imagen de Liz en mis brazos se cuela por mi mente que logró estallar en un orgasmo aniquilador, mientras su nombre escapa de mis labios.
Un ruido a mis espaldas me hace voltearme, aun entre las piernas de Naiara, y la sangre abandona mi cuerpo al verla allí parada observando todo.
Su rostro refleja decepción e ira, siento que aunque ella me haya traicionado, no se merecía esto.
Me quedo sin palabras y no se ni como reaccionar. Mis ojos pasan de Liz a Naiara, quien la mira con satisfacción en su rostro, mientras yo me quedo estático, agarrado con las manos en la masa.Mis nenas hermosas aquí dejo el nuevo capítulo, perdonen la tardanza...
Huiré de inmediato pues después de esto algunas querrán asesinarme jaja pero es algo que tenía que pasar.
Les deseo una excelente semana, nos leemos pronto.
Se las quiere 😘😘😘
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Mi Dulce Venganza #PGP2016
RomanceLiz, una joven de 26 años, con un hermano y una sobrina que adora, que son su luz. Con metas en la vida y ganas de crecer, pero con una relación un tanto tormentosa y una familia que le dará la espalda en el peor momento. Cuando todo parece oscuro...