Un día con Jayden Black

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—¡Jayden! ¡mierda bájame de aquí, voy a morir!

—¡Te lo ganaste a pulso Cay! —al pronunciar Cay lo dijó tan fuerte casi como el tono de voz que yo use para gritarle, sabiendo que eso me molestaría bastante, pero fue en vano, yo estaba bastante ocupada temblando de miedo, pataleando, y tratando de salvar mi culo.

Maldito Jayden Black.

En este momento desearía que él estuviera tres metros bajo tierra y en su lugar estuviera Wade Poezyn o Andrew Garfield el que me tuviera en sus brazos en este momento, pero no, no, nada de eso.
Yo Caytlin Steven, estaba en brazos de Jayden Black, apunto de ser lanzada a un lago ¿Lo mejor?, si es que esto puede mejorar, no sé nadar.

Otra cosa, son las siete de la noche y el agua debe estar helada en este momento. Perfecto. Más que perfecto.

Alguien normal diría que ver a tu mejor amigo después de tantos años sería hermoso. Pero créanme cuando les digo que cuando tu mejor amigo se ha convertido en un dolor de cabeza no es cierto.

(...)

El día de hoy a las 9:00 am

¿No les ha pasado que cierran los ojos para dormir, los abren y es de día? pues eso, me pasa a mi en este momento y por sino fuera suficiente alguien está destrozando mis oídos con el sonido del timbre ¿qué las personas no tienen otra cosa que hacer por las mañanas?

Decidí no levantarme para que la persona que estuviera afuera se hartara, tal vez se vaya pronto, así que..., a dormir otra vez.

Me arrope con las cobijas, pero más bien parecía un taco, cerré los ojos y con una sonrisa auto suficiente volví a lo que estaba, ya que el timbre no volvió a sonar.

Caytlin eres un completo oso ivernando.

Cállate consciencia, la persona mala ya se fue y podré dormir.

Pero al parecer la persona mala no entendía y seguía tocando como loco el timbre.

Muy a mi pesar me levante refunfuñando envuelta en mis cobijas, casi arrastrándome por los pasillos de mi departamento hasta llegar a la puerta de entrada, tallandome los ojos y alargando un bostezo abrí la puerta.

En estos momentos extraño a mamá, ella recibía las visitas y yo dormía.

—¿Qué? —mi tono de voz fue tan brusco que yo misma me sorprendí, pero no me arrepentí.

¿Cómo se atreven a invadir mi preciado sueño? ¡Ni siquiera el despertador había sonado hoy! pero que descaro.

—¿Así recibes a tus visitas? ¿Hecha un taco en tu mantita y con ese carácter? —abrí los ojos encontrándome con la sonrisa burlona de Jayden observándome de arriba a abajo, para luego entrar en mi casa— ¡Que linda Steven!

—Serás cabrón —cerré la puerta tomando en mis manos mi cobijita, con lo enredada que estaba en ella parecía un tamal, la idea me causó gracia, pero no podía reírme se supone que estaba molesta— ¿Qué quieres, Jayden?

—¿Así de seca? ¿No vas a invitarme algo de beber o a desayunar? ¿Dónde quedó la feliz Cay? ¡venga quita esa cara larga! —se acercó a mí y tiró de mis labios formando un intento de sonrisa, pero mi ceño fruncido, solo hacía que mi cara pareciera una especie de pasa, toda arrugada, o eso suponía yo.

Y dando un suspiro, solté mis cobijas, haciendo que cayeran al suelo, dejándome en peligro del frió, aunque la verdad no hacía frió.

—¿Té gusta el té verde o prefieres café? —una sonrisa se formo en sus labios.

Antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora