¿Un hermano sexy?

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-Claro Jayden, llegaré puntual para las...- Camila me hizo señas con las manos y yo sonreí y asentí.- Llego como a eso de las doce Jayden.

-Pero a esa hora ya no se podrá.

-Lo siento, tengo que ver a mi mejor amiga.- Camila sonrió con autosuficiencia y yo colgué el teléfono.

-Es muy grato que me prefieras a mí antes de tener sexo con Jayden, la miré mal y ella puso cara de indignación.- ¿Qué? No te vengas a hacer la santa conmigo porque sé que no lo eres, tanto como sé que saliste con un tipo de veinte años y no te propasaste con él.- le solté un golpe en la cabeza y ella frenó el auto.

-No lo he hecho con Jayden, sigo siendo virgen y el tipo de veinte años ya fue historia, Camila.

-Bueno lo siento ¿okay?- Camil me miró mal mientras se sobaba la cabeza y yo reí.- Y no me digas "Camila" siento que estás enojada conmigo cuando lo dices.

-Lo siento pero te lo ganaste.

-Claro... Cay.- achiqué los ojos en su dirección y ella me miró sonriendo burlonamente.

-Eres una...

--Apapa ¿quién fue la que empezó? Lo siento pero te lo ganaste.

-Estúpida.- ella rió y yo también.

-Vamos, hemos llegado a mi casa.- ambas bajamos de su auto y entramos al edificio que, al parecer, era el lugar donde Camil vivía.

-Al parecer no soy la única que vive en un departamento.- ella puso cara de asco y murmuró algo relacionado con vivir sola.

Subimos al elevador y Camil presionó el botón de quinto piso, al llegar al piso de Camil ella saludó a dos de sus vecinos y luego comenzó a buscar algo en su bolso y después de unas varias maldiciones ella bufó.

-Maldición.- mi ceño se frunció y ella comenzó a golpear la puerta fuertemente.

-Camil...

-Le dije que no podía tomar mis llaves sin permiso y que la próxima vez que perdiera su juego de llaves lo iba a matar, y...- la puerta se abrió al igual que mis ojos.

OH SANTO DIOS

-Oh santo padre de lo hermoso.- Camil me fulminó con la mirada y el tipo que estaba frente a nosotras con sólo una toalla blanca amarrada a su cintura sonrió con prepotencia, tal vez yo estuviera babeando en ese momento pero no me importaba.

-Eres un imbécil de mierda.- Camil golpeó el pecho desnudo del tipo de cabello rizado y él la sostuvó de las muñecas mientras la veía con diversión.

-Te dije, hermanita, que si volvías a jugarme una de tus tantas bromitas o si tomabas mi auto nuevamente lo ibas a pagar... Y éstas llaves son mías.- sacó unas llaves de no sé donde y las revoleó en el aire, pero eso no llamó mi atención sino el que él le hubiese dicho a Camil "hermanita"

-¿Hermanos?- El tipo de cabello rizado y piel bronceada sonrió con prepotencia. al parecer era lo único que sabía hacer,  y Camil bufó-

-Al parecer te da vergüenza tu sexy hermano mayor hermanita.- soltó a Camil y me extendió su mano izquierda.- Un placer Caytlin soy Alejandro, hermano menor de este engendro del mal.

(...)

-Camil, voy a salir.

-Me vale.- sonreí con diversión al igual que Alejandro y él giró a verme.- Hasta luego Caytlin.

-Adiós.- Alejandro salió por la puerta y yo miré con curiosidad a Camil mientras una enorme cucharada de helado entraba en mi boca.

-¡¿Por qué mierda yo no sabía que tenias un hermano jodidamente sexy?- Camil me miró con repulsión y me pasó una servilleta por toda la boca.

-Primero, límpiate la boca asquerosa, me das asco.

-Púdrete.

-Segundo, porque no es relevante.

-¡Pero si es malditamente sexy!- Camil me miró mal y yo levanté las manos como disculpándome por haber dicho algo tan cierto.- En fin... ¿qué haremos el día de hoy?

-De todo.- Camil sonrió con malicia y me jaló del brazo hacia su habitación.

(...)

Eran ya las siete de la noche y estaba exhausta y sudada y maquillada, Camil y yo nos habíamos pasado todo el día haciendo comidas raras inventadas por nosotras, viendo películas de romance, elegidas por Camil, y de terror escogidas por mí obviamente.

Sin contar que Camil me tomó como muñeca y llenó el rostro de cosméticos y me hizo ponerme toda la ropa de su guardarropa, cantamos como locas millones de canciones y cuando olvidábamos la letra solamente inventábamos cosas, y ahora, en este preciso momento estábamos tomando margaritas preparadas por Camil, sólo esperaba que no les hubiera metido nada.

-Ese vestido se te ve genial, Caytlin.- sonreí y luego me miré a mí, llevaba un vestido negro ajustado que me llegaba unos dos centímetros arriba del muslo y no tenía tiras, Camil me había hecho usarlo hace dos horas ya que dice que en cuanto me vió con el parecía una modelo, claro yo siento que me veo terriblemente mal pero creo que ya puedo considerar ese vestido como mío porque dudo que ella me lo quite.

-Gracias, tú te ves resplandeciente con ese vestido.- Solté una carcajada y Camil me miró mal, ella estaba usando un vestido de rayas negras y amarillas con una diadema de antenas que yo la había obligado a ponerse.

-Te de

testo.- me mostró el dedo medio y yo sonreí.

-No puedes odiarme.- mi celular comenzó a sonar y miré la pantalla, era un número desconocido.- ¿Hola?

-Señorita Steven.

-Sí, quién habla.

-Somos de una organización.

¿Organización? 

Caytlin creo que han descubierto que le robaste el helado a tu vecina de al lado cuando te pidió ayuda con un cuadro.

-Ajá...

-Queremos informarle que.... ¡Vete a la verga!

-¿Qué mierda?

-Caytlin, soy Jayden y estoy con un amigo.- Jayden no paraba de reír y mi ceño se fruncía cada vez más-

Estúpido me asustaste.

-¿Por qué?

-Pues porque sí.- el rió y casi puedo jurar que había puesto su sonrisa prepotente.

-¿Sabes?- la llamada se cortó y yo sólo me quedé mirando la pantalla.

-Te gusta Jayden.- no era una pregunta era una afirmación y yo no sabía que responder.

-No lo sé.- Camil me abrazó y luego metió helado a mi boca.

-Te gusta y a él también le gustas.

-Yo...

-¿Saldrás con él?

-No lo sé...










Antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora