1. Años después

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Hugo


El agua calma cada célula de mi cuerpo, es tan fresca y tranquilizante que podría quedarme aquí tumbado toda mi vida. El resto del día, por lo menos. Las hondas de las sábanas de la bañera acarician mi cara y me provocan sonrisas enamoradas que brotan desde mi interior. A estas alturas de la mañana, Marc debería estar dirigiéndose hacia aquí. Todas las mañanas sale a correr para fortalecer sus músculos para así, en el entrenamiento de salto de longitud, estar hecho todo un semental, como diría Iván. A pesar de que él es un muy buen estudiante de universidad, y que su carrera exige estudiar mucho, siempre saca tiempo para entrenar todos los días. Para mantener un buen cuerpo y una buena salud, al igual que Iván, se dedica un día a la natación y al otro el atletismo. Y lo bueno de nuestra universidad para "pijos" es que lo tiene todo incluido. Marc está aquí gracias a una beca al igual que yo. Mis padres insistieron en pagarme los estudios, pero mis relaciones con ellos no andan demasiado bien por eso de que me junto con gente de baja estofa.

Oigo abrirse la puerta desde el interior del agua y veo, a través de las hondas, los rostros de Marc e Iván, que me miran con el ceño fruncido.

–¡Vamos, sal! Llegaremos tarde, y no quiero tardar el primer día –protesta Marc.

–¡Ni yo, ni yo! –exclama Iván revoloteando por el cuarto de baño.

Salgo de la bañera y me lío en una toalla. Hoy es el primer día de clase de la universidad, y supongo que Iván estará de lo más ilusionado. Para él es su primera vez aquí.

Nuestra universidad no es muy conocida puesto que no es de las mejores que hay, y no porque no sepan dar materia, sino porque todo está dedicado mayormente a ciencias y en su interior hay construida una academia deportiva. La prestigiosa Academia Ríos. Se practican casi todos los deportes olímpicos y, el dinero que recauda la universidad viene de ahí. Cabe la posibilidad de ir solamente a la academia si se prefiere en lugar de estudiar, siempre y cuando se tenga dinero. Entre los "pijos" también hay malos estudiantes... Yo me considero uno de ellos. Desde que me peleé con mis padres y dejé los deportes, me he replanteado seriamente dejarlo todo. Marc me apoya diciendo que si de verdad me cuesta estudiar me ayudaría, mientras que Iván me dice que si de verdad quiero dejarlo, él me alimentará en un futuro con sus sobras o al revés... Nadie entiende lo que Iván quiere decir.

El coche de Marc nos deja a la entrada del prestigioso edificio. Está construido entre verdes árboles y hermoso paisaje, y los universitarios uniformados pasean por el campus alegres y satisfechos por empezar nuevo curso. Nuestra universidad es de las pocas que tiene uniforme, y eso le da un toque todavía más "pijo" de lo que ya es en sí el edificio, con sus ladrillos rojos y sus letreros dorados. Detrás se halla, alta e imponente, la Academia Ríos, especializada únicamente en deportes. Marc e Iván empezarán a ir a sus piscinas y a sus pistas a partir de hoy, mientras que yo, con suerte, iré una vez a la semana.

–¡Oh, mirad, mirad! –nos dice Iván entre clase y clase, horas después–. Mis apuntes de las primeras clases son una auténtica monada, ¿no creéis?

–Eso parece –sonríe Marc.

–Pero esto no me gusta... –protesta–. Los profesores ya han dicho que tienen subidos a internet los apuntes.

–Claro, es que hay que estudiar todos los días un poco.

–Creí que la carrera de magisterio sería fácil, pero parece que es más trabajosa de lo que pensaba.

–Dejaré los estudios –digo finalmente, mientras los alumnos pasan por delante de nosotros y abarcan el pasillo lujoso de mármol y taquillas de madera.

Meta tras metaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora