7. Decisión

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Marc


El lunes ha llegado más pronto de lo que esperaba, y como tal, debo cumplir mi promesa de buscar a Joel. De modo que tras salir de clases me dirijo hacia mi taquilla para dejar dentro los libros. Cuando cierro la puerta y me giro me topo con la mirada acusadora de Hugo. Resoplo y asiento, siendo muy consciente de que no puedo evadir más mi promesa. Caminamos juntos hacia la puerta de salida de la universidad, silenciosos y sin ganas de hablar. El sábado discutimos por todo este asunto de Joel y de que Hugo apenas se toma en serio su futuro por culpa de alguien que se fue en el pasado. En cierto modo lo comprendo, pero no pienso que sea necesario llegar a extremos tan extremados. Aunque claro, cualquiera es libre de hacer lo que quiera con su vida... Pero para mí, Hugo no es cualquiera.

De camino al aparcamiento donde descansa mi coche, una persona enérgica se nos acerca corriendo en mallas deportivas y sudadera azul clara. Sus zapatillas son de marca, y según nos ha dicho, un regalo de sus padres. Iván se detiene ante nosotros, con la mochila a cuestas y su cabello cobrizo humedecido. Acaba de tomarse una ducha después de salir de la academia deportiva. Me dijo ayer que estaría toda la mañana en ella. La universidad es incluso más voluntaria que bachillerato, y si faltas un día nadie te echará en falta. Pero además, siendo alumnos de la universidad y además de la academia, cualquier falta que se justifique con "una mañana de entrenamiento" está más que permitida.

–¿Nos vamos? –dice él sonriendo.

Hugo me mira de forma acusadora y por la forma en que lo hace sé que se ha molestado. Seguro que se está preguntando si le he contado o no a Iván la historia de la búsqueda.

–Lo siento –me disculpo–, pero tenía que saberlo.

Él resopla y se encoge de hombros.

–Bueno, somos uno... –susurra.

–¿Qué? Me he perdido –protesta Iván, ladeando la cabeza y dando botes del nerviosismo en el suelo.

«Somos uno». Todos nuestros secretos deben rodar de cabeza en cabeza dentro de nuestro grupo de tres y hemos de ayudarnos entre nosotros. Por eso los tres somos uno. Me cuesta creer que en el futuro nos podamos separar o que nuestro círculo se amplíe... Pero por lo menos balanceo la posibilidad, Hugo no quiere ni pensar que habrá alguien más entre nosotros. Para él somos tres y siempre lo seremos. Él piensa que cualquiera puede ser nuestro amigo, pero de ahí a ser "uno", hay un gran paso. Dice que no aceptará a nadie ni le contará ningún secreto a nadie que no seamos Iván o yo.

Iván piensa que los tres somos uno y que será difícil que eso cambie, pero no cierra límites a posibles amigos. A pesar de que le cuesta relacionarse con desconocidos, dice que si un día Hugo o yo añadimos a alguien a nuestro círculo, que no tendrá ningún problema en ser espontáneo. Es cierto que Iván es un poco tímido, pero sólo con la gente que no le interesa o le produce cierta incomodidad, desconfianza o admiración. Él dice que en un principio nos admiraba y no se atrevía a hablarnos, y que cuando yo fui a hablar con él se sintió realmente feliz. Los primeros días no parecía ser muy hablador y daba la impresión del niño mimado que parecía. Pero a partir del tercer día, nos costaba mantener su boca cerrada y nos dimos cuenta de que, con toda posibilidad, sería el niño más campesino de toda la academia infantil.

–¡Vamos a la Academia Víspera! –exclama alegre cuando ya estamos dentro del coche en movimiento.

La Víspera está situado a cincuenta kilómetros de aquí, situada en el centro de la ciudad. Es una academia pública y de las mejores ya que de ella han salido grandes deportistas nacionales. Y no sólo del mundo del deporte, sino músicos, pintores, actores... Diría que es mejor que la nuestra por su amplia gama de talentos, pero en el deporte, que es lo único que posee la Ríos, está a un nivel bastante idéntico.

Meta tras metaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora