31. Día de calma

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Joel


El tiempo pasa rápido como el viento las próximas semanas, y con él, se va el invierno con intención de volver después de sus vacaciones. Y con él, mi relación con Hugo aumenta hasta el punto de ir a correr juntos y a comer después. Nos tiramos los días juntos, hablando y riendo como cuando éramos niños, pero ahora, tenemos "nuestros" momentos, en los que demostramos que los niños de entonces ahora son adultos unidos por un lazo aún más profundo que el de la amistad. Poco a poco, las competiciones regionales se nos van acercando, si alzo un poco el cuello hacia el fondo, ya las veo girar las esquinas. Y cuando llegue allí, adonde están ellas, cuando nos encontremos frente a frente, Hugo y yo tendremos que dejar a un lado el cariño de nuestra relación y batirnos de nuevo en un duelo por ser el mejor.

En cuanto a mi vida estas últimas semanas, bueno, ha sido bastante agradable y pacífica. No he vuelto a ver a Marc desde el invierno y por lo que Hugo me cuenta, aún está intentando reunir valor para contarle lo nuestro. Por lo visto, Marc tampoco ha reunido valor para declararse a Hugo, y espero que no lo haga, porque el día en que se atreva, va a sufrir mucho. Y no porque yo vaya a hacerle algo malo, claramente.

Eze ha encontrado trabajo en un refugio de animales, y aunque el sueldo que le pagan es bien poco -sólo le pagan por limpiar, nadie cobra por cuidar animales ya que se supone que es un acto de buena fe-, con él tenemos para comprar comida y comer en casa. Por fin han llegado los días en que no tendremos que pedir alimentos a la Academia, a Sean o a cualquier otro vecino. Y en cuanto a mí, bueno, aún sigo tratando de encontrar un trabajo decente, y Eze me ha dicho que podría ser limpiador en el refugio de animales junto a él. Yo he intentado aceptar el trabajo, pero en el refugio me han dicho que tienen demasiados limpiadores. Me sonó un poco a excusa, pero no encuentro otra razón para que me rechazaran. De modo que tengo que seguir esforzándome por conseguir dinero sin depender del sueldo de Eze.

Hace pocos días me llegó un mensaje de los suburbios, en concreto de Fontana. Me decía que el alcalde del ayuntamiento por fin había accedido a dar trabajo a aquellos que lo necesitasen. Se ve que por fin han conseguido intimidarlo un poco o, mediante el poder de las palabras, han llegado a un acuerdo. Fontana me dice en sus cartas que las condiciones de vida de los suburbios mejoran día a día, y que cada vez, hay menos vagabundos por la calle. No es que de repente ahora todos tengan trabajos, pero según dice Ladino, en cuanto uno tiene una casa en la que vivir, se lleva a siete u ocho con él. Y las comidas no son problemas porque, al fin y al cabo, allí están acostumbrados a sobrevivir cada uno por su cuenta. Lo único para lo que se ayudan mutuamente es para no dormir a la intemperie. Fontana ha mencionado en alguna de sus cartas que el alcalde ha expuesto un ideal de construir un único albergue en los suburbios, gratuito. Cuando me lo contó, no me lo podía creer, y rápidamente Eze y yo nos fuimos a la periferia y comprobamos con nuestros ojos que, efectivamente, estaban de obras. La Vieja Sabia ha conseguido con su habladuría taimada que las gentes de los barrios bajos puedan trabajar, tengan oportunidades y vivan en calles más limpias, además de tener el derecho de poder pisar los barrios medios. Estoy tan contento por ellos, y Hugo también, naturalmente. Lo llevé hace un par de días para que le dieran la noticia ellos mismos. Lo hubiera llevado junto con Eze, pero seamos sinceros, la relación que ambos mantienen no es muy agradable. Eze lo odia por lo que pasó con mi padre, por eso de que se fue de la lengua, pero como yo ya dije, lo tengo superado y sigo manteniendo firme el pensamiento de no querer que Hugo sepa la verdad. Por su parte, Hugo se muestra retraído ante el desprecio de Eze, y esto hace que se comporte receloso ante su presencia, y esto hace que la mala relación fomente su desdén. Pero bueno, mientras no pase de un "hola" tosco y un "adiós" hostil, no hay problemas.

A menudo le pregunto a Hugo cómo les va a los chicos, y él me dice lo felices que están todos. Penélope sigue saltando con la pértiga tan bien como siempre, e incluso ha logrado superar su récord de las invernales... aunque ya no parece poder superarlo más. Su rival, Cristina, no ha mejorado mucho más pero sigue siendo mejor que ella. Nélope sigue estando con Víctor, con el que ya lleva dos meses saliendo, y según Hugo, se les ve muy felices... aunque se nota que quien lleva los pantalones en la relación es ella. Por otro lado está Iván, a quien tengo mucho cariño desde que éramos pequeños. Para mí, Iván siempre ha sido al que había que proteger y lo veía como un niño pequeño y débil. Pero siempre ha sido más fuerte que todos nosotros juntos... no en fuerza física, claro, es diminuto en tamaño. Él tampoco ha podido superar su récord de invierno, pero vive tan al margen de la competición que ni le importa. Hugo me cuenta que Iván empezó una relación amorosa con David Carmona Winstanley, un chico bilingüe que se crió entre España y Australia. Ya llevan poco más de dos meses, y aunque según me cuenta tienen sus más y sus menos, parece que no tienen intención de romper la relación. Me alegré mucho cuando me lo dijo, porque Iván no ha tenido mucha suerte con los chicos y parece que ahora por fin le ha llegado el turno de ser feliz. El resto de la cuadrilla de amigos de Hugo, sigue tan feliz y estúpido como siempre, pero me alegro de que tenga un grupo de amigos así; le viene bien divertirse.

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