29. Último día del año

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Marc


Mis amigos llevan desde esta mañana en casa, ocupando nuestros sofás, viendo nuestra televisión, y armando jaleo como de costumbre. Hoy es Noche Vieja, un día para festejar, pero además de eso, es mi cumpleaños, por lo que toca fiesta doble según Eva. Creo que yo podré aguantar hasta el final, pero la cuestión está en Hugo. A él estas cosas se le dan fatal, y estoy seguro de que después de tomar las uvas se irá directo a la cama.

A parte de eso, tengo el problema de la cocina de hoy. Esta noche en particular hay dos personas más: Víctor y David. Penélope nos ha dicho que Víctor es su pareja actual, pero Iván aún no nos ha dicho qué pinta David aquí. Aunque no creo que haga falta, tanto Hugo como yo hemos llegado a la misma conclusión. Sólo queda que nuestras sospechas sean confirmadas.

Este año me gustaría terminarlo pacíficamente y sin ninguna preocupación en mente para el siguiente año, pero por desgracia no es así. Tengo preocupaciones, como todo el mundo, pero mi problema está en que por muy diminuto que sea el problema, a mí siempre me pesa el triple. Y así no se puede acabar un año, no se puede...

Ayer, cuando Hugo nos dijo que iría al vestuario a cambiarse, yo tenía el terrible presentimiento de que se encontraría con Joel, y aunque mis sospechas no han sido confirmadas, algo me dice que así ha sido. Desde aquel momento, mi amigo está como en otro lugar, como sumergido en sus propios pensamientos... Eso sería propio de él, por supuesto, pero el problema está en que el asunto gira en torno a Joel. Mi plan es alejarlos lo máximo para que Hugo se quede conmigo y no con él, pero si siguen empatando en carreras, o incluso si siguen viéndose en las competiciones, eso estará muy complicado de conseguir.

–Marc, ¿tienes un momento? –me pregunta Iván mientras me pongo el traje.

Miro la hora en el reloj y resoplo con estrés. Debe de quedar una hora para que vengan los invitados... o al menos, los que falten.

–Claro, ¿qué pasa?

–Ven, ven –insiste él, sacándome de mi habitación y guiándome hacia el salón.

Eva y Rufo mantienen una entretenida conversación con Penélope, mientras que Tatiana y Klaus hablan en inglés de cosas que sólo ellos entienden. Hugo está sentado en el brazo del sofá junto a los otros tres.

–¿Estamos todos? –pregunta Iván nervioso.

–Sí, ¿qué pasa? –refunfuña Tatiana, molesta.

Yo me abrocho los botones de la camisa con torpeza y vuelvo a resoplar con estrés. El tiempo se me echa encima.

–Veréis –comienza Iván–, esto es algo que en teoría se dice con la pareja al lado, pero como ya me conocéis sabréis que es algo que prefiero decir yo a solas sin tener que hacerle pasar por el bochorno. Veréis... Supongo que os habréis preguntado por qué está David tanto con nosotros, ¿verdad? Esto... David y yo... somos pareja –dice rápidamente, de forma que apenas se le entiende.

Pero todos lo hemos entendido. Hugo me mira y yo le devuelvo la mirada. Miro a los demás y comprendo que estén sorprendidos. Sólo Hugo y yo conocíamos la orientación sexual de Iván. Este niño... ¿cuánto aprenderá? Primero tendría que haberles dicho que le gustaban los chicos y después dar la noticia. Pero aún así, aunque me lo esperaba, la noticia me resulta desagradable. Sólo quiero lo mejor para Iván, y no sé si lo mejor es que vuelva a empezar una relación amorosa cuando tiene tan de cerca la anterior. Le resultó bastante difícil y dolorosa, así que no sé si una nueva le vendrá bien. Aunque, mientras sea feliz en el presente, quizá haya que dejar de lado un poco el futuro. Ya nos enfrentaremos a él cuando venga.

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