14. Las novatadas

34 4 10
                                    


Iván


Antes de que suene la alarma del despertador de Marqui yo ya estoy en pie, lavándome los dientes después de haber desayunado. Y es justo cuando suena la alarma cuando yo ya estoy dando saltos sobre el sofá, despertando a Marqui, y corriendo hacia el cuarto de Hugo para despertarle. Pero olvidaba que Hugo tiene sueño profundo y ni siquiera yo puedo despertarlo. ¡Pero no importa! Porque el otro sí que está despierto.

–¡Hoy empiezan las novatadas, Marqui!

–Ah, sí... –susurra él frotándose los ojos, con el pelo revuelto.

Le agarro del brazo y me balanceo en torno a él.

–¿Estarás conmigo?

–No puedo... Yo tengo las de salto de longitud...

–¿Qué estás haciendo aquí? –dice una voz femenina y poderosa detrás de nosotros. Lope está cruzada de brazos justo detrás–. Son las novatadas y tienes que venir conmigo a la de ya.

–¿Por qué? –pregunto con curiosidad.

–Porque soy tu superior y me tienes que obedecer.

Me agarra del brazo y tira de mí. Antes de que me saque de la casa me giro hacia Marqui, que sonríe sin remedio y ladea la cabeza.

Lope arrastra de mí, literalmente, hasta el garaje donde tiene aparcado su deportivo naranja. De camino hacia allí nos encontramos con la anciana que vive en el piso de abajo de Hugo y Marqui, pero no nos dice nada porque a nosotros dos no nos conoce. Yo he hablado con ella alguna que otra vez, pero la pobre es tan mayor que ni siquiera creo que se acuerde de mí. Y menos aún de Lope.

Ya una vez dentro, apoyo la cabeza en mi mano y resoplo. Nunca me ha gustado que me obliguen a hacer cosas que no quiero, y yo no quería salir de casa de Marqui. Pero por otra parte me muero de ansias por saber cómo son las novatadas. Hugo no hace más que decirme lo aterradoras que son, y Marqui se ve realmente asustado... Pero es que él se asusta hasta de su sombra. Sin embargo, yo pienso que las novatadas tienen que ser de lo más divertidas... Aunque hay algo que me preocupa. Lope sabe que me cuesta mucho lanzarme a hablar con los que no conozco, ¿y si se aprovecha de mi debilidad para ponerme con un grupo de personas desconocidas? Eso sí sería una broma cruel, aunque quizá me aprovechase de la situación para hacer amigos nuevos... La sola idea de hacer nuevos amigos me resulta muy extraña, porque llevo tanto tiempo sólo con Hugo y Marqui que ni siquiera he podido imaginarme a otros en mi vida. Estoy muy enamorado de mi amistad, no de mis amigos, sino de nuestro vínculo tan especial.

–¿Bea no viene? –le pregunto para hablar de algo.

–La muy tontita está con fiebre en la cama. ¡Lo que se va a perder! El año pasado nos tocó a nosotras sufrir la ira de los superiores, pero ahora que nos toca la diversión... va y se pone mala.

El coche se detiene en un paso de peatones.

–¡La madre que me...! –exclama Lope, con la boca abierta.

Mis ojos se dirigen hacia donde están posados los suyos. Un chico alto y de cuerpo entrenado está cruzando frente a nosotros. Su tez morena reluce menos que sus ojos azules claros con destellos dorados. Entorno a su cuello tiene un colgante hecho con colmillos falsos que le da un toque muy veraniego al chico, a pesar de que estamos en invierno. De hecho, él en sí parece rebosar verano.

–¿Qué pasa? –le pregunto.

–¡No me creo que no sepas quién es! ¿En qué mundo vives, Iván?

Meta tras metaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora