Creo que me gusta Dylan...

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*Dallas*

Me levanté alrededor de las cuatro de la tarde, me duché y me puse un pantalón de mezclilla, unos tenis blancos y un suéter rojo. El frío era notable cada vez más, sin decir que me había duchado con agua caliente.

Bajé las escaleras y divisé a mi hermana acostada en el sofá de la sala.

-Al fin te levantas, bello durmiente -se burló Donna.

-No molestes -mascullé.

-¿Vas a salir?

-¿No es obvio? -le di un beso en la mejilla- Nos vemos luego.

-¿Hoy si vas a llegar a dormir? -preguntó con los brazos cruzados.

-No eres mi mamá, ya te dije -la despeiné y salí corriendo antes de que empezara a insultarme.

*

Toqué el timbre de la gran casa de los Stone.

-¡Dal! -se abalanzó sobre mí, Alicia.

-Ali...Alicia me... estás -forcejeé con la respiración entrecortada.

-¿Alicia? -escuché a Maro a lo lejos de la casa.

-¡Dal, pasa! -Me invitó la pelinegra, soltándome de su aterrador abrazo estrangulador- Dal nos vino a visitar -le dijo a Maro.

-Hola, profesor -saludé cuando había entrado a la casa.

-Fuera de la escuela soy Maro, Dallas.

-Lo siento, Maro -me rasqué la cabeza nervioso-. Vengo... a ver a...

-¿Blake?

Asentí.

-¿Quieres que lo llame o vas a subir a verlo?

-Voy a subir -suspiré cansadamente.

-¡No es justo, Dal! ¿Por qué nunca me vienes a ver a mí? -hizo un puchero la pequeña Stone.

-Porque mi mejor amigo es Blake -aclaré.

-Alicia, ¿por qué no mejor le llamas a mamá y le preguntas cómo le va? -intervino Maro.

-¡Vale! -se fue a su cuarto (el único que se encuentra abajo).

-Gracias, Maro -hice un ademán de despedida y subí al cuarto de Blake.

Le di unos toquecitos a la puerta y ésta se abrió unos segundos después.

Blake me observaba inexpresivo.

-Pasa -se dio la vuelta y se sentó en el piso a jugar videojuegos.

Cerré la puerta y me acosté en su cama.

-Blake -murmuré.

-No entendí que dijiste -dijo, mientras oprimía como loco botones.

-¿Puedes apagar esa cosa?

-¿Qué?

-El juego, apágalo.

-Lo siento, no te escuché.

-¡Quiero que me prestes atención! -exclamé cabreado.

-Vale, que humor -le puso pausa.

-Lo siento -dije cabizbajo.

-Ah, está bien, sólo arruinaste mi partida.

-No, hablo de lo de la mañana -lo miré serio-. No estaba de buen humor y me desquité contigo. Tenía prisa de irme.

-No tienes que disculparte, Dallas.

-Pero ya lo hice así que... Me voy -me levanté de la cama.

A MESS [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora