No voy a privarme de los sencillos placeres de la vida...

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David

¿Había decidido cambiar? Sí. ¿Lo había logrado? No, pero lo estaba intentando. ¡Es imposible cambiar de la noche a la mañana! Todo proceso lleva su tiempo, y yo no planeaba acelerarlo. Quería hablar con mis padres, quería expresarles mis sentimientos y mis frustraciones de una manera calmada y honesta. Quería tener una mejor relación con mi hermano y con mi prima, quienes todo este tiempo dejé del otro lado de la barrera que construí para no terminar herido. Y sí, quería hacer una infinidad de cambios en mi vida desde ese día en la playa, que me hizo caer en cuenta de todas las cosas que había estado haciendo mal.

Me di cuenta que desde años atrás había estado yendo inconscientemente en contra de todo ese conjunto de opiniones y creencias que tenían las personas a mi alrededor, dejé que simples expresiones puramente subjetivas y lejanas de lo que realmente soy se volvieran un problema. Me había encaprichado en probar que no era justamente como ellos pensaban que era, y al final, me perdí a mí mismo. Pero ahora entiendo que está bien, me sirvió para forjar un nuevo autoconcepto sobre mi persona, para reinventarme, conocerme mejor y para crecer.

Sin embargo, últimamente, tener la mente ocupada en reflexionar las decisiones pasadas sobre mi conducta indiferente frente a la vida no es suficiente para calmar el fuerte sentimiento que hace que mi corazón se sienta pesado. Por primera vez en mi vida estaba pasando por algo que antes me tenía sin cuidado, estaba experimentando un corazón roto.

Y al principio traté de no dirigirle la mirada, y era fácil, sólo cuando no hablaba. Porque cuando lo hacía, era tan difícil no pensar en la forma en que las comisuras de sus labios se levantaban suavemente. Sus labios... Tan hermosos. Y cuando combinas la sonrisa más hermosa con unos nostálgicos ojos cafés, es simplemente tan atractivo. Sobre todo la vista desde arriba cuando estaba sentado sobre sus piernas, disfrutando la calidez de su boca y la sensación de sus suaves cabellos negros entrelazados entre mis dedos.

Y estaba ahí, tratando de no caer a pedazos por escuchar esa constante voz hablando un idioma que no entiendo. Recordando el tono que usó cuando estaba pidiéndome olvidar los momentos que quería atesorar por siempre. Suspiro. Incluso si quiero odiarlo y enojarme porque decidió ignorar todo lo que sentía y todo lo que compartimos, no puedo. Sé que decidí que iba a ser una persona diferente, alguien maduro que trata de ser más comprensible con los demás, pero es imposible lidiar con estos sentimientos violentos en mi pecho.

Maro me había hablado y tratado tan gentil que me hacía querer llorar cada vez que lo recordaba. Hubiera preferido que me rechazara fríamente, pero no lo había hecho. Y ahora entendía por qué las palabras bonitas guardaban esperanza. Independientemente de si está seguro de la decisión que tomó en ese salón de clases, tenía que respetar el acuerdo para no ser odiado por él. No sé qué haría si de pronto esos ojos cautivantes me miraran con enojo o disgusto. Tenía que soportarlo.

*

—Donna no vino —Shina comentó desganada. Su cara mostraba decepción.

—¿Y Dallas? —preguntó Emma. Todos voltearon a ver a Blake, quien comía silenciosamente.

—No es como si viviera con él —contestó apenas audible el castaño.

—¿No creen que es extraño?

—Probablemente se quedaron dormidos.

—Creo que es un poco tarde para que sigan dormidos —Checó su reloj—. Además, ya me hubiera mandado un mensaje.

—¿No crees que estás siendo un poco paranoica? —sugirió Dayana, quien a petición de Shina, o más bien, por obligación había decidido bendecirnos con su presencia.

A MESS [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora