No es lo que parece

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Dylan

—Tienes que explicarme todo, ahora —demandó, saliendo de la bañera. Empapado.

—No quiero —Saqué mi lengua infantilmente.

—¡Monroe! —Me convenció con una mirada "intimidante". Solté una risita.

—Vale, vale, está bien.

—Si no dices la verdad me enojaré.

Consideré un momento la implicación, deseando un poco ver qué tan roja puede volverse su cara cuando se enfurece.

Suspiré.

—El loco que vino a gritarme es mi padre —Me enserié, mordiendo mi labio inferior con nerviosismo.

—¿Tu... padre? —balbuceó con incredulidad.

—Sí, pero una versión ebria.

—¿Y por qué gritaba sobre un...?

—¿Chico? —Alcé una ceja—. Es una larga historia, en serio.

En realidad es más como que preferiría olvidarla...

—¿No me vas a contar?

—¿Eh? ¿Por qué debería? —Me crucé de brazos, una sonrisa divertida adornando mi rostro.

—¿En serio dejé que me metieras a una bañera para que después no me contaras la historia?

—Esas cosas pasan.

—Idiota —masculló.

—¿Oh?

Lo tumbé abruptamente en la cama, yo quedando encima de él y agarrando sus muñecas. Ni siquiera intentó zafarse o poner fuerza. Sus ojos aceituna estaban abiertos con exageración y su alma pareció haber abandonado su cuerpo.

—¿En serio quieres saber? —Ladeé la cabeza, inspeccionando su cara.

Asintió, claramente temeroso.

—Bien —Rodé hacia el otro lado, dejando caer mi espalda en el colchón—. Pero antes ve a cambiarte, estás mojando mi cama.

—¿Eh? ¡Pero si tú...! ¡Tú! —Tartamudeó.

—¿Yo? —Reí.

—Tú fuiste el que se abalanzó sobre mí.

—Sí, como digas —Me levanté y busqué ropa para prestarle. El castaño me observó curioso—. Toma.

—¿Eh? —Viré los ojos y se la aventé—. ¿Para qué me das esto?

—¿Quieres seguir mojando mi cama?

—Oh. Gracias —susurró lo último, contemplando las prendas.

—¿Qué?

—¡Nada!

¿Dallas siempre ha sido así?

—Te va a quedar algo grande porque estoy más alto.

—Ya sé —Se dirigió al baño.

—Oye, ¿no te vas a cambiar aquí? —Sonreí burlón.

—¿Eh? —Me miró sorprendido.

—Es una broma —Tragué saliva—. Me ducharé en otro baño.

Asintió levemente.



Regresé a la habitación, secando mi cabello mojado con la toalla alrededor de mi cuello. Cuando vi a Dallas sentado en el suelo con su espalda pegada a mi cama solté una carcajada. Mi camisa de manga corta le cubría más de la mitad del brazo y había doblado el pantalón para que no estorbara sus pies.

A MESS [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora