Dallas
Después de última clase me levanté de mi asiento con rapidez. Los lunes eran realmente lo peor, es como si estuvieran diseñados para arruinar la vida de las personas.
Me paré frente a mi simple casillero gris y suspiré con pesadez mientras me debatía mentalmente si debía abrirlo.
Sin darme cuenta ya llevaba como tres minutos parado frente a éste, con la mirada perdida. Tenía miedo de hacerlo y ver otra carta de mi admirador secreto, o más bien del tipo creepy que disfruta joder mi vida.
Después de unas cuantas miradas raras de mis compañeros, decidí que tenía que abrirlo tarde o temprano.
—¿Estás bien? —preguntó mi mejor amigo.
Asentí con la cabeza, respiré profundo y me decidí a abrirlo. Nada. Literalmente.
—¿Dónde rayos están mis cosas? —pregunté con el entrecejo fruncido. No creo que le hayan salido pies a mis libros y cuadernos...
—Woah —Una O se formó en su boca—. Tu casillero está vacío.
—Gracias, Blake. Tengo ojos también, puedo ver que está vacío.
—¿Qué sucedió?
Lo miré con desdén. ¿Por qué parece que las personas se ponen de acuerdo en hacer preguntas tontas cuando no estás de humor?
—Si yo supiera no me hubiera sorprendido —Apreté los labios con frustración.
Esto no es divertido, amigo secreto...
—Se cayó algo —mencionó mi mejor amigo.
Sentí mi garganta seca cuando vi una hoja blanca doblada a la mitad en el feo suelo.
—¿Qué es? —preguntó curioso.
—Eh, no lo sé, ¿basura? —La levanté y la metí en el casillero más rápido que Flash.
—¿Okey? —Blake alzó una ceja en signo de incredulidad.
—Como sea, hoy iré a tu casa —le informé, cambiando el tema.
—Gracias por avisarme con una semana de anticipación —bromeó el castaño.
—Y David también irá —Señalé al mencionado, quien se encontraba guardando sus libros. Hasta hoy me fijé que su casillero estaba a cuatro del mío.
—¿Eh? —respondieron al unísono.
—¡Bien! —exclamé con energía—. Decidido.
—Mmm, vale —Hizo un ademán de despedida—. Me iré ahora, tengo algo que hacer.
—Bye —Le correspondí el ademán.
Una vez dejé de ver su espalda dirigí la vista hacia todos lados. El único que no se había ido era David.
—¿Puedo ver? —preguntó mientras se acercaba lentamente a mi lado.
Fruncí los labios en una línea recta antes de asentir y abrir el casillero. Decir que no me sentía nervioso era una total mentira.
—Enserio, ¿qué rayos pasó con tus cosas? No veo propósito en robarlas.
No contesté. Tal vez mi acosador está enojado porque he estado ignorando las tres últimas notas que me ha mandado.
La abrí y el contenido me dejó anonadado. O más bien, la falta del contenido.
—Sólo es... una maldita hoja en blanco con una L mayúscula arial 12 —La arrugué.
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A MESS [EDITANDO]
Romance«Mi nombre es Dallas Johnson, tengo 17 años y de alguna forma me he enamorado de un compañero de clase y del club de baloncesto: Dylan Monroe. Las cosas no son muy fáciles por dos sencillas razones. La primera sería que somos hombres. Y la segunda e...