Puerta atascada...

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*David*

Hoy era el mejor día de mi vida. Me levanté tarde porque el despertador se había descompuesto y todos en la maldita casa se quedaron dormidos, así que tuve que correr hacia el salón que me tocaba, y el profesor me dejó afuera. Por su culpa no entregué el trabajo que había hecho con anticipación una semana y luego me tropecé en las escaleras. Por suerte, nadie me había visto.

Fui a la enfermería para curarme la rodilla y subí cuando había comenzado la segunda clase.

-¿David? –preguntó extrañado Scott cuando me vio aproximarme a él.

-También me da gusto verte.

-Pensé que no vendrías –quitó su mochila de la silla de al lado.

-Pues, para tu desgracia y mala suerte aquí estoy.

-Que platicador estás hoy.

-¿Platicador?

Se río.

-No, más bien diría que estás de buen humor.

-Incorrecto –me senté y recosté la cabeza en mi mesa.

-Eres un ser tan contradictorio.

-Lo dices todo el tiempo, ¿no te cansas? –dije con los ojos entrecerrados.

-¡Y lo diré hasta que muera! –exclamó burlesco.

-Estás atrofiado del cerebro –puse los ojos en blanco.

A Scott siempre le ha gustado hacer mini peleas por todo. Y a veces le sigo la corriente.

-Admite que me amas –hizo el "duck face".

-Que desagradable –fruncí el entrecejo.

-Dices eso todo el tiempo, ¿no te cansas? –lo dijo con mi supuesta voz.

-¡Y lo diré hasta que muera! –lo imité también.

-Bien, ya no te molesto, señor enojos.

-Ahora mismo soy la persona más agradecida -recurrí al sarcasmo para acabar la conversación.

*

Cuando sonó el ruidoso timbre que avisa el primer receso hice una fila interminable para comprar mi desayuno y luego me senté con Scott, Blake, Dallas, mi hermano y las chicas. Últimamente es costumbre sentarnos de esta forma, pero no me desagrada como pensé que sería estar rodeado de un mayor número de personas.

Sin embargo, hoy había más tensión en el aire que la normal, ocasionada por Blake y Dallas que ni siquiera se miraban.

El día transcurrió tan lindo como usualmente transcurre y decidí que hoy no tenía ganas de ir a casa temprano.

Tocando el timbre de la última clase me dirigí a la biblioteca de la escuela. Aunque nadie concuerde conmigo, ese lugar es de los pocos lugares que me agrada, y es real cuando digo que los lugares que me agradan los puedo contar con una mano. Es tranquilo, silencioso y nunca hay nadie.

Abrí la puerta de la biblioteca con dificultad, y me cuestioné si era una niñita. Digo, estaba más dura que de costumbre o me había vuelto un debilucho.

Aunque no hizo caso saludé a Andrew y luego me puse a elegir algunos libros para matar el rato.

Estaba concentrado leyendo un libro sobre la segunda guerra mundial cuando escuché unos pasos. Levanté la mirada y me encontré con Blake. Parecía perdido.

-¿Buscas algo? –pregunté.

-Hola –saludó extrañado el castaño-. ¿No es algo escalofriante estar solo en este viejo lugar? –preguntó.

A MESS [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora