Príncipe Maro

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—¿Hermano?

—¿Novia? —preguntó Maro, aún apoyado en la barra desayunadora.

—¿Te apellidas Ross, no? La novia de Blake igual.

—No tengo hermanas —Alcé una ceja, aunque es probable que mi flequillo largo no la dejara ver.

—Espera un segundo, Alicia —Maro se puso a mi lado—. ¿Desde cuándo Blake tiene novia? Estoy confundido.

—Me la presentó porque soy su hermana favorita, es obvio.

—Ambos sabemos que no es así —Se cruzó de brazos—. Dime la verdad.

—¿Por qué mentiría? Me la presentó hoy, enserio. Su pelo es castaño, ojos oscuros y tiene una nariz pequeñita. ¡Es súper bonita! —Suspiró soñadoramente—. Son la pareja perfecta.

—¿Cuál es su nombre?

—Uh... Creo que empezaba con C.

—¿Carrie? —preguntamos al unísono.

—¡Sí! Dijo que se llamaba Carrie Ross.

Maro me dirigió una mirada. Ambos estábamos confundidos.

—Carrie es mi prima.

—Ah, ahora que lo mencionas no se parecen tanto.

—¿Estás segura de que se apellida Ross?

—Sí, ya les dije que ese era su nombre —Viró los ojos—. Supongo que la vida está llena de sorpresas, ¿no? Y de secretos —Alternó la mirada hacia ambos. Tragué saliva.

Gracias a que horas antes vi el portarretrato con la foto de sus padres, pude notar el inmenso parecido de Alicia con su madre. Alicia es baja de estatura, delgada, pelo corto negro, y tiene unos ojos grandes y unas pestañas que parecen falsas, haciéndola parecer una muñeca de porcelana.

Su falda gris y blusa blanca de manga larga arrugada y desfajada, dan la impresión de que se quedó dormida después de llegar de la escuela. También un calcetín está más arriba que el otro y sus pantuflas rosas están al revés.

—Carrie me contaría si estuviera saliendo con Stone, ella realmente no puede mantener su boca cerrada cuando está conmigo.

Alicia sólo se encogió de hombros y agarró mi brazo, agitándolo suavemente para llamar mi atención.

—David, ¿nos acompañas a ver un maratón de películas de Disney?

¿Nos acompañas? ¿En plural?

—Uh... —Volteé a ver a Maro para pedir ayuda pero éste sólo soltó una carcajada y caminó hacia el sofá, sentándose en medio con un brillo cómplice en sus ojos color avellana.

Te odio.

—Plis —dijo alargando la vocal y haciendo un puchero. ¿Cuándo será el día en que las mujeres entiendan que eso no causa ningún efecto en mí?

—Está bien —contesté resignado, ganando una sonrisa de autosuficiencia de su parte.

No confundas las cosas, Alicia. La única razón por la que acepté es porque Blake fue lo suficientemente amable como para dejarme quedarme en su casa, no porque tu acto de infante me haya movido el corazón. Bueno, y tal vez por el hecho de que Maro está sentado observándome con su cara e imagen atractiva. Sí, tal vez.

Me acerqué y éste dio pequeños golpecitos al espacio a su lado, sonriendo mientras me observaba sentarme y recargar la cabeza con desinterés. Decir que no estoy consciente de las pequeñas acciones que hace sería mentir cínicamente. Él siempre está ahí, prestándome atención todo el tiempo, regalándome miradas fugaces y sonrisas asesinas. Y es como si hubiera encontrado algo que me faltaba, por muy cliché y tonto que suene. Nunca me sentí tan cómodo con la presencia de alguien en mis 19 largos años de vida.

A MESS [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora