Ascensor

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El ascensor llegó sacándome de mis pensamientos, ya deseaba que se acabara el día, entre en el esperando llegar a tiempo a la clase del hombre que me estaba quitando mi paz.

Justo cuando las puertas se estaban cerrando un zapato las bloqueó haciendo que nuevamente se abrieran. Contuve con todas mis ganas el deseo de gritar cuando vi que entraba él, con un par de audífonos en sus oídos. (Parecía más joven) Lo mejor de todo era que estaba igual de tarde que yo.

El tipo era un creído, guapo y seguro de sí mismoEl representante de lo que yo podría definir como un maldito y perfecto macho Alfa. Por unos segundos, me atonté, ¡él estaba muy bueno a la vista! Se giró dándome la espalda. Mirar no era pecado, y su presencia me estaba dando nervios.

—¿Piensas bajarte o vas a quedarte mirándome todo el día? No es que me moleste pero voy retrasado a la clases... vamos retrasados.—volvió a decir señalando a ambos.—Niña tonta.

—(hey eso si lo entendí, estúpido)

Mis ojos aún no se despegaban del hombre frente a mí, era un gilipollas! ¿Qué le pasaba? ¿Había estudiado en algun colegio para imbéciles? Me sentía enojada. No pude evitar que mi mirada captara cada uno de sus movimientos mientras nos dirigiamos al salon. 

Entramos en silencio al aula de clases y aunque todos nos miraron extraños, nadie se atrevió a cuestionarles. Algunos de los estudiantes entregaron sus trabajos y otros optaron por entregarlos el día pautado.

Al salir no encontré a ninguno de mis amigos, no me quedó opción que tomar nuevamente el maldito ascensor. Di un paso dentro de la cabina cuando lo vi otra vez. Así que me encontraba nuevamente en la misma situación con él. Esta vez me quedé mirando hacia el espejo del ascensor mientras lo veía con esa estúpida sonrisita. ¡Idiota! Salimos en silencio, esto parecía una película que volvía a rodar una y otra vez.









Susurros del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora