Enamorada de ti

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Arrojé el teléfono y las llaves en la mesita de noche y me desplomé en la cama. Mi teléfono zumbó, indicando un mensaje nuevo, pero lo ignoré. Después de haber tomado el exámen final no estaba de humor para nada.

Cierro los ojos a la espera, o más bien con la esperanza, de que se me pasara el hambre que comenzaba atacar. Aunque sabía cocinar mi mamá se ponía histérica si lo hacía mientras no estaba. Le daba pánico que ocurriera algún accidente y nadie pudiera ayudarme. Cansada de pensar que voy hacer, miro la hora en el reloj que, a pesar de lo tarde que es y mamá todavía no ha llegado, decido por prepararme un emparedado. ¿Es mejor eso que nada?

De camino a la cocina veo la luz del aparato que controla la puerta de entrada del apartamento parpadear varias veces. Alguien llamaba a la puerta insistentemente justo a estas horas en que mi madre no estaba en casa. Vuelve a mí mente la voz de mama "cierra las puertas y no le abras a nadie" Debato entre abrir o no, pese a las múltiples advertencias que ella me hace siempre que estoy sola, decido abrir.

--Hola señorita Sullivan.—juro que ahora si me quedé sin habla para siempre. Bajo la mirada ️para inspeccionar la ropa que llevaba puesta, unos jeans cortos desgastados y camisilla de tirantes con un gran ratón haciendo burlas. Estoy más o menos presentable. Como no tengo mi mensajero a la mano le hago señas para que pase y me espere en la salita. Busco rápidamente el mensajero que descansa en la mesa de noche, me pongo unas pantuflas y salgo al encuentro de él. Lo que no me queda claro es ¿por qué esta en mi casa y a estas horas?

¿Qué haces en mi casa?—¡Ay, Grace-! ¿De verdad le preguntaste eso? – fue lo primero que se me ocurrió escribir

El me regala una de esas sonrisas perfectas con las que he comenzado a soñar. Puedo jurar que cada vez que lo miraba no me quedaban ganas de mirar a nadie más.

__ ¿Palomitas?—dice mientras me enseña un paquete de estos.

Titubeo un poco antes de contestarle, no quiero decir algo estúpido nuevamente.

__Púes pensaba hacerme algo para cenar. No sé por qué, obvio decirle que mi cenas sería un emparedado.--Se cocinar pero mi madre no está y no quiere que este en la cocina sola. – debí parecer una tonta púes vi como leía mi mensaje y sonreía.

__ ¿Entonces tienes hambre? –me escribe mientras da la vuelta al sofá.

__Algo así. – le contesto. Estaba al punto del desmayo pero no lo iba admitir.

__ ¿Y estás sola?

__ ¿Cómo? – sé que estoy nerviosa y contesto preguntas con más preguntas.

__!Pareces escandalizada! – el observa mi expresión y estalla en carcajadas.

Está bien señor sabelotodo me éstas tomando el pelo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, su sola presencia me estaba provocando cosas inexplicables.

__ Pongámonos serios. ¿Dónde está tu cocina?

__ ¿Para qué quieres saber? – me extrañé.

__ Voy alimentarla señorita Sullivan.

__ ¿Qué?— volví a susurrar. "No sé pero he comenzado a pensar que no le gusta llamarme por mi nombre"

__Cocinar es símbolo de comida y usted necesita alimentarse.

__ ¿Sabes cocinar?—ahora estaba sorprendida

__Se sorprendería de todas las cosas que puedo hacer. –si supiera que lo estaba.

Entonces recordé cuando unos meses atrás mientras estuvo en la Universidad me había dicho las mismas palabras.

__ ¿Dónde está tu cocina?--volvió a preguntar

Le señalé para seguirlo automático hasta ella.

__ ¿Dónde está tu mamá?—vuelve a preguntarme

__Ella está trabajando.

__ ¿Te quedas sola a menudo?

__ A veces. –¿me estaba interrogando?

__ ¿Y acostumbra abrirle la puerta a cualquier desconocido que toque?

__No es como piensas.. –empecé a excusarme

__Tranquila, veamos que hay aquí que nos pueda ayudar.—automáticamente abrió la alacena.

Observando desde la mesa, no pude dejar de mirarlo soñadoramente. El pareció como si escuchara mis pensamientos, levantó su mirada, atrapándome espiándolo, y esa sonrisa perfecta hizo su aparición. Al instante, las mariposas, que habían desaparecido, estuvieron de regreso. No podía creer que él estuviera parado en mi cocina y menos preparándome algo. No me quedaba claro, ¿Cómo había conseguido la dirección? Terminó preparando una pasta riquísima. Además de un buen biólogo era un buen cocinero.

No sé qué poseyó mi cuerpo en aquel momento. Me incliné hacia el sin proponérmelo, pero él se adelantó y me besó. Fue un beso bueno y dulce. La unión de nuestros labios me hizo sentir esa magia que tantos hablaban cuando se estaba enamorada. Estuvimos besándonos mucho tiempo y él se dejó besar mientras me acariciaba con suavidad la nunca con los dedos.

__Es curioso, si yo no fuera quien soy y tú no fueras quien eres, pensaría que estas tratando de seducirme.—le escribí

__Y si te dijera que lo estoy intentando. –me escribe. !!Que!!

__ ¿Qué me estás proponiendo? – vuelvo a preguntar. Queria escuchar que su respuesta pero tenía miedo.

__Que no me rechaces.—contestó

El me miraba a la espera de una respuesta. Entonces la recibió.

__Yo sé que mañana voy arrepentirme por esto.

Comienza a besarme otra vez.— ¿Sabes lo bien que me haces sentir? –susurra a mi oído. No sé qué ha dicho pero sé que debe ser algo lindo. Deslicé mis brazos alrededor de su cuello y ahora soy yo quien lo besé.

Un suave gemido se le escapó de su boca. Puso su mano en mi cuello, enredando sus dedos en mi cabello. Suspiré ante el contacto, disfrutando las sensaciones que su toque me hacía sentir. Nunca antes experimenté esta clase de emoción por otra persona. ¿Cómo podría no caer en tus brazos si son el mejor lugar en que he estado?

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Susurros del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora