Absorta en sus pensamientos y el nerviosismo de saber que por fin conocería a los padres de Sebastián no se dio cuenta cuando llegaron a la casa de él. Sintió que alguien le desabrochaba el cinturón lo que la hizo reaccionar un poco azorada.
- ¡Hey! Tranquila ya llegamos. – escribió el
- Ven te enseñaré la casa primero.—la sujetó de la mano y entraron juntos.
La decoración de la casa era fresca y moderna. No era una mansión pero era lo suficientemente grande para pasar por una. La parte trasera daba hacia una terraza con una amplia piscina. Aquello casa era espectacular comparada con su humilde apartamento.
Caminaron lentamente hacía el recibidor donde se encontraba un enorme piano y comenzó a ver las fotos.
- Yo quiero algo de beber. En un momento les aviso a mis padres que llegamos.
Ella asintió.
-¿Todavía nerviosa? – preguntó el
-Un poco. Tienes muchas fotos. ¿Son todas de tu familia? – le escribió
- No todas, algunas son de amistades de mis padres y mi hermana.
-Vengo rápido—dijo depositando un suave beso en sus labios. Entonces se retiró por un momento dejándola sola en el recibidor. Las manos le sudaban copiosamente. Al instante el regresó y la tomó de la mano. Ella esperaba que no se diera cuenta cuanto le afectaba todo esto.
- Ven quiero enseñarte el resto de la casa.—le dice.
Al final del pasillo había una puerta en madera. Al entrar tenía un toque muy varonil con una amplia cama y estaba totalmente alfombrado. Grace tragó hondo definitivamente, era la habitación de Sebastián.
- ¿Qué te parece?—dijo con picardía
- Muy grande y agradable – contestó en mensaje
- Qué bueno que te guste así será nuestra habitación de matrimonio. –escribió de vuelta tan normal como decir los buenos días.
Salieron de la habitación y la llevó al exterior de la casa. En la parte de atrás tenía una iluminada y espectacular piscina.
-Tienes una casa espectacular —escribió ella
- Gracias.
De momento le entró un escalofrío.
- ¿Tienes frío? – preguntó el
- Un poco. – contestó ella
- Bueno será mejor que entremos deben estar esperándonos. – le escribió él. Ya en el interior de la casa, se ubicaron en el salón principal. En él se encontraban dos señoras mayores que a juzgar debían ser las dos madres que había dicho Sebastián que tenía.
Se sintió llena al disponer de la oportunidad de disfrutar de la experiencia de conocerlas. ¿Quien tomaría la iniciativa de hablar primero dado que ella no podía? Tampoco era que iba a escribir en su mensajero y pasarles. Qué momento tan incómodo y no saber qué hacer.
Una de las dos mujeres, vestida con un vestido azul cielo se acercó a ellos con los brazos abiertos y la sonrisa franca. El aspecto de esta mujer de mayor edad era cansado con unas ojeras que comenzaban a notarse.
--Tú debes de ser Grace —dijo—. Tenía ganas de conocerte. Qué guapa eres.—siguió hablando sin recordar el problema auditivo de ella. Ambas se besaron en la mejilla, y enseguida Grace decidió que le caía bien, pues no la miraba con altivez, sino con una refrescante cercanía.
--Ella es mi mamá Guadalupe.—escribió él. A juzgar por su parecido con Sebastián, ella debía ser su madre biológica.
--Ella es mi mamá Eleonor.—vuelve a escribir. Eleonor planta un beso en la cara de Grace cariñosamente. Está mujer en cambio y a pesar de su pelo casi blanco se notaba de lo más jovial.
Un tercer personaje hizo su aparición. Un hombre alto bastante mayor pero muy elegante al igual que Sebastián impecablemente vestido, se colocó al lado de su esposa, tomándola por la cintura. Destacaban unos ojos vivarachos que parecían mirarla con curiosidad. Dejaba a la vista que debió ser un hombre muy guapo en sus tiempos de juventud aunque seguía siéndolo. Algo no cuadraba, Sebastián no guardaba ningún parecido con este hombre. Últimamente tenía muchas preguntas sobre él, pero no sabía cómo abordarle el tema. Su noviazgo, que aún no se lo creía y su repentino compromiso no le había permitido conocerlo mejor. No sabía que pensar. Ella quería con todas sus fuerzas que su relación durara. Ella amaba a este hombre. No podía precisar en qué momento entró tan profundo en su corazón.
—Ya veo que mi hijo tiene un buen gusto —dijo él asintiendo con la cabeza, como dando su aprobación.
Sebastián le escribió lo que había acabado de decir su padre.
—Gracias —dijo ella sonriendo. Era difícil para ella estar mirando su móvil para saber de qué hablaban.
—Tus padres son un encanto —escribió ella.
—¿Viste como no iba a ser tan difícil? —le respondió el tomándola por la cintura, ansioso por tenerla cerca de ella para perderse en su aroma de mujer.
Después de la comida, cruzaron el comedor y se dirigieron hacia las escaleras que daban al segundo piso, al parecer a la recámara de Sebastián.
—¡Sebastián! —exclamó su madre Guadalupe
—Estaremos en el segundo piso—anunció el. Dijo segundo piso por no decir que estarían en su habitación, lo que hizo ganarse una mirada reprobadora de su madre Lupe. —Cuando llegue Gabriela díganle que suba.—terminó diciendo para arreglar un poco la incomodidad que hubo en ese momento.
Su madre Guadalupe lo miró recelosamente diciéndole con la mirada que no estaba de acuerdo. En ocasiones las opiniones que otros tuvieran acerca suyo incluyendo a sus padres no las tomaba en consideración. Continuó hacía su recámara con ella. De todas maneras no pensaba que ella se hubiera dado cuenta de lo sucedido con su madre. Quería un tiempo a solas con ella y lo tendría, aunque su madre no estuviera de acuerdo.
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Susurros del corazón
RomanceSebastián Valenzuela, a punto de cumplir sus 24 años. Tiene dos cosas importantes en su vida; su hermana Gabriela y su trabajo como biólogo en un laboratorio de una farmacéutica de prestigio. Puede tener la mujer que quiera, es guapo y a pesar de q...