La vil mentira

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--Buenas. --contestó

--Hola, Andrés. No sabes cuánto te he extrañado. --dijo con voz acongojada Elena

--Hola, Elena.

--Te siento lejano. Sabes algo, Andrés, yo te amo y este tiempo separada de ti, ha sido un infierno.

--Elena, antes de que prosigas quiero decirte que ya hay alguien en mí vida.
Fuiste una persona especial en su momento pero ya no podemos ser nada más.

--Andrés no me digas eso. Estoy dispuesta a pasar por alto lo que pasó con esa mujercita. No me abandones. Son muchos años que pasamos juntos. Nuestros cuerpos se conocen. No podemos negar la buena química que tenemos.

--Teníamos, Elena.

--Por favor.

--Lo siento mucho. Acabo de comprometer a mi novia y nos casaremos pronto. Por lo que una vez compartimos, te deseo todo lo mejor. Se que encontraras alguien que te quiera. --sabía que estaba llorando al otro lado de la línea pero el tenía que ser sincero con ella.

--Esta bien. Pero que te quede presente que siempre estaré para ti. Espero que valores mi amor antes de que sea tarde.

--Hasta luego, Elena. Siento mucho esto....--antes de que colgara ya Elena había hecho lo propio.
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Abrió la puerta de entrada a la farmacéutica.

--Buenos Días, señor Valenzuela.--le saludó Constanza.

--Buenos Días, Sra. Constanza.--le saludó de vuelta

--La orden del equipo que envió a buscar para él laboratorio, ya llegó. ¿Desea que la lleven directo al laboratorio?

--Está bien. Recogeré un poco antes y le haré llamar para que lo lleven.

--Por cierto joven.

--Diga.

--Quiero felicitarle por su compromiso con la señorita Sullivan. Esa niña es un ángel. Se qué serán la pareja perfecta. Usted debe cuidarla, muchachas así, no se consiguen donde quiera.

--Lo sé. No se preocupe, está en buenas manos. Gracias por sus buenos deseos.--y lleno de satisfacción de saber que otras personas aprobaban su relación se fue directo a su área de trabajo.

Al entrar al laboratorio, prendió las luces. Comenzó moviendo un anaquel de un extremo a otro. Aquella máquina último modelo quedaría perfecta en aquel lugar.

Se dispuso a llamar a Constanza pero el armario semi abierto, llamó su atención. Era él.armario que utilizaba Grace para sus batas. El no era perfecto pero no le gustaban los descuidos. Ese armario no podía quedarse abierto expuesto a entrar cualquier cosa que pudiera contaminar el equipo esterilizado. Se lo diría de bonita forma para no hacerla sentir mal. Tomó el pomo de la puerta y al cerrar cayó un sobre. Cogió el sobre en sus manos y leyó:

Laboratorio Bellamount.
Grace Sullivan Kelly

Se preocupó al ver que el remitente era de un laboratorio tan prestigioso. ¿le pasaría algo a su Grace?

Más que la curiosidad le ganó la preocupación de que estuviera enferma o algo grave le ocurriese. Entonces decidió abrir el sobre.
Comenzó a leer el contenido de aquel papel.

Grace Sullivan Kelly
Edad: 21
Toma de muestra: Embarazo
Validación: Positiva
Fecha: 14/02/16
Resultado: 2-3 semanas

Su corazón comenzó a bombear la sangre a una velocidad endiablada y, de pronto, ya no pudo contenerse más y comenzó a llorar. Sí, a llorar como nunca antes lo había hecho. Se sentía insultado, vilmente traicionado. Así que todo el amor que ella decia sentir por el, era una vil mentira. Era una maldita zorra que lo había envuelto con su cara de ángel. Y el tan estúpido que la había comprometido en matrimonio. Como se habrían reído a sus espaldas. No había más que buscar, estaba seguro que ese hijo era del tal Nicolás, el hijo de su jefe.
¿En qué momento me tuve que cruzar en su vida? --se lamentó. Todo estaba muy bien cuando sólo la miraba y me imaginaba como sería estar a su lado? Secó sus lágrimas. Sentía sus ojos pesados. Nunca más volvería a entregar su corazón. Lleno de rabia dobló el sobre y lo guardó para él.
Tomó el auricular y llamó a recepción.
Carraspeo la garganta antes de hablar.

--Contanza me ha surgido algo y no puedo recibir el equipo. Quedamos en moverlo mañana por favor. Ella estuvo de acuerdo y colgó.

--¿Por que a mí ? Tú no Grace, tú no.--cada vez que la recordaba se le oprimía el corazón.

Decidió que era hora de pasar la página. Ya el daño estaba hecho y jamás la perdonaría. No sabía como hacerle saber que ya sabía todo. Dios como dolía. Nunca pensó que se pudiera sufrir así. No podía quedarse ahí, se iría directo a casa y llamaría a su hermana para contarle. Quizás ella le podría ayudar. Cabizbajo salió del laboratorio y con gran disimulo salió por la puerta principal evitando que lo vieran a la cara. No quería que nadie viera que había llorado ni que le hicieran preguntas. No sabía si se quebraría en llantos delante de alguien. Eso sí que no lo haría. Jamás le daría esa satisfacción a Grace. Jamás. Hoy ella había muerto para él.

Susurros del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora