Reencuentro

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"Andrés" si hasta lindo le quedaba el nombre. ¿Entonces no se llamaba Sebastián? Muchas preguntas juntas que no tenían respuestas. Si hubiera sabido que el profesor Clark era el padre de Nicholas se hubiera ahorrado la vergüenza. Necesitaba ese trabajo y mucho, sabía que su mamá pasaba demasiado trabajo para pagar el alquiler, sus estudios y todo lo que conllevaba una familia. Aunque su familia era de dos, la situación era difícil. Desde que conoció a Sebastián o Andrés, siempre se la pasaba nerviosa. Ahora trabajaría para él, en realidad era para él señor Clark, pero daba lo mismo porqué quién haría la supervisión directa sería él.

__Acompáñeme al laboratorio. Andrés anda un poco ocupado y no puede venir a dirigirla. "Si claro como si ella se chupara el dedo" gracias a Dios que sus pensamientos no se podían leer y tampoco gritar.

Llegamos frente a la puerta de lo que parecía del laboratorio. En ella había escrito un letrero, S.A. Valenzuela. "Entonces la S es de Sebastián" pero ¿por qué no usaba su primer nombre? Cuando sustituyó a Mr. Clark durante aquellos breves días, se presentó como Sebastián Valenzuela. Definitivamente había algo extraño, todo era extraño en él. Solté un suspiro.

__ ¿Todo bien?—preguntó la jefa de personal. "Que tonta había sido dejando a la vista mis emociones"

__Sí. –contesté con un gesto

__Bien. Todo lo demás, tareas y lo que se necesite, el señor Andrés se encargará de explicarle. Ahora si me disculpas me retiro.

Otra vez nerviosa "Está bien ella te acaba de dejar sola pero por eso no debes entrar en pánico"

Abrí la puerta con cautela y me sumergí en aquel lugar. Sebastián estaba de espalda bastante distraído que no se percató de mi presencia. "Ok. Chica lista, tienes dos opciones, o le mensajeas como si nada y le dices que estás aquí o te acercas a él y te haces notar"

Opté por acercarme. No quería darle el gusto que supiera que aún conservaba su número de móvil.

Toqué su hombro con suavidad y volteó a verme.

__Ah, veo que llegó. –se quedó unos segundos mirándome que me parecieron eternos. Se paró de la silla y se acercó.

__Otra vez trabajando juntos.—sonrió

Cabe decir que fue la más sincera de las sonrisas que me ha dado. Tic tac toe, mi corazón comenzaba otra vez a latir.

__ ¿Todavía conserva mi número?—preguntó

No iba aceptarle que todavía lo tenía, le negué. Al momento sonó mi mensajero.

__Ya lo tienes. Ahora guárdalo. Es el único modo en que nos podemos entender. Ahora te enseñaré las áreas, lo que puedes y no puedes tocar y lo que espero de ti.

Estaba bastante cerca para leer sus labios, de lo contrario no le habría escuchado nada. Mi aparato estaba fatal, tenía un constante zumbido en el oído.

Al menos el lugar donde trabajaríamos juntos era espacioso, no tendría que tropezar con él en cada esquina. Terminó explicando algunas cosas en mí móvil, parecía sereno hasta tierno. No quería que me viera como un maldito caso de caridad pero tampoco que fuera hosco o frío como en la universidad.

__ ¿Entendió todo?—preguntó con naturalidad como si fuéramos buenos amigos. Si se mantuviera así todo el tiempo iba ser perfecto trabajar con él. Se notaba que era un hombre inteligente y que sabía lo que hacía.

Asentí ante su pregunta.

Fui hasta un armario donde se guardaban unas batas esterilizadas. A pesar de que no trabajaría con las fórmulas directamente, me ordenó que la utilizara. Dijo que era por seguridad. Una vez terminé de ponerme la bata para luego parecer un astronauta, comencé a trabajar. Mi primera tarea fue colocar en orden unos documentos. En serio, él podía ser inteligente pero era desorganizado. Noté en varios papeles apuntes más parecidos a garabatos los cuales siempre terminaba firmando como S.A. Valenzuela. Entonces sonreí, él era odioso, frío y muchas cosas más pero me tenía cautivada. El pareció ver mi sonrisa.

__ ¿Sucede algo?

Volví a negar y continuamos trabajando en silencio.

No solo quería trabajar como su secretaria, quería ayudarle, ver su trabajo y también aprender hacer cosas que me ayudaran en mí carrera.

Llegó la hora del almuerzo.

__ ¿Deseas algo?—preguntó amablemente

Volví a negar nuevamente y ambos salimos por nuestra cuenta.

Era extraño. Nuestro reencuentro fue pacífico. Yo pensando que me trataría con frialdad de nuevo pero no fue así, sino todo lo contrario.



















Susurros del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora