¿Te casarias conmigo?

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Todo estaba preparado. En breves momentos pasaría a recoger a la que sería mi futura esposa. Cenaríamos en el hotel y luego terminaríamos la noche como Dios quisiera. Amaba a Grace con locura y con ella estaría toda la vida.

Llegué a las puertas del apartamento de ella y me dispuse a tocar. Se demoraron en contestar al timbre cuando salió la señora Graciela a recibirme.

--Hola hijo.-saludó ella

--Hola. -saludé con un beso en la mejilla

--Adelante mi hija te espera. ¿Deseas algo de tomar?

--No gracias. Estoy bien.

--Bueno, ponte cómodo que la iré a llamar. Esta juventud...-se fue diciendo.

Llegaron las dos muy sonrientes pero lo más que me impactó fue ella al verle. Su traje era sencillo pero de cierta manera la hacía lucir majestuosa. Se saludaron con un casto beso ya que su mamá estaba presente.

--Joven, esta niña es lo único que tengo así que quiero que me la traiga de vuelta temprano, completa y sobre todo feliz.

--No se preocupe señora. Ella también es la persona más importante para mí. No debe preocuparse todo lo que haré por ella es hacerle feliz, no lo dude.

La mamá de Grace se despidió de nosotros llevando una sonrisa de satisfacción en su boca. Esperaba no defraudar a ninguna de las dos.

--¿A donde nos dirigimos?-preguntó ella en mensaje

--No seas curiosa.-le mensajeé de vuelta. Ella sonrió ante mi respuesta y continuamos de camino.

Aparqué frente al lujoso Hotel Dupount. En él se encontraba uno de los mejores restaurantes. Había hecho reservación para temprano de tal forma podría disfrutar más tiempo a solas con ella. Bajé del auto y me dispuse abrir la puerta. Grace parecía no haberse percatado de que habíamos llegado al lugar. Cosa tan extraña ya que había mucho ruido alrededor difícil de no escuchar aunque ella tuviera problemas de audición.

Tomé su mano y la invité a salir del auto.

--Ven que nos están esperando.-me estaba preocupando esa mirada perdida que a veces tenía en su rostro. Entramos al hotel seguido al restaurante. Puro lujo pero ella no merecía menos. Bailamos unas cuantas canciones a mi paso, yo la guiaba. Sé que no le gustaba bailar por que no escuchaba. Pero también sabía que con la ayuda de estos audífonos podían escuchar aunque fuera sonidos leves. Pedimos de cenar y al terminar vino la proposición que tanto había esperado. Comencé hablar y escribir a la vez.

--Yo te amo Grace, creo que desde que te vi por primera vez en la universidad. Supiste escribir tu lenguaje en mi alma...para siempre y te quedaste en mi corazón - la sonrisa de Grace le iluminó el rostro al leer mi mensaje.

- Y tú en la mía, supiste entrar en mi corazón y te quedaste ahí para nunca salir - escribió ella. El la besó con ternura. Sebastián sacó una cajita de terciopelo negra del bolsillo. La abrió y se la enseñó. Ella estaba sorprendida, el anillo era hermoso y delicado. Sebastián lo tomó en sus manos y le preguntó de rodillas.

- ¿Grace Sullivan quieres ser mi esposa? - dijo pausadamente. Ese anillo era el símbolo de su amor. Ellos eran la pareja perfecta.

- ¡Si, si quiero! - exclamó llena de emoción una de las pocas palabras que a veces salían de su boca.

Sebastián le quitó el antiguo anillo que aún llevaba ella y le colocó la verdadera alianza de su amor, se levantó y ambos se dieron un beso apasionado lleno de entrega y pasión.

--Vamos.-caminaron hacia el elevador. El corazón de Grace se encontraba galopante.

--Tranquila puedo escuchar tu corazón. Sebastián le acarició su melena y le dio un suave beso en su hombro. Grace sintió que se derretía por dentro. -No pasara nada que tu no desees.-escribió para tranquilizarla.

Susurros del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora