Solo amigos

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Era tardísimo. Cuando llovía, era difícil llegar a tiempo a su trabajo, por lo que no le quedó más remedio que correr bajo la lluvia atravesando el estacionamiento hasta la entrada. Hoy estaba más feliz que nunca aunque todavía había algo que la asustaba. ¿Eran novios? ¿Pareja? No lo sabía. Había cosas que todavía desconocía de él. Tenía miedo que esa magia entre ellos se estropeara en algún momento.

El teléfono móvil de ella vibró señalando que había recibido un nuevo mensaje.

__ ¿Ya pensaste que deseas para tu cumpleaños? Ahora se puede decir que serás legalmente adulta.—le escribió su madre. Se acercaba su vigésimo primer cumpleaños y lo había olvidado.

__Nada mamá, me basta con que siempre estés a mi lado.—le contestó

__Por cierto, ¿ese joven, Sebastián, sabe que cumples años? —También había olvidado decirle.

__No, pero se lo diré, no te preocupes por eso. Terminaron de hablar justamente al llegar a las puertas del recibidor.

En la farmacéutica...

Allí se encontraba Constanza, ella siempre la recibía con una sonrisa. Justo del recibidor salió su amigo Nicolás con una enorme sonrisa.

__Por fin llegas.—la recibe él con un beso en la mejilla.

__Estaba lloviendo...

__ ¿Desayunaste?—preguntó motivado

__ No pero...—comenzó a escribir

__Iremos usted y yo a desayunar ️ahora mismo y punto.

__Pero Nicolás...

__No hay peros y no soy Nicolás. Soy Nick para ti, recuérdalo.

__Esta bien pero tenemos que regresar rápido recuerda que me pagan por trabajar no por holgazanear.

—Sus deseos son órdenes para mí, milady —con humor se inclinó y le besó el dorso de su mano cosa que no pasó desapercibido por el personal allí presente.

Llegaron a un lugar precioso pero que ella no conocía. Nicholas entrelazó su mano con la de ella y se dirigió hacia el interior.

—¿Dónde estamos?

—He pensado que te gustaría este sitio. Además que importa el lugar cuando se tiene hambre ¿Estoy en lo cierto? Su estómago rugió contestando en su lugar.

Nicolás permaneció unos pasos por detrás de ella mientras miraba fascinada a su alrededor.

—Es hermoso.

Él esbozó una breve sonrisa.

—Ven, vamos —atrapó su mano y se encaminaron hacia una escalera situada al final de aquel lugar. La escalera desembocaba en una amplia terraza donde se podían ver las olas rompientes del mar.

__ ¿Te gusta este lugar entonces?—le escribe

__Si, es hermoso.

__No más que tú. —le dijo. El llamó a la camarera para realizar el pedido.

Su relación con Nicolás era más bien una relación filial, como si se tratase de un hermano para ella. Le tenía cariño y se lo pasaban bien juntos, nada más allá. Sin embargo, en los últimos días, tenía una sensación distinta como si algo hubiese cambiado entre ellos. Cuando estaban en el mismo lugar notaba cierta tensión alrededor. Nicolás era el prototipo de hombre que merecía estar en la portada de alguna revista masculina,  cabello rubio, ojos color miel, cuerpo musculoso y espalda ancha, pero, no sentía ni mariposas ni nada cuando estaban juntos. Esperaba que este desayuno sorpresa no fuera otra cosa que una salida de amigos. Si Nicolás se le declaraba, su amistad se terminaría y ella no quería pensar en eso.

__Grace...—comenzó diciendo. !Oh, Dios se me va declarar!—pensó

Llegó la mesera. – ¿Desean más jugo de naranja?—preguntó. Nicolás contestó por ella.

__ No. Así está bien. Gracias. –responde amablemente.

El ladea la cabeza hacía ella y la obsequia con su mejor sonrisa. Mientras él bebe un buen trago de su bebida, contemplo la larga línea de su garganta. Aparto la vista enseguida. Él es lindo pero mi corazón le pertenece a otra persona.

__Grace, no sé cómo empezar a decirte esto...—le escribe. Ella abre los ojos grandemente esperando que el dijera lo que más temía.

__Quiero que nuestra relación vaya un poco más arriba. ! Ay, Dios, ya lo acababa de confirmar! Le escribe mientras se acerca a ella.

—Sabes que te quiero siempre te lo he dicho —uno de sus dedos subió mi mentón hasta quedar a la altura de su rostro. Mi mirada, en ese preciso instante se detuvo en sus preciosos ojos color miel. Por un segundo la mirada de Nicolás se posó en mis labios y justo cuando su rostro empezó a descender, negué con la cabeza.

__Nicolás... – iba a escribirle

__ ¿Llegué tarde?—pregunta. Yo asiento con gesto triste. Si Sebastián no hubiera aparecido en mi vida quizás podía darle una oportunidad a este hombre.

Lo vi suspirar fuertemente y apretarse el puente de la nariz.

__ ¿Al menos puedo saber quién es?—pregunta. —Ya sé, no tienes que decirlo. — ¿Te ha besado? – continuaba preguntando y contestando a sus propias preguntas. – Tampoco contestes a eso, lo veo en tus bonitos ojos. Tomó una pausa y volvió hablar mientras escribía.

__Te parecerá cursi lo que te voy a decir pero...__Tu niña bonita, mereces alguien te mire como si tuviese el planeta entero en frente suyo. No quiero que derrames ni una lágrima por él. No mereces menos mereces mucho más. Yo sé que nunca podré dejar de quererte. Hizo una pausa.
—Recuérdalo siempre. – depositó un beso en la palma de su mano.

Esa era la declaración más bonita que hubiera y quizás escucharía en su vida. Nicolás la dejó a las puertas de la farmacéutica con la promesa que pasara lo que pasara siempre estaría a su lado aunque no fuera como él hubiera deseado. 

Susurros del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora