Todavía no salía del trance de lo ocurrido con su profesor de biología. Su móvil sonó, era un mensaje de su amiga Danna, ¿o ex-amiga? ¿Cómo fue posible que la dejara tirada en aquel bar? A veces rogaba por poder gritar dejar salir su frustración. Antes, esas cosas no le pasaban. Nunca le había dado importancia a su impedimento, ¿por qué ahora sí? ¿Qué había cambiado? Sí claro no era ciega, ahora estaba él con sus malos tratos que le hacían hervir la sangre como nunca antes.
Volvió a vibrar su mensajero.—Hola, nueva amiga, ¿cuándo quedamos? Una sonrisa brotó de mis labios. Éste chico Nick, me caía bien. Ojalá no me equivocara con él. Mis relaciones con los hombres nunca eran buenas. Recuerdo cuando estaba en el último grado de la secundaria, el chico que me gustaba nunca se me acercó por miedo hablarme. Era como si tuviera una enfermedad terminar o contagiosa. En cambio a Nicholas no le importó nada y de buenas a primeras me ofrecía su amistad.
Decidí contestarle. –Hola amigo nuevo, ya concluí el trabajo gracias a ti, pero si me invitas a un helado y pagas tú, por supuesto que haría una excepción.
—Siento que quiere aprovecharse de mí, nueva amiga. Pero me cae usted tan bien que acepto su propuesta.
—Ja, yo de aprovechada!:-)
—Pásame tu dirección y voy a recogerte, ¿te parece bien a las 4:00?
—Wow, veo que tienes prisa nuevo amigo. A las 4:00 entonces.—pase mí dirección a este chico que comenzaba a caerme de maravillas
Nick pasó por mí como acordamos.
—Wow, tienes un carro muy bonito Nick.—le escribí
—No más bonito que tú. —me contestó el. Nick si sabía cómo ser galante.
Sonreí ante su comentario. Había algo en este hombre que me hacía sentir segura. Nick, era guapo, no era de esos que te dejaban con las babas pero había algo en el que me provocaba ¿ternura?
Llegamos a la heladería, era ¿asombrosa? Nos bajamos de su flamante auto dispuestos a entrar en el paraíso de los helados. Cuando estuvimos a punto de abrir la puerta de aquel lugar escuchamos música que provenía de un camión que vendía helados ambulantes. Nick me miró travieso, agarró mi mano y salimos corriendo como locos a detenerla. Wow, Nick cambiaría el paraíso de los helados por helados ambulantes. "Esto era lo mas sencillamente humano y hermoso que había visto"
Detuvimos al hombre quien agradecido nos mostró una sonrisa digna de un comercial de pasta dentífrica .
—Me impresionas.—le escribo
—Tú me impresionas más.—rebatió el
Y nos echamos a reír mientras caminábamos sin rumbo alguno y muchas gotas de helado derritiéndose en nuestras manos. Creo que esto fue el sello del comienzo de una gran amistad.
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Susurros del corazón
Любовные романыSebastián Valenzuela, a punto de cumplir sus 24 años. Tiene dos cosas importantes en su vida; su hermana Gabriela y su trabajo como biólogo en un laboratorio de una farmacéutica de prestigio. Puede tener la mujer que quiera, es guapo y a pesar de q...