Capítulo 5: Clarisa.

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El día había terminado al fin, cené con Marcus y Amber cuando ni siquiera era de noche aún, lo que significó un verdadero reto, ellos no se llevan muy bien y la prueba está en que ninguno tiene una opinión decente del otro. Amber piensa que Marcus en realidad sólo quiere a su lado a una chica modelo, no de pasarelas, más bien alguien como yo..., simplona. ¿Debería molestarme con Amber por pensar así de mí?

No soy simplona, prefiero ser invisible por todo lo que oculto, todo aquello que no me atrevo a hablar con nadie. Con Marcus había sido fácil socializar, él se encargó de todo, fue sutil, paciente, respetuoso con mis secretos y lo mismo ocurrió con Amber, a pesar de su bulliciosa forma de ser, conmigo supo esperar y es por ese motivo que son las únicas personas con las que realmente cuento.

Por otro lado, Marcus considera a Amber una chica plástica, lo cual es totalmente falso, si omitimos su aspecto físico, mi amiga está muy lejos de ser una chica plástica, tiene un corazón gigante, cómo no voy a estar agradecida con Amber si prácticamente termina de completar mi paga todos los meses, esa chica no puede verme contando el poco efectivo que manejo porque entonces me termina ayudando.

Sé lo que todos podrían pensar justo ahora, ¿por qué tu novio no te ayuda? En primera instancia, no es su obligación y en segunda, ignora por completo mis problemas de dinero, cree que como cualquier estudiante tengo ciertos problemas, pero ignora por completo que la razón de la falta de dinero es que, aunque papá me envía lo necesario, yo no toco ese dinero, siento que me está pagando por soportar todos sus maltratos. Así que me las arreglo con lo poco que recibo por mi beca.

Con Amber fue un poco más difícil ocultar dicho problema, pues vivo con ella y nunca permite que algo me falte, es como si fuera mi madre. Por supuesto que acepto su ayuda con vergüenza, todos los meses le hago la misma promesa << Te lo pagaré todo cuando escriba mi primer libro >>, y ella siempre responde lo mismo, << Si en los agradecimientos soy la primera que menciones, estaremos a mano >>

Estudiar escritura creativa fue mi sueño desde los catorce, cuando papá se olvidaba de masacrar mi cuerpo, me imaginaba escribiendo alguna novela romántica en donde el amor de mi vida me salvaba de mi infierno personal. Ya sé que suena patético. Yo soy una romántica empedernida, tengo novio, sí, pero yo sueño con una relación apasionada, de esas que te agitan el corazón a mil por hora y hacen que te tiemblen las piernas cada vez que veas "al chico". Quiero ser la chica de alguien que esté dispuesto a quemar el mundo por mí. Quiero perder estúpidamente la razón por alguien. Marcus está muy lejos de hacer que yo sienta todo eso. Quizás Amber tiene razón, debería dejarlo, pero lo quiero; de alguna forma lo quiero.

Había leído en internet, que cuando se sufre de abusos como el que yo viví con mi padre, podemos volvernos dependientes y quizás mi loca idea del amor es sólo la necesidad de encontrar a alguien que me haga sentir protegida, porque nunca me he sentido así y supongo que mientras no busque ayuda, la sensación de inseguridad siempre se mantendrá viva dentro de mí y jamás podré denunciar las atrocidades de papá.

—Oye Clari te dejé en tu escritorio la mitad de lo que gané apostando. —Salgo del limbo en el que estaba con la voz de Amber.

—Sabes que no es necesario, ya me encontraré un trabajo... Esto es...

—No es nada, además... Tú eres mi amuleto de la suerte. —Se acuesta conmigo en mi cama y me abraza—. Este sábado apostaré doscientos.

—No puedes hacer eso, qué pasa si el tal Zed pierde —intento que entre en razón.

—Oh no, Zed jamás pierde. He estado investigando sobre él, mi amiga Katy dice que es un completo caramelo y que no le van las relaciones formales, así que estoy dispuesta a conocerlo y divertirme un poco, también Katy me dijo que los rumores son ciertos, estudia aquí y estudia artes. Es de último año, tiene veintiuno, sabes que me gustan mayores que yo. ¿Crees que si me visto toda de cuero se fije en mí? —Ahí está Amber hablando hasta por los codos. Ni siquiera me deja preguntar, responder o involucrarme en la conversación. No puedo creer que esté pensando vestirse de esa forma para atraer a un hombre—. ¡Te hice una pregunta!

RETANDO AL DESTINO. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora