Lo he hecho otra vez. Dos carreras perdidas y me queda una para obtener mi ansiada cita, después de todo lo que ha estado pasando entre Clarisa y yo lo más probable es que si vuelvo a simplemente pedírselo, ella aceptará, pero me gusta esto del reto, una carrera más y podré volver a patear traseros. Salgo del auto un poco desesperado, Iván me ha dicho que Clarisa está aquí y que me ha enviado un dulce recado. Le importo, sé que le importo y eso ha hecho una serie de modificaciones en mi interior que me están tomando por sorpresa.
La gente, como acostumbra me rodea, a pesar de haber perdido. Yo trato de escaparme, quiero encontrar a Clarisa en medio de este mar de gente. Justo como me lo ha pedido. Me detengo y la identifico a sólo unos cuantos metros de mí. Amber está con ella, levanta una mano para saludarme, no sé qué tan incómoda sea la situación con Amber ahí, pero si ya había echado por la borda toda esa mierda de alejarme de Clarisa y seguir con el rumbo original de mi vida cuando la he encontrado a mitad de la calle en plena lluvia, ahora nada me detendría.
Choco algunos puños de ciertos conocidos mientras camino y Clarisa y Amber no se mueven de su lugar. Al llegar hasta ellas me siento increíblemente nervioso. Su amiga me sonríe de oreja a oreja, ya no como hace algunos días, sino con complicidad.
—Hola señoritas —les digo sin apartar la vista de Clarisa.
—Hola Zed. —responde Amber. Asiento como contestación—. Oh mira, Katy me está llamando.
—Amber —la llama Clarisa.
—Te dejo en buenas manos, si me pierdo, ¿podrías llevarla a casa? —se dirige a mí.
—Por supuesto, no te preocupes —respondo como agradecimiento por dejarme solo con ella. Me siento como cuando era adolescente e iba a pedirle una cita a una niña en el recreo del colegio.
—Has perdido —me dice y el ligero movimiento que han hecho sus labios al decir esas dos únicas palabras me desconcentran.
—Y tú has venido, gracias por tu mensaje, Iván se encargó de dármelo.
—Ya... estaba preocupada por la lluvia y la carretera y que ocurriera algo.
—¿Por qué? —quiero saber. Quiero que me diga por qué se ha preocupado tanto por mí.
—No entiendo.
—¿Por qué te has preocupado? —doy un paso hacia adelante y ella da uno hacia atrás. Este juego del gato y el ratón está empezando a gustarme.
—Zed, sólo he venido y ya. Además, hay chicas esperando por ti. —Apunta con su quijada hacia atrás, apenas y giro mínimamente para observar. Tiene razón hay unas cuantas chicas ahí. Mi mirada regresa a ella y pienso bien cuál será mi respuesta. Presiono mis labios y me doy cuenta de que ya no quiero meditar más mis acciones con Clarisa. Voy a responder lo que me dé la puta gana, aunque después me arrepienta.
—Ellas no me interesan... tú si —suelto y en vez de sentirme ridículo como esperaba sentirme, más bien creo que decir lo que realmente pienso sin culpa alguna es liberador. Se muerde el labio inferior y me mira con esos ojos tan suyos, únicos, amarillentos.
—He venido porque tenía miedo de que algo te sucediera con la carretera húmeda —confiesa al fin y no puedo evitar sonreír—. Es estúpido, ¿cierto? Porque tú eres el rey de las carreras.
—No, no es estúpido... no para mí. ¿Te llevo a la residencia?
—¿No tienes una fiesta a la cual asistir?
—Sí, pero eso tampoco me parece interesante ahora mismo. ¿Vamos? —Por instinto extiendo mi mano, ¡mierda!, dije que diría lo que quisiera sin pensar en las consecuencias no que me comportaría como el típico chico universitario que quiere parecer todo un caballero. Clarisa se queda demasiado tiempo observando mi mano extendida, por supuesto que no sabe qué hacer, es algo que no se esperaba, qué pretendo, ¿caminar de la mano como si fuéramos noviecitos de primaria? Me parece que pasa una eternidad hasta que reacciono—. No te estoy pidiendo que me cojas la mano, eso sería patético. Sólo era una forma de decir que podías empezar a caminar —me excuso sintiéndome más patético aún.
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RETANDO AL DESTINO. (+18)
Roman d'amourPRIMERA PARTE DE LA TRILOGÍA RETANDO. El fuego siempre quema, arde, enloquece... El amor, hace justo lo mismo.