No quisiera ofensas para Clarisa, sé que es un personaje ficticio, pero lo que pasa en este capítulo merece comprensión y respeto.
En multimedia : You don't know - Katelyn Tarver.
¡LEAN LA NOTA FINAL!
—¿Por qué lloras hijita? —dice esa voz que tanto daño me ha hecho por años y años, sin detenerse, sin descansar. No hay palabra que mis labios puedan articular—. ¿Puedo pasar? —pregunta y se ríe al siguiente segundo—. Claro que puedo —se contesta él mismo y me empuja con la mitad de su cuerpo al pasar—. ¡No puede ser! —se queja—. Tan lenta como siempre.
Me toma bruscamente del brazo y me obliga a sentarme en la cama. Quiero gritarle que no me toque, que se marche, que ni siquiera por medio segundo deseo conversar con él, pero, como bien ha dicho soy lenta, en lugar de todo eso me quedo sentada observando cómo cierra la puerta no sin antes mirar hacia ambos lados del pasillo y finalmente le pone seguro a la puerta.
Entierro mis uñas en el colchón, el miedo me tiene totalmente inmovilizada y hasta cierto punto decepcionada; las ideas golpean mi mente y me doy cuenta de la verdad: no importa cuántas cosas haga Zed para intentar borrar a mi padre y su violencia de mi vida, nada cambiará, este hombre me seguirá hasta el fin del mundo a destruir mis pequeños y patéticos avances.
—Papá —lo llamo sin valentía alguna, verlo es como tomar todas y cada una de mis decisiones en los últimos días, todo eso de dejar atrás mi pasado, ignorar sus llamadas y creerme la ganadora por tirar un teléfono desde un globo aerostático y meterlo en una bolsa para luego dejarlo abandonado en algún basurero.
—Sé que estás asustada... puedo notar tu miedo Clarisa aun cuando tienes esa misma cara de siempre... inexpresiva. He estado intentando comunicarme contigo desde hace días y no respondes. ¿Sabes lo que un padre puede pensar si su única hija no responde su teléfono?
Mi vista está aferrada en el suelo, a esa alfombra color café oscuro que me mantiene consciente. Sin embargo, puedo sentir su amenazante mirada esperando que responda a su pregunta.
—He perdido mi teléfono... me... me han asaltado en la calle —miento.
—¿Te han hecho daño? —pregunta con una voz poco creíble para mis oídos, no es su particular voz insinuadora de que lo próximo que hará será golpearme, así que por un ligero momento me atrevo a subir un poco mi vista y me doy cuenta de que se ha sentado frente a mí, tiene una pierna cruzada y sus manos sobre sus rodillas. Parece tranquilo, no el hombre que siempre me recibía en casa.
—No —digo rápidamente y niego con mi cabeza al mismo tiempo—. No he podido comprar otro.
—Ya veo. ¿Necesitas dinero? —Otra pregunta que parece envuelta en un ambiente poco característico en nuestras conversaciones.
—Ya compraré otro...
—Clarisa —me llama y dejo de respirar al subir totalmente la mirada y encontrarme frente a frente con su rostro—, puedo darte dinero, podemos comprarlo juntos, así me das tu nuevo número y asunto resuelto.
—No, no es necesario —susurro.
—¿No lo es?, claro que lo es. Tú y yo hicimos un trato hija, yo te permitía venir a la universidad si tú te mantenías en contacto conmigo y llamabas todo el tiempo, pero no ha sido así, soy yo quien te llama constantemente y tiene que implementar otros métodos para que te acuerdes de que tienes un padre que vive solo y solamente te tiene a ti. ¿Qué más tengo que hacer para que quieras a tu padre un poco?
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RETANDO AL DESTINO. (+18)
RomansaPRIMERA PARTE DE LA TRILOGÍA RETANDO. El fuego siempre quema, arde, enloquece... El amor, hace justo lo mismo.