Mientras le cojo la mano y nos quedamos callados, no puedo dejar de pensar en sus cicatrices, ¿quién pudo hacerle eso? El nombre de Marcus sigue en mi cabeza, ella lo ha negado, entonces, ¿quién ha sido? Estoy a nada de abrir mi boca y preguntarlo una vez más, no me puedo quedar tranquilo, mucho menos después de darme cuenta de la forma en la que le afecta y sí, he dicho que no quiero ser un héroe, que no soy un príncipe, y que no soy el típico chico universitario, pero deseo protegerla. ¿Eso está mal? Creo que no.
Aprieto más su mano hasta que recupero su atención. Acerco mi rostro al de ella y le doy un beso que intento prolongar lo más que puedo. Quizás ya estoy metido hasta el fondo en esto o quizás sólo es la novedad de todo lo que me hace sentir, pensar, entre otras cosas... De lo único que estoy seguro es de que el jodido pecho se me infla como un puto globo cada vez que la pruebo, que la saboreo.
—Esto también es mío, no me dejaste terminar antes —le digo separándome, jamás había intentado siquiera marcar territorio, además, ella no es un puto objeto, la cuestión es que... las novedades no sólo están acabando conmigo de forma sentimental, también me hacen experimentar unos celos que ni siquiera debería tener, puesto que esto apenas empieza. ¿De qué demonios la estoy celando? ¿Del aire? Tal vez sólo estoy celoso de que un cabrón como Marcus la haya tenido durante tanto tiempo, mientras yo deambulaba por ahí, sin saber una mierda de nada... me río en mis adentros, apenas y han pasado horas desde que aclaramos lo nuestro y ya estoy hablando como si tuviéramos todo un camino recorrido. ¿Con que así es esto? Empiezas a pensar estupideces en cuestión de segundos, ¡vaya!, si es la mierda que pensé, ya que, ya estoy dentro... no voy a salirme; no quiero salirme.
—Lamento haber arruinado lo de antes —se disculpa apartando su mirada de mí.
—Ah, no lo lamentes tanto, no dormirás sola hoy.
—¿No?
—No, te irás conmigo —digo como si nada. Frunce el entrecejo y me observa torciendo la boca hacia un lado.
—¿Qué pasa si no quiero? —pregunta.
—Pasa que mi pene va a explotar si no te vienes conmigo esta noche, Clarisa —respondo. No quiero usar ese tipo de vocabulario con ella, no puedo evitarlo, es así como soy, digo lo que pienso y ya está. Al menos mi falta de delicadeza le causa gracia y termina riéndose—. ¿De qué te ríes?
—De tu total honestidad al hablar.
—Bueno, ¿prefieres que diga que quiero dormir contigo porque deseo hacerte trencitas en el cabello hasta que te quedes dormida? No quiero eso, quiero quitarte todo lo que traes puesto. —Me acerco a su oído, muerdo su oreja un poco.
—Si quieres que terminemos lo que empezamos tiene que ser en la residencia.
—¿En esa cama tan pequeña? Ahí no puedo hacerte todo lo que quiero. —La estoy molestando, pero, al mismo tiempo estoy diciendo la verdad, también Amber podría estar ahí.
—No voy a dormir en tu cama, Zed —dice decidida.
—¿Por qué no quieres ir a mi casa?
—Porque has estado con la mitad de la población femenina y todas han dormido ahí —hace pucheros y se mira tan inocente que impulsado por quién sabe qué... bien, bien, impulsado por todo lo que me provoca beso sus mejillas con cariño. No quiero ni pensar en qué demonios estaré haciendo con esta mujer dentro de un mes si con sólo horas me está convirtiendo en un delicado de mierda.
—No quieres compartir el espacio... —Sigo besándola hasta llegar a sus labios una vez más. ¿Podría alguien decirme cómo detener esta puta sensación de felicidad? —. Voy a resolverlo, dalo por hecho.
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RETANDO AL DESTINO. (+18)
RomancePRIMERA PARTE DE LA TRILOGÍA RETANDO. El fuego siempre quema, arde, enloquece... El amor, hace justo lo mismo.