Capítulo 22: Zed.

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Abro los ojos despacio, jamás, en toda mi desordenada vida me había despertado tan relajado. Me la he follado, ya sé lo detestable que es esa palabra para las mujeres, pero es que vamos, no le he hecho el amor, tenía las intenciones, no voy a negarlo. No estaba muy seguro de si aún era virgen o no y al comprobarme lo que ya sospechaba me ha costado mucho más controlarme. ¡Me la he follado!, y ha sido la mejor follada de toda mi puta vida.

Mi cabeza nunca se había sentido tan perturbada y no me refiero al hecho de que tenía enfrente a una mujer hermosa, tiene lo propio sin exagerar y todo muy bien ubicado, tampoco lo digo por esa piel blanca, suave y perfecta que la cubre, ni siquiera las jodidas cicatrices te hacen verla diferente; me refiero a que me he cogido a cuanta mujer he querido, muchas noches a dos al mismo tiempo, pero lo de ayer. lo de ayer ha sido toda una pasada. Mi mente, mis sentidos y todo aquello a lo que a partir de hoy llamaré "sentimientos" estaban ahí, conmigo, con ella. No sólo era mi cuerpo, YO estaba presente, ¡mierda! Es que me dan ganas de reírme, es algo absurdo y al mismo tiempo todo un descubrimiento y de un momento a otro he notado los kilómetros de diferencia entre acostarte con una mujer a la que con dificultad le sabes el nombre y acostarte con una que está escarbando poco a poco mi interior. Sigo estando vacío, pero ella lo está iniciando a llenar todo. No, bueno, hasta me he despertado siendo poeta.

He tenido que disimular, sí, disimular todo el resto del día con que no quería estar pegado a ella cada maldito segundo, no sé exactamente qué ha pasado en mi habitación, ya no me siento igual, debo confesar que justo antes de penetrarla cierta duda se insertó en mí, la duda sobre si después de follarla toda esta necesidad que se me ha desarrollado por ella se acabaría, porque, a pesar de lo desgraciado que soy y que he sido siempre, no quiero lastimarla, me queda claro que ella es muy frágil, pero... aquí viene lo interesante, la puta necesidad no disminuyó ni un poco, ha aumentado, a unos grados que no estoy controlando del todo bien. Me la he follado en el baño, he querido follarla en el jodido comedor, en la cocina, hasta frente a mis amigos y he tenido que soportar todas esas ganas en el cuarto. No quería que la escucharan hacer ningún tipo de ruido.

Detengo todos mis pensamientos cuando miro bien el panorama y me doy cuenta de que está vestida y se está marchando. ¡Qué demonios! ¿Pretende irse como si lo ocurrido hubiera sido un completo error?

—¿Adónde vas? —Estoy mordiendo mi mejilla interna, si no termino de comprender todo lo que me provoca y mi reciente obsesión a estar dentro de ella, mucho menos comprendo mi cabreo.

—Tengo que ir a la residencia —habla con normalidad. No hay nada de normal en eso, joder, se supone que ahora somos "pareja".   

—Es domingo —le recuerdo enfatizando las palabras. ¿Por qué cojones quiere irse?

—Sí, es domingo y tengo que hacer ensayos y leer algunos libros, deberes de la universidad.

—¿Por qué no haces todo eso aquí? —Cierro mis ojos intentando controlarme. ¿Qué demonios me pasa? ¿La quiero amarrar a la cama o qué? 

—Porque tengo todo en mi habitación. Nos veremos mañana.

—¿Hasta mañana? Pensé que podrías dormir hoy también aquí —contesto de inmediato. 

—No puedo dormir hoy aquí, tengo mucho por hacer.

—¡Clarisa! —alzo la voz. ¡Joder! No quiero que se vaya, quiero pasar con ella el puto día. ¡Vamos Zed, no puedes convertirte en una garrapata pegada a su piel! —. Lo siento —me disculpo al ver su sorpresa ante mi tono utilizado—. Está bien, nos veremos mañana.

Me quedo no sé cuánto tiempo acostado en la cama. No me quiero levantar hasta poner en orden todo mi sistema. Me siento jodidamente extraño, molesto, angustiado y hasta celoso de que no quiera compartir su tiempo conmigo. Eso no está bien, eso es una mierda. Una cosa es que esté aceptando todo en lo que ella se ha convertido para mí y algo muy diferente es que me parezca cada vez más a mi padre. Si no quiere pasar todo el puto domingo conmigo, está bien, se supone que soy yo quien no quiere ir tan deprisa, debería sentirme extasiado porque no es una de esas mujercitas que quieren llevar control hasta de tus respiraciones. Bien, si ella puede estar sin mí, yo también puedo estar sin ella.

RETANDO AL DESTINO. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora