Estoy más allá de borracho, de verdad no sé ni cómo es que estoy hablando, pero solamente mi ebriedad puede justificar que me le haya tirado encima como un animal asustado para detenerla. No creí que el enfado se le pasara tan rápido y ya que estoy hasta la mierda de alcohol, me siento con el poder divino de aceptar que me he ido a beber como si el puto líquido se fuera a acabar hoy mismo porque me he sentido aterrado.No sé cómo actuar cuando discutimos, ¿lo de hoy fue una discusión? No lo sé, pero experimenté dudas, sí, dudas de que estos malditos celos que me joden la vida cuando la veo con otro terminen arruinando lo que poco a poco se ha convertido en mi todo, sí, he dicho TODO, ya pueden gritar... el verdadero problema es que esos malditos bastardos quizás la merezcan más que yo, pero ¡OYE! ES MÍA. Así que me importa una puta mierda si voy a tener que tirármele encima cada vez que pierda los papeles y la cele hasta del césped.
La poca razón que aún conservo espera que mañana, cuando la cabeza me esté estallando, rectifique todas mis absurdas palabras. Tal vez no son tan absurdas, es el resumen de lo que ella y su condenada sonrisa me hacen sentir; desubicado, flotando en el espacio, estoy jodidamente enamorado y ya no puedo hacer absolutamente nada para cambiarlo.
Aunque la miro doble y borrosa continúo encontrándola preciosa, mis manos que son demasiado grandes para su cara se posan sobre sus mejillas... ¿Por qué tiene lágrimas en los ojos? He dicho que la quiero no que la deseo matar. Suspiro sobre su rostro, aunque seguramente mi aliento apeste a alcohol, tabaco y sí, me he fumado un porro de marihuana, y espero que no identifique esa última acción. Ni siquiera lo he fumado por completo, lo hice hasta la mitad y porque me sentía un tanto estresado.
—¿Por qué lloras? ¿He dicho algo malo? —hablo con la esperanza de estar diciendo las palabras correctamente.
—Tú me quieres... —musita y ahí van, esas dos lágrimas por sus sienes.
—Joder, claro que sí.
—Estás ebrio...
—Estoy borracho, pero no estoy mintiendo, ¿has oído que los niños y los borrachos dicen la verdad? —Le beso el cuello y tampoco estoy seguro de estarlo haciendo bien.
—¿Con quién tomaste? —me pregunta tirando de mi cabello y obligándome a mirarla, dejo en paz su cuello, que se ponga agresiva sólo alborota a mi polla y no estoy en condiciones de follarla, sería una vergüenza y Zed Allen no puede ser tal cosa.
—¿Esta no es la parte en la que me dices que me quieres también? Ayudaría mucho a no sentirme tan estúpido —murmuro.
—Dijiste que los borrachos dicen la verdad, te estoy interrogando, es algo que las novias hacen.
—Así que lo que se dice por ahí también es cierto, las novias son insoportables —la ataco.
—Contesta, ¿con quién has bebido? ¿Había mujeres? ¿Te acostaste con alguna? —Me suelto a reír de inmediato.
—He bebido con algunos amigos de las carreras, sí, había muchas mujeres... y para tu tranquilidad no me he acostado con ninguna, no necesito acostarme con otra cuando tengo una novia con el coño más delicioso del planeta...
—¡Zed! —me riñe y me río con más fuerza—. ¿Qué fumaste? —suelta... Mierda.
—¿Cómo sabes que fumé? Mi chica fuma y no lo sabía...
—No fumo, jamás lo he hecho y pienso morir así. Amber... de vez en cuando fuma, ya sabes, marihuana. No estoy intentando cambiar tus hábitos, pero odio ese olor.
—Entonces no volverás a sentirlo, copito.
—Bien, entonces puedes pararte, pesas mucho, estás aplastando mis... —se queda callada.
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RETANDO AL DESTINO. (+18)
RomancePRIMERA PARTE DE LA TRILOGÍA RETANDO. El fuego siempre quema, arde, enloquece... El amor, hace justo lo mismo.