En multimedia : You and me - Lifehouse
Salir de la ciudad durante el fin de semana ha sido la mejor idea que se me pudo ocurrir, sobre todo porque Donaldo no ha parado de llamar recordándome que tenemos un trato. El lunes haría la primera entrega y estoy jodidamente nervioso, no porque me pueda pasar algo, sino porque temo que Clari se entere de toda esa mierda y en vez de entender que lo estoy haciendo por su seguridad, termine dejándome. Por ahora no quiero pensar en ello, me quiero concentrar en estos dos días que vamos a pasar solos.
Estoy más que contento, la tengo conmigo justo como lo había planeado, esto de traerla al mar sólo es el inicio del pequeño viaje que he preparado. Necesito que de verdad entienda que tiene el poder de su vida y que ni siquiera yo puedo adueñarme de ella, aunque en resumidas cuentas se me está dificultando no ser un controlador de mierda, celoso y un completo imbécil, pero vamos que, esto de querer tanto a una persona que no sea yo mismo no es tarea sencilla.
Mientras el agua nos mece y ella se aferra a mí con temor, la observo. Qué bonita es, ¡carajo! ¿En qué momento esta mujer lo cambió todo? Sólo quiero verla feliz, relajada, sin miedos. Tampoco me termino de creer que haya llevado a cabo todo esto de traerla aquí. Quizás sea incluso estúpido, pero para mi cabeza poco razonable esto va a ayudarla.
Poco a poco se baja de mis caderas, más no me suelta de los hombros y la atraigo completamente hacia mí, por debajo del agua pongo mis manos en su bonito trasero, ya no está nerviosa, asustada ni melancólica, hay una perfecta sonrisa en sus labios. Beso su frente y es hasta este momento en el que me doy cuenta de que nos hemos metido con todo y ropa, la buena noticia es que ambos tenemos puesto un short y estábamos descalzos.
—¿Te sientes bien? —Indago buscando su mirada.
—No puedo creer que le haya tenido miedo a una playa por tanto tiempo... me siento increíblemente bien, Zed. Gracias por hacer esto... es sumamente tierno y considerado y algo que nadie creería que hiciste por mí.
—Bueno, creo que este es el verdadero Zed y sólo tú lo has conocido.
—Espero que nadie más lo conozca —admite sonrojándose.
—Yo también lo espero, así como también espero que no huyas de mí... jamás —me atrevo a decir. La verdad es que, aunque sé lo ridículo que eso suena, lo cursi y cliché que es todo este momento, ciertamente me gusta... todo este mundo nuevo lleno de sentimientos me agrada y sé que me agrada porque se trata de ella, de otro modo me hubiera prendado de alguna otra chica, pero no, tenía que llegar ella.
—Nunca —me dice besándome con desespero, no quito mis manos de su trasero mientras invado su boca con mi lengua. Se ríe sobre mi boca y se separa un poco ahora con los ojos llorosos—. Has borrado un espantoso recuerdo, ahora, cada vez que vea una playa pensaré en este momento y no en papá —confiesa y se me infla el pecho. Esto es lo que esperaba que sucediera, que lo diera por olvidado, que lo supere de una maldita vez.
—Te quiero, copito de nieve —le susurro.
Unos minutos después la convenzo de flotar, me hace jurarle por cada cosa que se le ha ocurrido que no voy a soltarla, por supuesto que no lo haré, a pesar de que me cuesta trabajo concentrarme cuando por fin flota sobre mis brazos y miro toda esa tela pegada en su cuerpo. ¡Mierda! ¿Por qué siempre quiero follarla? Según mis antiguos ideales una vez es más que suficiente para perder el interés y con Clarisa, joder, entre más la hago mía, más deseos me provoca.
Mientras la miro cerrar los ojos y relajarse por completo no puedo dejar de pensar en si a mamá le hubiese gustado tanto como a mí. Seguro que sí, mi madre querría a Clarisa tanto como yo. Dejando a un lado mis intensos pensamientos patéticos, deslizo una mano hasta una de sus tetas y la aprieto, Clari abre los ojos y se vuelve loca en el agua. Me da un manotazo en el brazo.
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RETANDO AL DESTINO. (+18)
RomancePRIMERA PARTE DE LA TRILOGÍA RETANDO. El fuego siempre quema, arde, enloquece... El amor, hace justo lo mismo.