Capítulo 41: Zed.

34.7K 2.9K 304
                                    




           

Me llevo las manos a la cabeza y tiro de mi pelo con rabia. Aunque todo me da vuelta camino hacia la calle, la veo doblar en la esquina y trato de correr, me tropiezo y caigo en el pavimento. Estoy más allá de borracho. Unas manos me sujetan de los hombros y me ayudan a ponerme de pie. Es Iván.

—No tiene caso que la sigas ahora, Zed. No puedes caminar, hermano.

—Iván es que no lo entiendes, nadie lo entiende —grito frustrado dándole puñetazos a la acera.

—Te entiendo más de lo que crees. Te entiendo porque me sentí igual de desesperado cuando Eva me dejó. Te entiendo porque has tenido razón toda la vida Zed, enamorarse es una mierda, pero hay que aceptarlo y vivir con ello, colega. Vamos, será mejor que duermas y mañana la busques en total sobriedad.

—No va a perdonarme esto jamás —musito para mí mismo. Será mejor que lo vaya asimilando.

—Lo hará —dice y me río.

—No, no lo hará —repito y no insisto más. Hago justo lo que me sugiere y me duermo en cuanto mi cabeza toca la almohada.

No abro los ojos hasta el mediodía. Me sobresalto en la jodida cama al recordar lo que había pasado. No podría sentirme peor. La cabeza me va a explotar y los ánimos me sacan el dedo medio desde una de las esquinas de mi habitación. ¡Qué demonios haré ahora! ¿Cómo voy a presentarme ante ella y explicarle lo que había ocurrido? ¿Por qué carajos tuvo que aparecer en ese momento?

La conversación que habíamos tenido la noche que me confesó las atrocidades que le hacía su padre regresa a mí. Clarisa dijo que estábamos retando al destino y en ese momento creí que estábamos ganando el reto, pero ahora cualquier puta posibilidad de emendar los errores me parece tan lejana que el destino nos ha ganado, por completo.

Aun sintiéndome como me siento me obligo a ponerme de pie. Me ducho y cambio y casi me bebo un litro de agua. La garganta la tengo más reseca que nunca. En casa no hay nadie y gracias al cielo es así. No he amanecido preparado para oír los reproches que seguramente Eva me haría por mi autentica y estúpida forma de actuar la noche anterior.

Ya es diciembre y el frío me da otro guantazo en la cara, el primero había sido el rostro de decepción de Clarisa. Gruño molesto y entro nuevamente a la casa en busca de una puñetera chaqueta.

Cuando estoy frente a la residencia me siento tan jodidamente nervioso que practico mi discurso, es una mierda, todo esto es una completa mierda. Cierta esperanza me alberga al pensar en que ella había llegado a mi casa para hablar y arreglar lo nuestro, al siguiente segundo entiendo que eso, de ser cierto, no me sirve de nada. Me ha visto besándome con otra y no con cualquiera... con Jessica.

No subo al elevador porque en esta residencia les ha tocado el primer piso. Toco la puerta esperando que esté aquí. La puerta se abre y me encuentro con una Amber enfurecida, tanto, que su saludo es una bofetada que me voltea la cara.

—¿Qué cojones te pasa? —bufo.

—¿Qué cojones me pasa? Eres un idiota Zed, me he pasado las últimas semanas convenciendo a Clarisa de no echar todo a la basura, me he desgastado haciéndole ver lo mal que estabas pasándola, me he puesto de tu maldito lado. Ayer Iván y yo logramos un jodido avance, le hablamos de la forma en la que estás desperdiciando tu vida en alcohol. Al fin miré un poco de luz cuando ha decidido ir a buscarte y ¿qué te encuentra haciendo? Besándote con otra, y precisamente con la zorra de Jessica. Lloró toda la noche, Zed. Toda —grita desesperada—. Lárgate de aquí.

—¿Dónde está? —es lo que pregunto. Amber tiene la jodida razón.

—No lo sé. Cuando desperté no estaba aquí. La he buscado por todo el campus y no la encuentro en ningún lado. Si algo le ocurre te juro que voy a matarte con mis propias manos, maldito imbécil —continúa gritando.

—Bien, no voy a irme de aquí hasta que regrese. Necesito explicarle lo que realmente pasó.

—No pierdas tu tiempo Zed. Yo también creí que tarde o temprano ella reaccionaría, pero no lo hará. Perdiste tu última oportunidad. Es mejor que te marches.

—La esperaré afuera y aunque estés tan enojada conmigo.... Gracias por ayudarme, sé que mis opciones son prácticamente nulas. No puedo permitir que Clarisa crea que me he olvidado de ella porque no es así, no ha sido así ningún segundo de todo este tiempo que hemos estado alejados. La extraño cada minuto, Amber. No imaginas cómo quisiera ser el mismo bastardo de antes, que esto no me afectara ni un poco. Cometí una estupidez anoche, pero estoy en ese punto en el que jamás quise estar, estoy en ese maldito punto al que le temía siempre. Estoy perdido.

—Eres como todos esos chicos de los libros... deberíamos odiarte y por alguna razón estamos cruzando los dedos para que la protagonista perdone al desgraciado y es que, aunque son tan imperfectos, todas deseamos lo mismo... ser amadas así, ser miradas como tú la ves a ella, pero esta vez no puedo ayudarte porque a diferencia de ti, yo he visto cómo se despierta cada mañana sin ánimos de nada. Ya estaba destrozada y lo que vio ayer solo terminó de echar tierra sobre su tumba, Zed.

Sin decir ninguna palabra salgo de la habitación y la espero en la entrada. Pronto se hace de noche y Clarisa no aparece. Inicio a preocuparme cuando son casi las once y continúa sin aparecer. Amber saca la bandera de la paz con un rostro bastante preocupado y nos dividimos para buscarla nuevamente por todo el campus y no hay resultados. ¡Qué he hecho! ¡Qué!

Regreso a casa con la estúpida idea de que quizás está ahí, lo cual es totalmente absurdo y frente a mí tengo la misma escena de siempre. Mi cuarto vacío con todas sus cosas aún en mis cajones y armario. Amber sigue sin enviar un puto mensaje al nuevo teléfono que me he comprado hace un mes. Bajo a la cocina y Eva trata de impedir que coja la única botella restante de la fiesta y una mirada basta para que se aparte, la tomo y me encierro en la habitación.

Yo soy el culpable de toda esa puta mierda. Yo la dejé sola, yo me quedé en casa mientras ese infeliz la golpeaba, yo permití que eso le ocurriera y ahora la he destrozado más como si eso fuera posible. Regreso al inicio de todo, cuando la vida era sencilla...

Y lo capto, había cientos de razones para no enamorarme de ella, había cientos de motivos para no voltearla a ver siquiera, pero no, Zed Allen no podía quedarse tranquilo, tenía que aumentar su ego, tenía que hacerla mía, porque sí, yo era un maldito desgraciado, era todo un hijo de puta.

Follarme a todas las chicas que quería no era suficiente, yo necesitaba que fuera ella, era una jodida estupidez, pero era lo que yo quería. ¡Error! ¡ERROR!, todo; cada maldita palabra, mirada, cada vez que la tenía en mis brazos me decía que todo terminaría siendo un gigantesco error.

Tenía mis razones para no querer ser uno más del montón detrás de alguna chica como un jodido perro faldero. Me repetía todos los días que el amor era una mierda. Pero todo se fue al caño cuando ELLA apareció. Su condenada forma de ser me flechó desde la primera vez que la vi. Me costó tanto aceptar que la quería, que la necesitaba, que estaba endemoniadamente enamorado de ella, que ya no era más un juego. Estoy loco y enfermo.

Había arruinado todo y en grande. La había perdido y sospechaba que para siempre. Este maldito dolor en el pecho no me deja pensar con claridad. ¿Así se siente todo el desgraciado mundo cuando se enamora? He tratado de sacarla de mi cabeza, de dejar de pensarla, de intentar, al menos, salir del maldito cuarto para seguir buscándola y no quiero hacerlo porque estas cuatro paredes es el único lugar que sigue conservando su aroma. He tratado de entender que yo no soy bueno para ella, que soy un tipo impulsivo hasta las narices, que ella si bien sacó lo mejor de mí, también había sacado lo peor y con lo peor la había alejado de mí, y ahora estoy aquí, realmente perdido.

Nada tiene sentido, yo había hecho justo lo que ella tanto temía. La había lastimado y ahora ya no queda nada. Estoy jodido, estoy realmente jodido. Así que, mientras descubro la forma de recuperarla, seguiré escondido en mi puñetera habitación, ahogando mis penas como todo un perdedor. Sí, eso es lo que soy... un perdedor, no hay ganancia alguna si ella ya no está conmigo.

—¿Dónde estás? —le grito al aire. Me volvería loco si no la encontraba sana y salva.

************************************************

Capítulo cortito, lo sé. Este no es el final. Sí, faltaban dos capítulo y no sólo uno. Así que en un ratito subo el siguiente y el epílogo.

<3 Gracias por leer <3

RETANDO AL DESTINO. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora