Capitulo IV

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Divisaba la expresión que mantenía mi hermano al verla, una cara llena de deseo incontenido y ganas de arrebatarle de una sola vez cada prenda que cubría su maldito cuerpo. Ella lucía una enorme sonrisa al divisar a mi hermano.

A mí en cambio me producía asco y rabia, solo de ver su presencia. Mi hermano mando su vista hacia mi cara de odio, sin mantener entonces una expresión clara... Agarro la mano de su querida, guiándole mientras subían escaleras arriba, ella me lanzaba una sonrisa triunfal antes de desaparecer de mi vista.

Escuche la puerta de su habitación cerrarse y ni siquiera sus voces retumbaban. Podía imaginarme en el punto en el que estaban. Desvistiéndose, como animales, mientras sus bocas ardían juntas en unos besos demasiado ansiados y calientes.

Pero ella ni siquiera le había calentado previamente, esa persona había sido yo. Y antes de subir a su habitación a la persona que él miro fui yo. Podía pasar que mientras el viese a aquella tía, imaginase que era yo a la que estaba haciendo esas cosas.

Apoye mi oído en la puerta de su habitación, escuchando la cama moverse con fogosidad de las personas que estaban encima de ella. Me imaginaba que yo era ella. Que mis manos en ese momento estaban recorriendo cada milímetro de su piel, que mis uñas querían desgarrar su tejido del placer de los pequeños mordiscos que me daba en el cuello y descendían por mis dos pechos...Que sus dos manos acariciaban mi cuerpo desnudo, lanzándome a la cama con fuerza para devorarme sin control...

Hasta que escuche los gemidos de esa. Era un golpe a la cruda realidad totalmente de un plumazo. Los muelles empezaban a resonar por la planta de arriba de una manera obscena y asquerosa para mí.

Parecía que mi hermano me estaba echando un pulso al que no pretendía perder. Mis padres trabajaban cada mañana de verano. A ellos no les gustaba que mi hermano se trajera a casa chicas y menos que usasen la suya como picadero para su juego. Contaba con la carta blanca de niña buena y no iba a dudar en usarla si eso llevara a que esa no volviese a estar bajo él.

¡Era un maldito cerdo! Y ella una estúpida, por dejarse utilizar a si por un hombre. Seducir a mi hermano era algo complicado de hacer, pero no para mí. Si él quería jugar yo misma entrare en su mismo juego.

Un chico de mi clase, parecía que se le caía la baba al verme cada mañana con el uniforme del colegio. No soy ninguna experta en sexo, aunque estoy segura que puedo satisfacer a cualquiera siendo aun virgen.

Cuando el sonido paro, me escondi tras mi habitacion. La puerta se abria de nuevo, me asome dejando la mía con una leve rendija casi invisible para poder ver como salía ella de ahi abrochándose los botones de su corta camiseta satisfecha del resultado, oliendo el ambiente a sexo.

Detrás estaba él con el mismo pantalón con el que había bajado a desayunar. Ahora la pregunta que me hacía era si se lo habría quitado o de lo caliente que estaba no tenía tiempo de hacerlo y simplemente se los bajo, sacándosela por encima...

Él se quedó mirando apoyado en el marco de la puerta como la silueta de su folla-amiga se iba, sin si quiera acompañarla hasta abajo. Giro su mirada a la mía, mirándome al único ojo que dejaba verse, alzando una ceja de manera triunfal. Él sabía que iba a estar pendiente de su actuación, y ya estaba buscándome con la mirada nada más acabar. Eso solo podía significar algo...

Salí del todo sonriente, sabiendo que me seguiría con la mirada. Metiéndome en la ducha, haciendo como si eso no me importara lo más mínimo...

¡Eso sí! mañana seria él, él que escuchase tras la habitación y no yo... ¡Que empiece el juego!

c *; f�J���*A


Un sabor Agridulce ♀  +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora